CONTRATIEMPO




Oriol Paulo repite la fórmula narrativa de su ópera prima, sustituyendo únicamente los móviles y los personajes, demostrando, no obstante, el talentoso realizador que es. 

9.0
Tipo de artículo:
Crítica.

Aquí sí me extenderé un poco; la ocasión lo amerita. Porque disfruté ver la película y quiero plasmarlo. Contratiempo me parece una de las mejores historias de crímenes que he visto, con todo y el factor “se viene un giro de tuerca, no sabrás cuál es; espéralo” que permanece a lo largo del metraje. Aun así, a pesar de convivir con ese extraño y amargo sentimiento, esta es una cinta que me parece exquisita y, al mismo tiempo, una manera inteligente y audaz de atraer al público al universo del derecho litigante, pincelada filosófica mediante.

La historia empieza con Adrián Doria (Mario Casas, estupendo), un exitoso empresario que ha sido acusado de asesinar, no a su esposa, sino a su amante. Para librarse del castigo impuesto por la ley, contrata los servicios de la mejor preparadora de testigos del país, Virginia Goodman (Ana Wegener, brillante, soberbia), con quien trabaja toda la noche con tal de construir un argumento que lo libere de ir a prisión, puesto que Virginia ha recibido la noticia de que un nuevo testigo de cargo podría representar un peligro para Adrián. 



La película es dirigida y escrita por Oriol Paulo, director de El Cuerpo, que ya comentamos aquí. De nueva cuenta no tengo familiaridad con el historial fílmico del director, pero después de su ópera prima, entiendo que me valdría la pena sumergirme en sus demás propuestas, en las que demuestra su profunda y poderosa capacidad para conducir actores, armar historias verdaderamente intrigantes que gozan de finales tan congruentes como impactantes, revestidos de impecables manufacturas. Porque en Contratiempo todo es cuestión de perspectiva, de malicia y psique humana.

Al inicio, me fío de la versión elaborada por Adrián, pero lentamente su defensora, Virginia Goodman, constata con un asombroso ímpetu que no todo es lo que parece y que siempre hay capas más profundas de lo que pienso en cualquier tema, y porque la inocencia es una línea apenas delgada y separada de la culpabilidad. El móvil, la venganza y la muerte son los elementos que el director conjuga y con los que me traba a mí como espectador porque, a menos que intuya el fondo oculto al inicio y revelado al final, me lleva a donde él quiere, logrando que me maraville y guarde silencio ante la sorpresa final. 



Ciertamente, hay un constante atractivo en desvelar crímenes. El género tiene mucho jugo y eso es porque algo en ellos absorbe, algo atrapa y es el misterio; descubrir la mente criminal no tiene tanto impacto como el camino para llegar a ella, pero eso no significa que no haya placer en la meta y el resultado en sí. Naturalmente los hay. Y en Contratiempo todo es un deleite, tanto los flashbacks me permiten seguir las desventuras de Adrián como el surgimiento de las piezas que revelan el rompecabezas, el acertijo del final.

 No obstante, la situación no es tan blanca y negra en Contratiempo y la idea del “bueno que terminó siendo malo” y los “buenos como víctimas” son una idea paralela a The Town, escrita y dirigida por Ben Affleck. En ambas historias incide la clara noción de que me preocupe por el protagonista estelar, porque sin importar qué haya hecho, existe un sentimiento de empatía por él, y eso pasa por dos cosas: la buena actuación de Mario Casas y cómo está construido el personaje (esfuerzo del director mediante). Es una gracia de transformación psicológica que he visto pocas veces en el cine y que entretiene bastante porque esta clase de personajes siempre tiene más capas que estudiarle, que examinarle; la historia tiene muchas versiones y encontrar el negro, o el blanco, al arroz, es una cuestión de perspectiva. 



Un villano sólido y con buen argumento siempre será el reflector de su historia. Adrián Doria entra en la clasificación y, como me pasó con Vuelo Nocturno (Wes Craven, 2005) y lo repite Virginia varias veces en la película, los detalles son importantes. Ellos brindan coherencia a una historia, eliminando los puntos muertos de cualquier relato; a su vez, las intenciones también apuntan, evidentemente, un motivo y Virginia tiene uno relacionado con Adrián. Un motivo que, al final, explica su verdadera presencia, quién es y por qué se presentó con el exitoso empresario en su residencia. 



Lentamente la cinta me conduce por diversas tramas, desplegando/profundizando a su vez en la manera en que los personajes conciben el mundo, sus motivos y lo que hacen para justificarse. Y si bien la construcción de los personajes en la trama, sus matices y trasfondo son elementos engañosos aquí y sorprendentemente efectivos, todo gira, de alguna manera, sobre Adrián. Y la introducción del concepto de Pensamiento Lateral¸ tal vez obvio en general, resulta interesante en esta cinta.

Hay una escena, filmada a conveniencia, que da un indicio del giro final, pero no alcanzo a acertar completamente y por ello Contratiempo me enloquece. Al estar tan metido en la trama y acompañar a Adrián en su lucha por encontrar la pieza faltante, descubro el rompecabezas al final y, aderezado el momento con una música verdaderamente electrizante, contengo el aliento rumba a la última revelación, esa que estable una conexión con la escena convenientemente filmada, desvelando la congruencia del argumento, del problema en que Adrián se ha metido. 

Mi único problema con la nueva propuesta de Paulo es que, a nivel de guion, repite el mismo esquema narrativo de su ópera prima: el conflicto inicial es originado por uno de los personajes victimarios + el personaje victimario elabora un plan de venganza + el personaje secular, protagonista actual, cae en la trampa + el victimario se revela como es y consuma su idea, buscando que el personaje que le ha herido se hunda a sí mismo sin intervenir directamente

Aun así, doy las gracias por la recomendación de boca en boca, porque Contratiempo, a pesar de la evidencia, no deja de ser un apasionante viaje de misterio, crimen y drama del bueno. 


Conclusión:

Oriol Paulo construyó un viaje de suspenso interesante de principio a fin. Si bien la escena del hospital es la clave, deja elementos parciales a la imaginación, mismos que con un poco de intuición y lógica, anticipan el meollo del tercer acto. Aun así, absolutamente recomendable a pesar del reciclaje de elementos narrativos.

1 comentario:

  1. Muy buena película. Te da sorpresas y puedes sospechar de todos y al final es otra persona la asesina.
    El guion muy bien pensado y escrito, nos enseña cómo los pequeños detalles son determinantes.

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