La vida de Adèle. ¿Qué es la sexualidad?


Ahora puedo entender por qué La vida de Adèle es, ante todo, una monumental obra sobre la sexualidad, sobre el propio descubrimiento y sobre los problemas, personales, universales y diádicos que todos enfrentamos alguna vez. Esta cinta los expone de una modo muy humano, alegórico, metáfora, visual y honesto. 

La película narra justamente la vida de Adèle, su adolescencia, primer amor, vida familiar hasta su temprana adultez, siempre con el matiz de que lo normal o lo inesperado no es sinónimo de facilidad; la madurez cuesta y aprender a aceptar realidades es el primer paso para ello. 

Desde la óptica de las Adele Exachorpoulos y Léa Seydoux, el director Abdellatif Kechiche nos presenta su propia versión de la sexualidad, haciendo uso de metáforas como un sol resplandeciente, símbolo de la felicidad, miradas que capturan el poderoso significado del amor y lágrimas, como emblema de la fragilidad humana. A lo largo de las 3 horas de duración el director da cuenta de la mágica relación que estas chicas viven, por momentos inesperada y bella, por otros común y realista. Toda relación tiene altibajos y aquí se nota el sube y baja. 

Esta cinta estrenó en 2014, y siendo que, por ejemplo, Luz de Luna es más reciente, debo confesar que encuentro en Adèle una exploración mucho más profunda sobre la sexualidad que en el reciente filme ganador del Óscar a Mejor Película. En Adèle más bien se trata de un análisis milimétrico que desenfunda las verdades sociales, los estereotipos y las convenciones, un poco más a manera de contexto que como un apunte central, pero está ahí. Para Kechiche la preocupación principal recae en preguntarse qué es la sexualidad. ¿Es un camino? ¿Es una decisión? ¿Es simple biología? ¿De qué se trata finalmente? Y estas preguntas, y quizá muchas más, dan forma a la relación psicológica, visualmente intensa y en ocasiones romántica, de Adèle y Emma (Sea) como un par de chicas: una inocente e insegura, la otra liberal y auténtica, confiada. 



Basada en el cómic El azul es un color cálido de Julie Maroh, encuentro un pecado en la cinta y es que pierde parte de su magia construida en las primeras doras horas, pues todo ese descubrimiento, ese despertar analítico sexual se va desvaneciendo hasta hacer de la película un retrato común sobre el engaño y la fragilidad humana desde un punto de vusta sórdido, donde el estereotipo (mencionado por ejemplo en The Mask You Live In) termina por encasillar a la gente, exprimiendo su sentido de unidad e integridad. En su última hora La vida de Adèle se transforma en una típica película de pleitos por infidelidad, romance y soledad, quitándole a la cinta su encanto previamente mencionado. Y lástima, porque me parece una película muy honesta y bella en sus diversos matices. 

4 comentarios:

  1. Se queda corta la película comparada con el comic, te sugiero que leas primero la novela gráfica no te vas a arrepentir.

    -Tacos al Pastor

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Está basada en la novela gráfica Le bleu est une couleur chaude de Julie Maroh , quien después de ver la adaptación criticó severamente el trabajo del director Abdellatif Kechiche por la manera en la que presentó las escenas sexuales entre las protagonistas, pues cree que banaliza toda intención que ella buscó redimir en su novela gráfica.

      -Sotosaurio Borgia

      Borrar
    2. Yo tengo un dato parecido:

      La sexualidad es parte primordial en la película y filmar esas escenas no fue nada fácil para las actrices; una de las más polémicas es en la que Emma y Adèle tienen relaciones sexuales. Fueron usadas vaginas falsas moldeadas para que las actrices filmaran las escenas de sexo oral. La escena tardó diez días en ser grabada y tiene una duración de más de siete minutos. A pesar de esto, la escena generó mucha controversia en el sector LGBTTTI pues dicen que si algo faltó en esa escena de sexo lésbico eran lesbianas, pues no se asemeja en nada a lo que se muestra en pantalla

      -Tacos al Pastor

      Borrar
  2. La Vie d’Adéle es monumental, sí, pero no sobre la sexualidad sino más bien sobre la identidad y la aceptación de esta realidad. Parece irónico que el mayor ardid publicitario y polémico alrededor de la libre adaptación, cortesía del franco-tunecinon Kechiche, sea la parte más floja de la narrativa. Y ¿por qué la descalificación? Porque si de algo carece la cinta, a modo de estructurar con ambos pies en la tierra el contexto de los personajes, es visión femenina. Hay más y mejor entendimiento del deseo y la atracción a través de miradas y caricias que dentro del acto sexual, reducido aquí a un porno suave para la degustación masculina. Quizás en manos de Céline Sciamma la historia hubiera sido otra…

    En alguna ocasión escuché en un documental sobre el cine gay “la representación importa porque le da reconocimiento al individuo” pero para poder representar debida y respetuosamente se debe hacer con conocimiento de causa. Kechiche se basa en una novela gráfica y mueve la cámara curiosamente alrededor del mundo de su protagonista en ese viaje de auto-descubrimiento sin saber lo que significa ser estudiante, ni lesbiana ni mujer. Es al igual que todos nosotros un espectador de un mundo al que pretende dar dirección sin terminar de lograrlo.

    No significa que todo esté mal, muy al contrario, gran parte del viaje durante la primera hora y media es maravilloso y cercano a la experiencia juvenil de satisfacer las inquietudes, de pertenecer a un lugar, de no sentirnos solos, a partir de la segunda mitad parece perder el rumbo y resulta soberbio señalar el cabello de Emma (genial Léa Seydoux) como el separador entre capítulos, marcando un antes y un después en la relación, sí, pero también en la percepción de Adèle (magníficamente interpretada por Adele Exachorpoulos) en relación a sí misma. De igual forma me resulta encomiable el manejo de los símbolos narrativos a lo largo de la historia. Uno en particular muy interesante con doble vertiente es la lectura grupal de los chicos sobre Baudelaire al principio y el dilema sobre la pasión y el deseo que “llenan el corazón” como spoiler sobre esa chispa que busca la adolescente; casi a tres cuartos de la cinta Adèle repite la dinámica con un grupo de preescolar resonando sobre lo que uno es y por tanto es así en medio de rimas infantiles. En ese punto Adèle entiende que el descubrimiento de su sexualidad era importante, pero no era definitiva y la chispa que busca aún está por llegar.

    La plenitud que tanto anhelan las personas no se alcanza a través de metas u objetivos, sino que se construye en un proceso complejo y constante, la experiencia le otorga esa lección a Adèle y termina por aceptar esa realidad en la monotonía. Si bien el estilo documental de Kechiche busca “retratar” la mirada íntima de la homosexualidad femenina, pierde una buena parte de su encanto al despojarle la ingenuidad del idilio romántico. Lo alcanza a retratar en unas cuatro o cinco escenas desde el primer encuentro de las protagonistas, pero se notan cortas, y el saber (porque no lo he leído) que se basa en una novela gráfica hace pensar si no sería mejor exagerar la iluminación a fin de dejarnos llevar por la emoción de ese flechazo. En un buen catálogo de películas románticas (un ejemplo clarísimo es 500 Days of Summer) vemos el mundo ridículamente feliz y vibrante alrededor del enamorado y esa caricatura del romanticismo es la que siento faltó aquí.

    Por lo pronto me quedo con la primera mitad, con la sublime interpretación de las actrices principales y con la intención de dar voz a la primera inicial de una comunidad todavía pendiente de una representación enteramente formal.

    ResponderBorrar