En 2015 Jennifer Siebel dirigió, escribió y co-produjo The Mask You Live In, documental muy enfocado en la represión psicológica que muchas personas viven en el mundo desde pequeños. Aunque, es preciso acotarlo, está mayormente en centrado en recrear el verdadero y crudo ambiente americano que existe en por lo menos de cincuenta años para acá. Personas que son víctimas de esta circunstancia. Como en un efecto dominó, lo que afecta a una le afecta a todos. Como los engranes de un reloj. Como una estructura. Como una nación. Como un equipo. La parte afecta al todo.
No demerito la temática si afirmo que no es la única en abordar como eje narrativo principal el acoso sexual, situación que se ha dado en toda clase de ámbitos y edades, pero sí enfatizo que las herramientas que usa son muy efectistas. The Mask You Live In recurre a la sociología, y principalmente a la psicología, para explorar de un modo bastante humano y racionalista el acoso, el maltrato físico y psicológico que todos hemos vivido alguna vez; de igual nos enseña a levantarnos con honestidad, a aceptarnos a nosotros mismos, pero más que eso, a no dejarnos intimidar por los estereotipos que nos han rodeado socialmente desde pequeños. Con ejemplos claros y útiles Siebel nos aconseja a liberarnos de las ataduras y el discurso tan venenoso producto del miedo.
"El sexo es una condición biológica, y el género una construcción social" dice una especialista en la película, y entendiendo esto, lo demás resulta más sencillo en términos conceptuales. Sin embargo, la acotación de este enfoque nos lleva a descubrir la sobre-sexualización con que nos educan desde pequeños y, con videos efectivos y claros, quitamos el velo y entendemos la demarcación sexual e ideológica que nos instrumentan desde chicos. Desde ejemplos básicos como "el negro es para hombres y el rosa para niñas" se crea una línea divisora, donde la mezcla de ideas y combinación de pensamientos "genéricos" es un tema amainado, desvalorizado y despojado de su verdadero propósito.
A partir de este proceso deshumanizante, la guionista nos enseña que en todos los medios de comunicación (espero estar haciendo la excepción aquí) reside un lenguaje que apela a nuestro subconsciente, liberando emociones negativas y pormenorizando lo positivo, disminuyendo nuestros sentimientos y priorizando los extremos; alimentando más la violencia y el odio y rebajando valores como respeto, autoestima, solidaridad y tolerancia, en beneficio de una sociedad cada día más anclada en materialismos que en principios verdaderamente humanos. De aquí que la discriminación hacia lo que somos, fuimos, tenemos o queremos sea una preocupación vigente desde hace décadas, pues -y esto es humano también-, el miedo a lo desconocido nos incita al rechazo automático, sin preocuparnos por intentar entender o comprender aquello que a la primera nos resulta bizarro, extravagante quizá.
Con una voz en off, el tema de la masculinidad es el primero en ser explorado, donde se educa a muchos que tener sensibilidad, vulnerabilidad, incluso afección, está prohibido y, por tanto, atenta contra el significado de "hombre". Así, esto sigue el camino que ahonda en la supresión de emociones; hombres y mujeres "deben" seguir el camino de su género y si experimentan algo distinto, es un problema. The Mask You Live In se detiene un momento aquí para ejemplificar, con varios de sus personajes, que todos usamos una máscara psicológica por protección, donde el agente perjudicador bien puede ser un pariente, un compañero o un amigo. Todos hemos pasado por una situación complicada: desde un acoso escolar (el llamado bullying) hasta la omisión de los sentimientos en cualquier plano humano.
Recurriendo a la psicología subyacente con ayuda de puntuales escenas de películas que demuestran el veneno oculto en ellas, Siebel es muy hábil para demostrarnos lo profundo del contenido subliminal que nos orienta a desarrollar temperamentos agresivos como "medio" de expresión, cuando, como seres humanos pensantes que somos, la primer herramienta que tenemos es la palabra. Y colocando alternativamente los ejemplos de varias víctimas activas-pasivas de este fenómenos social, explica cómo una sencilla herida psicológica, si no es tratada a tiempo, puede dañar a un individuo de forma casi irremediable. Como propuesta para enmendar esta tácita realidad, lo primero es comunicar lo que sentimos, algo que, aunque no tenga mucho que ver aquí, lo he sugerido previamente, pues todos somos humanos y experimentamos emociones y sentimientos, mismos que, sin importar qué sean o cómo se den, son importantes y tenemos el derecho de compartirlos.
Más aún Siebel recurre a los ejemplos reales donde la mujer es objetivizada, convertida en una diversión gratuita para el machismo, y no es el único tema que acentúa esta realidad. Lo verdaderamente dramático en nuestra época también encuentra su sitio y causa en los problemas de las drogas, los asesinatos, los suicidios, la depresión, y todos estos peligrosos eventos no son más que una forma errónea de buscar escapar de cualquier clase de infierno (llámese un acoso sexual, una discriminación, violencia verbal, psicológica y física, represión, opresión, demarcación genérica, etc). The Mask You Live In nos dice a ti y a mí que no debemos negar lo que sentimos; no hay que valorizarlo ni polarizarlo, ni tampoco creer que hay cosas "para cierto tipo de gente" porque es una mentira.
Si quitamos de lado las "etiquetas", podría haber más libertad humana de la que buscamos. Con su documental Siebel nos enseña que nunca estamos solos y que conceptos como masculinidad, o "no llores/no rías/no compartes/no demuestres/no hagas esto o aquello" son sólo formas negativas para suprimir lo que somos y sentimos. Uno de los estereotipos más comunes directamente afectados por estas circunstancias es la llamada caballerosidad, concepto apegado a lo absoluto, que tampoco es del todo correcto, pero ahí sí es otro tema... lo importante es perder el miedo a ser nosotros mismos, a comunicar y sentir, debemos rencontrar nuestra humanidad y volverla nuestra fortaleza. ¿Qué dices? Por lo pronto, si eres de las personas que no tienen NETFLIX, pues te comparto el avance que difundió en su momento Youtube.
Más aún Siebel recurre a los ejemplos reales donde la mujer es objetivizada, convertida en una diversión gratuita para el machismo, y no es el único tema que acentúa esta realidad. Lo verdaderamente dramático en nuestra época también encuentra su sitio y causa en los problemas de las drogas, los asesinatos, los suicidios, la depresión, y todos estos peligrosos eventos no son más que una forma errónea de buscar escapar de cualquier clase de infierno (llámese un acoso sexual, una discriminación, violencia verbal, psicológica y física, represión, opresión, demarcación genérica, etc). The Mask You Live In nos dice a ti y a mí que no debemos negar lo que sentimos; no hay que valorizarlo ni polarizarlo, ni tampoco creer que hay cosas "para cierto tipo de gente" porque es una mentira.
Si quitamos de lado las "etiquetas", podría haber más libertad humana de la que buscamos. Con su documental Siebel nos enseña que nunca estamos solos y que conceptos como masculinidad, o "no llores/no rías/no compartes/no demuestres/no hagas esto o aquello" son sólo formas negativas para suprimir lo que somos y sentimos. Uno de los estereotipos más comunes directamente afectados por estas circunstancias es la llamada caballerosidad, concepto apegado a lo absoluto, que tampoco es del todo correcto, pero ahí sí es otro tema... lo importante es perder el miedo a ser nosotros mismos, a comunicar y sentir, debemos rencontrar nuestra humanidad y volverla nuestra fortaleza. ¿Qué dices? Por lo pronto, si eres de las personas que no tienen NETFLIX, pues te comparto el avance que difundió en su momento Youtube.
No sabía que estaba en Netflix, en fin, aclaro de entrada que no he visto el documental pero estoy familiarizado con su propuesta. El año pasado vi algunos clips del mismao en otras páginas que se apoyaban en el documental para pelear contra el dicurso del machismo gringo. Y me dejó pensando en otras cosas.
ResponderBorrarEn los Estados Unidos, el machismo es una postura de poder que se cobija de insensibilidad, aquí en México es un todo un complejo de inferioridad escudado desde la falda materna. Irónicamente —como también lo había comentado en la liga de arriba— el hecho que las madres de familia sean las gestadoras de dicho comportamiento es la razón por la que la sociedad avanza tan despacio hacia ese futuro tolerante y despejado de prejuicios. Seamos honestos, la figura materna pesa más al interior del hogar que la materna por su simple familiaridad. Ese choque de autoridad en que los padres no pueden ser sensibles, tolerantes, receptivos, hace más difícil la cercanía entre los congéneres. Todo es competencia, todo es poder. Entre hermanos, entre primos, entre amigos, incluso entre amantes. Uno como hombre tiene la "tarea" de dominar a su pareja e imponer su mando. Es una reverenda estúpidez y es sumamente desgastante no permitirnos nuestro espacio de vulnerabilidad. Pero es más cruel que no se le conceda ese valor de desarrollo a los niños.
¿Por qué es tan importante para la sociedad marginar y sexualizar? Estoy de acuerdo que debe haber límites razonables. Pero ¿qué tiene de irracional que una madre se vuelva la abastecedora de un hogar con padre de casa? ¿Qué hay de irracional con hijas que quieran ver el futbol con su padre? ¿Qué de irracional que los hijos quieran ir al ballet? ¿Desde cuándo las actividades tienen género?
Para no crecer esto más de la cuenta, lo poco que he visto de este documental se me ha hecho acertado, sí, evidentemente está encauzado, pero no por ello pierde valor.
Apoyado en lo que reflexiona sobre una sociedad particular y extrapolado a otra, el documental por si mismo puede ayudar a muchos a identificar ese chip interno que acota su comportamiento a veces a costa de su propia satisfacción.
Debemos ser responsables, reconocer en determinado punto o edad que muchas cosas no se pueden tirar a la borda y empezar de nuevo, pero sí hay anclas que no es necesario seguir tirando y bien vale la pena soltarlas para navegar con más soltura.