Fractura




Un poco como Desconocido con Liam Neeson, en la que una «realidad» surge por un primer incidente. Pasable y macabra en su final.

7.1

Tipo de artículo:
Crítica. 

Esta cinta tiene algunos años en Netflix y apenas me animé a abrir este espacio de revisión en torno a ella. Fue advertido de su simpleza, de su socarronería, de su podrido argumento narrativo y, ¿por qué?, de que indudablemente hay mejores ofertas que ver. Discutible. Fractura tiene la siguiente sinopsis: “Ray y su esposa Joanne viajan junto con su hija pequeña por el país. Tras un pequeño accidente de la pequeña en un área de descanso, la familia se dirige a toda prisa hacia el hospital más cercano. Exhausto, Ray se desmaya en una silla en el vestíbulo. Cuando despierta, no hay ninguna evidencia de que su mujer y su hija hayan estado en el hospital ni que llegase a estar ingresadas.” 



Sam Worthington ha protagonizado Avatar, junto a Saldana, y Terminator, al lado de Bale, en 2009. Me resulta extraño que las fichas técnicas mencionen que el estreno de esta película que ahora me ocupa fuera el año pasado, cuando me parece que tiene más, al menos cinco años. En fin, Worthington es Ray, un esposo con problemas en su matrimonio, así me lo da a entender la película en sus primeros minutos de proyección, gracias a una acalorada discusión sobre suegros, malos comportamientos y expectativas definidas. Yo empatizo con él porque sé que busca ser mejor en su relación, que quiere ser ese gran papá. En este instante la cinta, como si de un personaje omnisciente, juicioso y sin piedad se tratara, se convierte en algo que repudia y no le da espacio a Ray de redimirse como ser humano.

 




La calamidad la veo venir; el tono lúgubre de la cinta no se hace esperar y el pánico, acompañado de la muerte, acecha impaciente. ¿Cuándo o a qué hora? No lo sé; además, como si esa atmósfera de miedo no fuera ya suficiente, a cuadro aparecen personajes taciturnos y con una cara de pocos amigos que simplemente me dan miedo, no por terror, sino porque me constatan que, inexplicablemente, serán dolores de cabeza para Ray. ¡¡A dónde fue a dar??


Y entonces, tras socorrer inocentemente a su pequeña hija y frustrado por haber discutido con su esposa, Ray intenta limpiar su vehículo, cometiendo pequeños errores en el camino. Poderosa y absorbente manera de presentarme al personaje, porque la empatía y la identificación con él son instantáneas, porque sin importar qué haya hecho ya deseo que le vaya bien. ¡Que sea mejor! Pero película SIN conflictos… no es película. Así que, ALGO TIENE QUE pasar, ¿qué es? Bueno, rogando porque no la hayas visto aún —que la verdad es poco probable—, te invito a que entres a tu cuenta de Netflix y selecciones Fractura.
 


No es la mejor en su género ni de lejos, culpa de esa tramposa atmósfera que me dice “Esto no es real. Todo… es falso” y pues solamente dejo pasar sus casi dos horas para averiguar por qué TODOS están (o parecen estar) en contra de Ray. ¿Quién es él, realmente? ¿Qué hizo?

Y cuando lentamente voy llegando a su clímax y descubro QUÉ PASÓ realmente, la cinta me obliga a preguntarme por la cordura mental del personaje. Porque todo el CONDENADO viaje… fue un chiste. No sabría decir si uno de mal gusto, pero sin duda uno que genera una efímera, fugaz, pero intensa intranquilidad, porque hay mil maneras de saber cuál sería su epílogo o cuánto tiempo permanecerá Ray en su “realidad alterna”. 



Podría dar de qué hablar si es vista por psicólogos y quizás por personas que adoren este tipo de películas, de esas que dejan finales para boca abierta y con una sensación de apócrifa felicidad. Ay, mamita… 

Conclusión:

Funciona UNA vez. Recomiéndala, pero no la repitas.


1 comentario:

  1. Genial película. Coincido que es para verla una vez y recomendarla a otros. Y sí, ese final es épico. ¡Saludos!

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