Cine francés. Si a mí por lo menos Barratier me había enganchado con su magnífica Les Choristes, no me cabía, ni cabe, duda que el cine francés puede ser un buen ejemplo de calidad narrativa, de ritmo pausado y una correcta construcción psicológica. En este caso Un ilustre desconocido apunta, a mi parecer, en un categoría de falsa identidad, un momento donde la persona presenta enfermedad mental causado por la pérdida de autoidentificación. Me explico.
Sébastien Nicolas es un agente inmobiliario resentido, aburrido y sin vida social. Pero tiene un secreto: muy por dentro es un muy hábil observador del mundo que lo rodea, lo que le permite imitar la personalidad de los clientes que lo visitan en su empleo. Veía la película, y además de percatarme que el guión maneja la premisa como "Esto pasó al final. Te enseñaré cómo llegamos a eso", aprecié que la cinta juega con ciertos elementos de la vida cotidiana: la soledad, la falta de autoestima, la causalidad, y más todavía, el azar. Elementos que están dispuestos a lo largo del filme, otorgándole la imagen de mórbido por donde se le vea. Y digo, el mayor acierto que la historia puede tener es su base psicológica, la habilidad para retratar al protagonista y su compleja mentalidad sin percibir abuso de ningún tipo. Es con esto que todo lo que vemos nos resulta no sólo creíble, sino también grotesco y doloroso en ocasiones.
Si bien el inicio es misterioso y puede que un poco letárgico, no deja de ser atractivo por el misterio que encierra (¿por qué la muerte sería el detonante?) que nos conduce a apreciar lo convencional de la estructura que presenta el guión. La historia sobre el agente Nicolas por momentos es para comerse las uñas, gracias a los brincos de tensión de ciertas escenas; por otros momentos es abrumadora y reflexiva, en especial cuando de analizar los propios valores se trata. Detallada, con un adecuada fotografía y montaje que muestra algunos lugares de Francia, esta cinta es interesante desde la perspectiva de lo que es estar en soledad y no apreciar lo que se es. El acto final, la resolución y la decisión moralista que toma Nicolas definen la cinta como un viaje interesante de introspección personal en medio de una ciudad donde se desmitifica la identidad de cada ser humano; bien podría ser una metáfora sobre el hallar la autenticidad en mundo deshumanizado, aunque quizá esto es ir demasiado lejos.
La película estuvo en la Cineteca Nacional. Vale la pena si se busca algo más que mera diversión.
Sébastien Nicolas es un agente inmobiliario resentido, aburrido y sin vida social. Pero tiene un secreto: muy por dentro es un muy hábil observador del mundo que lo rodea, lo que le permite imitar la personalidad de los clientes que lo visitan en su empleo. Veía la película, y además de percatarme que el guión maneja la premisa como "Esto pasó al final. Te enseñaré cómo llegamos a eso", aprecié que la cinta juega con ciertos elementos de la vida cotidiana: la soledad, la falta de autoestima, la causalidad, y más todavía, el azar. Elementos que están dispuestos a lo largo del filme, otorgándole la imagen de mórbido por donde se le vea. Y digo, el mayor acierto que la historia puede tener es su base psicológica, la habilidad para retratar al protagonista y su compleja mentalidad sin percibir abuso de ningún tipo. Es con esto que todo lo que vemos nos resulta no sólo creíble, sino también grotesco y doloroso en ocasiones.
Si bien el inicio es misterioso y puede que un poco letárgico, no deja de ser atractivo por el misterio que encierra (¿por qué la muerte sería el detonante?) que nos conduce a apreciar lo convencional de la estructura que presenta el guión. La historia sobre el agente Nicolas por momentos es para comerse las uñas, gracias a los brincos de tensión de ciertas escenas; por otros momentos es abrumadora y reflexiva, en especial cuando de analizar los propios valores se trata. Detallada, con un adecuada fotografía y montaje que muestra algunos lugares de Francia, esta cinta es interesante desde la perspectiva de lo que es estar en soledad y no apreciar lo que se es. El acto final, la resolución y la decisión moralista que toma Nicolas definen la cinta como un viaje interesante de introspección personal en medio de una ciudad donde se desmitifica la identidad de cada ser humano; bien podría ser una metáfora sobre el hallar la autenticidad en mundo deshumanizado, aunque quizá esto es ir demasiado lejos.
La película estuvo en la Cineteca Nacional. Vale la pena si se busca algo más que mera diversión.
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