La alegría de las pequeñas cosas.




Una premisa muy interesante cuya estructura narrativa se torna confusa a ratos.

6.5


Tipo de articulo:
Breve comentario. 

La película dirigida por Daniele Luchetti goza de una premisa interesantísima: ¿Somos capaces de apreciar/valorar la vida por los detalles? La alegría de las pequeñas cosas es, básicamente, un film con mensaje, que busca apartarse de la atiborrada cartelera semanal, queriendo separarse de lo “genérico” y lo tradicional tanto en su estructura narrativa —llena de comedia y humor un poco barato—, como en sus secuencias. ¿El problema? Su ejecución, que puede ser confusa a ratos y exagerada en otros tantos. 



Pif en el papel protagónico como “Paolo” y Thony como su esposa Agata muestran gran química en pantalla; gracias al guion y la dirección, oportunamente desarrollan a sus personajes, siendo la más «correcta» su hija, Aurora (Angelica Alleruzzo) el personaje precoz y de claro sentido común; mostrando el machismo incipiente y desvergonzado en el hijo menor, Filippo (Francesco Gianmanco).

 El póster dice poco y los primeros cinco minutos de la cinta me hicieron pensar que el personaje se la vivía filosofando… hasta que la tragedia que lo coloca en perspectiva le ofrece la complejidad psicológica que lo llevará a evolucionar hacia al final del relato. Dicha reflexión, pretende el director, habría de ser reforzada por algunos Flashbacks y momentos “presentes” que le darán al personaje el criterio para discernir acciones. Yo no lo veo; en varias escenas no me queda claro si estoy viendo un momento del pasado del protagonista que le sirve para meditar sus errores o si es un momento presente en la línea de “aprovechar esas pequeñas cosas”. 



Una pequeña sinopsis para darte una idea de la cinta: “Tras un fatídico accidente de carretera, Paolo acaba en el más allá donde le dicen que ha habido un error administrativo con su vida y que le corresponden una hora y treinta y dos minutos más de vida.” ¡Hasta ahí! Vela, ríete cuando puedas y ve la vida desde este personaje, porque si algo bueno tiene ÉL es salirse del esquema moralista actual que ronda los márgenes de varias cintas hollywoodenses. Para acabar pronto, Pif es un “Charlie Sheen” italiano, pero con familia.

 El vistazo a la ciudad es bastante agradable, artísticamente intrigante y bello en los momentos de decoro o cuando Pif rememora su “pasado”, pero cuando me regresa al presente, no sé si realmente o lo es o si se trata de un chisme “por contar con una hora y media”. A veces la cinta parece más un diario de testigo emocional, íntimo y social, que la oportunidad de un hombre por llevarse consigo lo que verdaderamente importa de la vida. 



Aunque la trama “interna” consta de una hora y media, la estructura narrativa me da a entender que Pif se queda por todo un día. Es algo extraño, porque la duración de la película nunca me parece excesiva (gracias al carisma del protagonista, quien pese a ser un desgraciado, termina apoderándose de cierto encanto social y de mujeriego que lo vuelven “único”), pero igual no es el mejor guion que haya visto transforma en una propuesta de gran alcance, considerando lo ambiciosa que la premisa es.

 La propuesta no es de Netflix, sino de Cuevana; no menos relevante, pero la pena mencionar en lo que a catálogo refiere. ¿Recomiendo la película? Si eres paciente, sí; si eres una persona que gusta de más acción y un ánimo de reflexión más condensado, central y sin menos paja o despapaye, definitivamente no. La cinta, como ya dije, cuenta con sus ratos de comedia, drama y humor, mostrando a Pif como realmente es: un padre negligente que siempre dio todo por sentado y nunca valoró nada. 

Conclusión:

Buen riesgo fílmico para ser propuesta italiana. Pero sinceramente, de momento me quedo con la cartelera francesa.

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