El Santo. ¡Dime tu nombre carajo!


Una película que de algún modo es referencia obligada en el género de acción, ficción, suspense y geo-política, se instala a mi gusto, en una combinación que deja elementos a desear, como un tratamiento más elaborado, un conflicto más fácil de entrever por lo menos en su introducción y una motivación, más que habilidades -que son correctamente explicadas-, nítida para el protagonista. Basada en la serie de los 70 de Ian Ogilvy, El Santo relata la misión de un hombre que busca proteger una fórmula química que deberá salvar la reputación científica de la familia Russell. 

Val Kilmer lo hace bastante bien, y aunque es el motor de la cinta, me parece que no levanta del todo una película que debería construir su soporte narrativo en el hecho de que los rusos, como en casi todas las cintas del género, son los culpables de frenar el avance científico. Tengo claro que se trata de una película de 1997, pero considerando que desde antes ya había franquicias semejantes que intentaban mezclar la acción con la intriga y el romance, El Santo se queda corta. Si algo constato aquí es que Kilmer tiene mucha más personalidad que la que mostró como Batman en la cinta de Schumacher dos años antes. ¿Coincidencia? No lo sé, pero o está mejor dirigido o se siente más cómodo en el papel del espía multi-facético. 

Por su parte, Elisabeth Shue, una total desconocida para mí, se forma como el atractivo principal y la cerebro, por el aspecto científico de la cinta, aquí. Al principio poco convence su desempeño ante la cámara, pero sutilmente construye su viaje emocional y psicológico. No es nada memorable, pero llena el ojo y al final hace lo posible por ganarse el papel de la chica que busca hacer justicia a su investigación, porque claro, todo el mundo está en contra, hasta que ella prueba tener razón. 

Y esto nos lleva al conflicto: la fusión fría (hasta el nombre suena extraño). Concepto que incluso es abordado sutilmente en las escenas de tensión de la película, momentos contados donde tenemos los gramos de acción que la película debería ofrecer a kilogramos, pero como sus secuencias son largas, poco hay para entretenerse en eso. Más bien, el film se decanta por una intriga y el espacio para que el protagonista engatuse a la dama; ahí tenemos coquetería a la antigua y una que otra reflexión -leve, claro- sobre seguir la misión o abandonarla por el amor. Qué cursi. 

Y pues llegado al clímax de la cinta, ésta acelera un poco sus piezas para otorgar otra breve dosis de acción con sesgo político. Nuevamente, el talento de Kilmer cubre algo que podría pecar de aburrimiento extremo. No es así, no del todo. 


Fuera de los aspectos técnicos como las pocas escenas de batalla o coreografía y el plano carisma de Shue, la cinta tiene como mejor atributo la oportunidad de ver un lado más misterioso en Kilmer, pero eso no es garantía. No con esa adusta mirada que quizá pudo caracterizarlo. Y ni pensar en preguntar su nombre, porque él es muchas personas, y con ese prólogo de su niñez donde aprende a no confiar en nadie, pues está más difícil. 

Tiene sus ratos interesantes, especialmente cuando comparten pantalla los tórtolos, pero más allá, parece una pálida copia de cualquier cinta de acción geo-política. 

1 comentario:

  1. La primera vez que la ví pensé que era una película del Santo enmascarado de plata, cuando no fue así me decepcione mucho, aún así seguí viéndola, la verdad me gustó se me hizo una buena película, tomando en cuenta fue hecha en 1997.

    Lo mejor de la película es la persecución "se enfrentan a la mafia, caen al agua congelada los recata una prostituta, escapan por las alcantarillas, persecuciones por la nieve, tiroteos entre soldados" en general es divertida excepto por el predecible final

    -Tacos al Pastor

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