Tienes que saber que ésta es una película de densa psicología. No pertenece, desde luego, al género de acción, no tanto al drama (aunque por momentos encontramos el ingrediente sólo como motor de lo emocional), pero sí al mundo de la paciencia. Esta es una cinta que puedes ver sólo si eres de mente abierta (entre colegas, soy "materia dispuesta"), de oídos para toda música electrizante (rara vez una canción o cierta música me abruma) y con la apertura suficiente para ver el tema de la oscuridad humana con pinzas, sin prejuicios y cierta fascinación por uno de los temas de entretenimiento que más atraen: el mundo de la moda como ejemplo de vacío e insaciabilidad personal.
El Demonio Neón es un conjunto de metáforas donde la belleza externa y la interna son puestas bajo la lupa para examen de conciencia, honestidad e interiorización; el sentido y la expiación de lo que concebimos como "mórbido" está presente en los rincones más oscuros, alimentados por los pecados, o incluso las carencias más humanas. Esta cinta nos habla de Jesse, una chica adolescente que, gracias a su inocencia y belleza física, rápidamente escala niveles en el mundo de la moda. Es cuando otras modelos más experimentadas comienzan a envidiarla, pues los profesionales las "botan" por "carne fresca". Esta idea de la rotación, de la importancia de la juventud ante un mundo más exigente es presentado aquí sutilmente, pero también impactante y categóricamente. La historia no se olvida de integrar elementos de clásicos (animados) como La Cenicienta, o incluso The Black Swan (Dir. Aronosfky, 2010), historias donde la obsesión por ser la mejor a costa de los demás, o esos momentos donde eres el patito bonito envidiado por otros u otras es lo que te conduce o bien a olvidarte de quién eres -la perdición- o fortalecer tu yo interno -liberación-.
Con sus planos angulares, cámara enfocada, un muy buen manejo de los colores oscuros y sombras aterradores, la historia es muy pausada, y efectivamente Refn se toma su tiempo para presentar los elementos que la componen. Unos cuantos giros de trama que podrían ser predecibles para los más perspicaces -pero no por ello menos eficientes-, una música excepcional a cargo de Cliff Martínez, la cual realmente te da una idea de lo depravado que el mundo del entretenimiento puede llegar a ser, así como lo peligrosa que la envidia, la desidia, el coraje y el rencor pueden llegar a ser; pero más que nada, es esta una historia donde el núcleo psicológico de la chica inocente que termina por ser víctima consumista de aquello que busca superar, es tan complejo y transparente, que espanta. La película es buena, la recomiendo, especialmente por ese camino que toda persona deseosa de un sueño que la consume recorre; asimismo, es una historia con simbolismos donde tú puedes ser tu más grande enemigo, tu obstáculo a la realidad, o tu defensa en un mundo codiciado. La atmósfera de suspense está excelentemente bien construida, y hay un par de escenas en que te invade la adrenalina, sientes dolor de estómago y no sabes si ir al baño por temor a perderte un solo momento de esta cruda y visceral aventura.
Sí hay ocasiones en que la narrativa se detiene, más que nada porque el director busca cegarte con sus tonos magenta, tonalidades oscuras que podrían rayar en lo grotesco, lo subliminal y lo psicótico, pero conforme el desenlace emerge ante nosotros es que sabemos que esta es una cinta de oscuridad humana, así que se permite la formidable fotografía que esconde hasta los más finos detalles. El mensaje crítico hacia la moda, el espectáculo y el terror piscológico en este caprichoso mundo está presente, y pronto te cuestionarás hasta qué punto eres presa de esto, admirándolo u odiándolo. Una cinta trascendente por su reflexión, por su reflejo del mundo que tanto observamos en televisión. Vale la pena, pero si eres sensible y no soportas lo visualmente impactante, ve otra película.
Podría pensar que se trata de una película de terror, que se mueve en el suspenso psicológico y que busca, con toda intención, provocar a la audiencia. No es sólo una cinta que tiene algo que decir, sino que además quiere que tomemos una postura hacia lo que vemos y hacia lo que tiene que decir.
ResponderBorrarMe parece que todas esas metáforas son, no sólo sobre la belleza per se, sino que se ocupan también de marcar ciertas fallas dentro de la naturaleza humana. Ese instinto predatorio de querer destrozar la inocencia a toda costa, ya sea corromperla, desfigurarla, desvirtuarla o hasta devorarla. Semejante al ritmo lacerante que vemos en Mulholland Drive, ese mundo turbio trata de sofocar la pureza individual hasta borrarla de la faz de la tierra.
El manejo de los símbolos del narcisismo y ese motor autodestructivo de explotar el cuerpo no sólo en el marco sexual —aunque es el más evidente—, sino también como esa ilusión de inmortalidad, que el cuerpo inerte aún puede brillar de belleza a base de pintura y laca de aceite.
“La belleza es lo único” declara Sarno, con toda puntería nos dice que hemos dejado atrás nuestra condición de persona y adoptamos la de objeto.
Como hiciera en Drive y Only God Forgives, el director cuida la composición de una manera brillante, marcando en esa perfección aurea, la esterilidad artificial de tanta belleza mórbida.
De hecho sí. Se trata aquí de tomar un partido crítico ante lo que vemos y juzgar, desde el tema de la belleza y la moda, qué principios seguir y por qué; además está el mensaje de la vacuidad que podría percibirse en este ámbito, y todo lo que eso conlleva.
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