Cuando las luces se apagan. Usa la linterna porque el celular no te salvará de morir.



Apagas la luz y ahí está, la prendes...y nada, la apagas de nuevo y te espanta su mortífera figura. Ver a la no tan conocida para mí Teresa Palmer protagonizar la cinta sobre una familia acechada por un ¿espíritu?, que guarda un extraño y oscuro pasado con su familia no es ni de lejos lo que proponían los cortos de Cuando las luces se apagan (Lights out). En ellos, al menos yo apreciaba una película que se presumía original: un nuevo mal acecha y es a través de la oscuridad, de cada rincón desprovisto de luz. ¡Vamos! ¿Así o más interesante? Es cuando piensas "¡Carajo! No debí jugar Víbora o ahora tendría la mitad de la pila". Moría por verla, la verdad. ¿El resultado? Parcialmente satisfactorio. Y te diré por qué. 

Los sustos no se hacen esperar, eso te lo aseguro, sí brincas del asiento, pero lo que la premisa para mí tiene de "original" también lo tiene de apretada, pues su hora y venti-un minutos te demuestran que al final es un recorrido con una premisa sencilla que no necesitaba mucho desarrollo, y eso conduce a uno de sus principales errores: el guión te diluye el misterio, casi poco antes de llegar a la mitad, para explicarte qué ese misterioso mal. Como pasara con Mamá (producida por Guillermo del Toro, 2013), aquí el suspense construído brillantemente en su prólogo, es resuelto con cierto aburrimiento por Rebecca (Palmer), quien busca proteger a su hermano menor de los descuidos de su Mamá (María Bello). 

Como en la cinta de Del Toro, aquí el guionista Erik Heisserer te va quitando la intriga poco a poco hasta entender que ese mal no es más que una metáfora -o quizá una alegoría- de la depresión humana, de cómo la alegría, cuando se tienen enfermedades mentales, desaparece. Una vez que llegas a entender la película desde esta perspectiva, la ves diferente, pues se convierte en una historia de terror sumamente humana debido a la importante carga emocional. Algo similar -e interesante claro- a lo que hiciera Antes de despertar (Dir. Flanagan, 2016) donde el terror era una manifestación psicológica de los apegos familiares. Las actuaciones son buenas, los efectos prácticos increíbles, tiene algunos chistes entretenidos, y aunque uno que otro diálogo peca de soso, la pasas bien, pero el problema antes mencionado con el guión evita que sea una cinta con un ritmo más ágil. Sorprende la resolución del tercer acto, pero debo admitir que, dada la naturaleza de la historia, es lo más sensato que pudo haber ocurrido. 

Saltarás del asiento y rogarás "acercarte a la luz" por temor a la oscuridad, pero si llevas una linterna grande, y no tu celular, estarás del otro lado. 



2 comentarios:

  1. Okay. Estamos frente a otra película de terror dentro de la trayectoria de James Wan pero con otro director a cargo de la obra. Como suele ocurrir en estos casos, la idea se vuelve trunca, y es que cuando dos creativos de diferentes estilos trabajan en un proyecto en común, es frecuente que una de las formas domine a la otra y se torne un poco amorfo con un trazo predominante.

    Ahora bien, la idea de un antagonista resuelto antes del climax no es algo necesariamente malo, todo depende de si saben manejarlo, en Inglorious Bastards, desde el primer movimiento uno sabe que Hans Landa es maldito desgraciado, pero su construcción como personaje es tan exquisito que sigue siendo interesante a lo largo de toda la cinta. Parece que eso falló aquí, una vez resuelto el enigma todo se fue al cesto.

    Veo que se basa nuevamente en percepciones humanas y miedos primarios, el problema de algunos cineastas al usar estos elementos es que se escudan de los términos 'básico' 'primitivo' y echan la hueva cuando esos términos bien pueden impulsar con más fuerza como pulso de vida.

    Es bueno que la parte de 'terror' se cumpla y los brincos conduzcan el desarrollo de la cinta, a mí el trailer sí me sacó un susto, leve, pero ahí sonó. Quizás faltó afinar la dirección, hay veces que los errores del guión se pueden resolver con una dirección creativa e inteligente.

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    1. Sí, se apoya en elementos humanos, pero aquí la metáfora es buena. El problema es su desarrollo, pues parece estancarse un poco, pese a la originalidad que le encuentro. Aun así, recomendable para saltar del asiento. Capaz que pateas al del asiento de enfrente del respingo XD

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