BEN-HUR. ¿Para qué nos peleamos si luego nos abrazaremos?



Mucha diferencia. La verdad tengo que admitirlo. Veía los primeros avances y yo así de "¿Qué es eso?", con todo y deletreo. Para comenzar, habría que tener claro que cuando se paga un boleto por ver producciones de este estilo, donde lo hollywoodense tiene cuidado en el tratamiento de ciertos elementos, es más que nada por el contexto referencial hacia lo verídico. En este caso estamos ante una historia sincrónica a la juventud de quien fuera Jesucristo. Y he ahí la primera diferencia entre esta película y la tan aclamada versión de 1959: el cameo del histórico personaje es distinto entre ambas. Allá es literalmente un cameo, una presencia de espaldas que genera respeto y enmudecimiento; acá hasta le vemos los ojos al personaje, lo vemos recibir la agresión de la gente, defender lo que considera justo, etc. 

Y el haber aclarado ese punto me lleva a otro: las motivaciones que conducen al conflicto entre los protagonistas son diferentes sin perder la esencia. Ahora bien, cuando de historias cuyo marco es histórico-bíblico se trata, la comparación con, por ejemplo, Exodus (Dir. Scott, 2014) no se hace esperar, así tenemos a dos hermanos, biológicos o fraternales, separados por el destino, por sus elecciones, por su propio código moral. Épico, bíblico, riesgoso y clásico (aunque no sé si con esto último esté yo alabándola más de la cuenta...), sin embargo es evidente que los guionistas del filme que ahora nos ocupa quisieron hacer aquí una cinta más orgánica y compenetrada con el realismo al sustituir los motivos de la separación de los "héroe-villano", aun a costa de que algunos golpes de efecto no llevan la dosis de credibilidad necesaria. Si esperas un final triste, desvastador, melancólico, aquí no lo conseguirás. Ben-Hur, más que otra cosa, es la adaptación de la novela de Lewis Wallace, misma que desafortunadamente no he leído, y de momento es porque estoy atrapado en otra novela, de corte francés, de la que espero estarte platicando en un par de semanas... regresando, no dispongo de los elementos base, por lo tanto mi único punto de apoyo es la aclamada cinta del 59. Ben-Hur 2016 sale bien librada en general. Hay poca aportación, pues se convierte en un recordatorio de que rehacer cintas de glorias pasadas puede salir bien, pero...pero...hasta ahí. Si ya la viste y entras a ver la que protagonizan Toby Kebbell y Jack Huston, notarás la velocidad en la narrativa. Eso provoca que, en lo que me concierne, decaiga un poco lo que se ve en pantalla en términos de apreciación conceptual; vemos las ideas -hermandad, lealtad, política, patriotismo extremista, amor, evolución- plasmadas, vemos la acción, vemos el entretenimiento, vemos a pseudo Doctor Doom convertido en romano, vemos a a Ayelet Zurer (Lara Lor-Van...) convertida en una mamá cumplidora.  

Si bien las subtraumas de amor son intercambiadas por la unificada relación entre Hur y Esther (una muy guapa Nazanin Boniadi), la trama deja de lado la venganza para enfocarse en el perdón. Digo, no por ello quiero decir que no sea leal a sus principios, porque desde luego se toma muy en serio su estructura y la temática a la que responde, no obstante, y para las generaciones actuales y venideras, todo está contado con un estilo comprimido. Ben-Hur es interesante, es cómica, goza de una estética visual adecuada, el diseño de producción (los sets de rodaje) responden a una época y situación determinadas, hay cambios que benefician lo que antes habríamos considerado absurdo, y ése es un difícil punto a favor. Está bien basada por lo menos en aquello que identificamos, desde el calabozo, las consecuencias, el trato, el viaje, dónde va a parar el protagonista y cómo termina el asunto. Si me lo preguntas, lo tengo claro: Jack Huston NO es Charles Heston. Lo intenta, le crees la bondad, pero hasta ahí. Algo similar pasa con Kebbell al intentar seguir los pasos de Stephen Boyd. A Boyd en su papel de Messala lo odias, a Kebbell, lo compadeces con sutileza.  

No es tanto una cinta de época, no por la constante transición de ideas como el perdón, la superación como ideal de progreso ante la carencia de habilidad. Así, el Ben-Hur de antaño posee una construcción más elaborada que al que veamos ahora en pantalla. Sobre la sinopsis, es sencilla: te cuentan la vida de este personaje, quien tiene una familia y un hermano, Messala. Con la llegada del histórico Pilato y el ejército romano imponiendo el totalitarismo que le conocemos culturalmente, un incidente coloca a la familia Hur bajo el dedo acusador, todos son arrestados y Judá es vuelto prisionero durante cinco años. Regresa a combatir las injusticias de Roma y, de paso, hacer que Messala pague por su falta de piedad. No te adelantes, pues no has visto todo. Te digo, hay cambios. Prepárate para llorar, prepárate para darle un sentido de fe a la nueva adaptación. Juzgarás a los personajes, te sentirás envalentonado, listo para desafiar a la autoridad, percibirás breves destellos de psicología social y tendrás aventura. 

Más allá de una adaptación que hace eco en los escenarios más conocidos, y de una historia sobre redención, levantamiento, superación personal, cómo desafías a un imperio, más allá de las moralejas que llegan tarde a la función, tienes un par de weyes que se abrazan sin importar sus diferencias. ¿No es eso lo más básico a exigir? Porque de eso a ver una cinta que repite esquemas, probablemente es lo mejor a obtener. 

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