El Silencio de la Ciudad Blanca




El Silencio de la Ciudad Blanca es ejemplo de cómo un viaje de suspense emocionante puede caer un poco debido a su atmósfera. 

8.0

Tipo de artículo:
Comentario. 

Hay algo verdaderamente atractivo en el género del crimen. Ya lo había explorado en mi tesina y la autora Agatha Christie me lo confirmó. La idea de un crimen, una fechoría que debe ser ajusticiada y descubrir por qué pasó es —como entretenimiento televisivo— un pasatiempo que jamás pasará de moda. No en vano hay infinidad de series, libros e incluso disciplinas científicas dedicadas al estudio del crimen.  Ahora bien que para construir una historia de crimen es preciso incluir determinados elementos que combinen para crear un producto eficiente, destacado y llamativo. Porque ofertas… hay muchas. Entonces, la creatividad juega un papel decisivo en este sentido. 




El Silencio de la Ciudad Blanca es el tipo de thriller criminal que ofrece un antagonista con motivos no endebles, sino confusos. Situado en España, estoy ante un guion que me habla de una agencia de detectives que enfrenta con una ola de crímenes cuyo punto en común son la edad de las victímas y su aparente/constante repetición en siglos anteriores. Daniel Calparsoro dirige una historia que protagonizan Javier Rey como Unai López, Belén Rueda como Alba Díaz, siendo ellos los detectives encargados de resolver el misterioso caso y Manolo Solo como Mario Santos, el villano. Si algo me llevo de la cinta es que desde temprano me avisa quién es el villano, creando suspenso a partir de su interacción con los buenos sin que estos sepan quién es el villano. Este conocimiento que, como espectador poseo, es una brillante herramienta de suspenso e incredulidad para que la historia avance de maneras sorprendentes, porque ¿qué mejor que yo sepa quién es el agresor antes que los buenos? Esto, lamentablemente, es resuelto de una forma poco efectiva cuando llega el momento de la verdad.  

 

Así, en una jugarreta que manipula mis emociones y aumenta mis ansías de justicia gracias a la ceguera de los buenos, El Silencio de la Ciudad Blanca logra soportar un buen misterio, una tensión que a ratos se diluye por la inclusión de un trasfondo que rompe UNA vez con el ritmo de la narrativa para insertar CASI con calzador la historia del villano sin revelarlo como tal, pero que resulta URGENTE y orgánico para el desarrollo de los acontecimientos. De lo contrario, sería como si el villano surgiera de la nada. Conforme avanza la historia, Calparsoro me deja varias piezas para acomodarlas, generándome más confusión que claridad una vez que llegó al punto en que el villano se reconoce como tal con los detectives. 



Hay momentos en que sufro por los personajes, sí. Incluso los unidimensionales me generan empatía, simple y sencillamente porque el miedo a la muerte es algo identificable para cualquiera, y aquí la manera en que Calparsoro cambia, juega y quita piezas es… adecuado, pero tampoco es el gran misterio. Digo, tu servidor entra a ver la película sin estar condicionado por la trayectoria de los involucrados, entro por gusto y a pasarla bien, pero si quiero detenerme un poco más en los componentes lógicos de la película, me parece un poco inverosímil que una detective flaquee en su instinto de captura, percepción y habilidad para leer a los demás y no se dé cuenta de que su marido no es quien ella cree. Ya viví un giro de tuerca similar en Línea de Emergencia con Halle Berry y aunque dicha película me gustó, no pasó de ser un mero divertimento. 

 



No encuentro motivos para establecer una directa comparación entre ambas cintas porque solamente comparten género, pero encuentro un gusto en ambas por lo meticuloso de las concepciones creativas ocultas tras el producto final, no hay aquí mayor pecado que los elementos previstos incluso antes de ser mencionados a cuadro, pero El Silencio de la Ciudad Blanca, si bien no es un mal producto en su totalidad, tampoco es el mejor, pero sí cumple con lo necesario para ofrecerme tensión, personajes arrepentidos, llevados a un límite emocional y las ganas de hacer lo que sea por salvar el día, aun si eso representa saltarse los márgenes de la ley. 


Conclusión:

Por lo demás, una cinta entretenida, llamativa en su primera mitad, pero diluida en su clímax, restándole fuerza. 

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