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«Maius inimicus quam ego non est», por Jordan Peele. 

9.9

Tipo de artículo:
Análisis. 

"Risa nerviosa", "humor inesperado" y "tensión insólita" son algunos de los adjetivos que me rondaron durante la película. Y yo pensaba que el terror sobrenatural del cine de Wan me dejaría nervioso y sin ganas de dormir, pero esta sensación la encontré en Nosotros, el nuevo film de Jordan Peele, quien anteriormente me había ofrecido "¡Huye!". Para como lo veo, es una cinta profundamente filosófica e íntima, con encuadres y evidentes manejos de cámara que pretenden —creo yo— jugar con la emoción del espectador, sea emoción positiva o negativa. Y es porque en la mitad del primer tercio Peele me describe lo común de la familia protagónica, escondiendo un secreto que corresponde a la familia, y mediante la cual dosifica información a modo de suspense que, inevitablemente, tendrá relación con el centro de la historia.

En latín «Maius inimicus quam ego non est» significa "No hay peor enemigo que uno mismo". Y, en parte, esta idea de la oscuridad humana es lo que explora la película en cuestión. Leí recientemente en un sitio que el director deja mucho a interpretación del espectador su película, y aunque creo que, cuando se trata de contar historias, es común esta intención, aquí la cancha es enorme. Es vasta por muchas razones: estilo de rodaje, diseño de producción, personajes y motivación. Y cada elemento está aquí, dispuesto, para que yo como espectador analice hacia dónde va la balanza de este proyecto.


Yo diría que el color rojo es sinónimo de pasión, de rebeldía, pero puedo estar equivocado. ¿Qué simboliza en el universo de Peele? ¿Ira? ¿Impulso? ¿Destrucción? Quizás ninguna, o todas ellas, encaminadas al concepto de invasión, que es lo que ocurre cuando aparecen estos personajes. Invasión del hogar, que metafóricamente puede ser la invasión íntima, la deconstrucción de lo esencial, de lo privado. Y aquí Lupita Nyong'o se lleva la estafeta, porque a partir de esta escena, de la invasión, es cuando me deleito con una doble interpretación de su parte que, dicho por los dioses del cine, es espeluznante, impresionante y admirable. La actriz juega un papel de dobles que contribuye a incrementar la tétrica atmósfera emocional de la cinta a niveles insospechados.

Peele, como en su ópera prima, provoca risas nerviosas y una confusión sustentada en la pregunta básica: ¿Qué es lo que buscan estos invasores? Y... ¿por qué lucen idénticos a los integrantes de esta familia? En este punto de reflexión, regresa a mi mente la introducción en blanco sobre los túneles y sus propósitos. ¿Qué conexión tiene esto, más allá de posibles secretos subterráneos? Cuando la música me lleva al momento en que Adelaide niña está deambulando en la playa, lejos del cuidado de su papá, y llega a una casa de los espejos descubre una terrible verdad: existe otra chica como ella. Rápidamente, Peele me transporta a un lejano presente, uno del que no aclara cuánto tiempo ha pasado desde ese extraño fenómeno.


Nosotros, a mi parecer, habla esencialmente de la oscuridad humana a partir de la envidia y la obsesión partiendo de la dualidad emocional de lo que se tiene y lo que no. Y parte de esta deducción la consigo cuando, en la escena de encuentro entre "originales" y dobles, la Adelaide copia comienza a hablar. Y lo hace espeluznante. Lo vuelve tétrico. Su mirada y su voz hielan la sangre. ¿Qué historia cuenta? ¿De qué va esto? Porque es claro que ella lidera a su familia, más cuando da instrucciones y todos se dispersan (pobre del papá).

Un juego estilo "el gato y el ratón" tiene lugar y, aderezado con una música verdaderamente aterradora, la trama avanza y entiendo que los protagonistas originales deben escapar. Y en su intento por conseguirlo, se ven obligados a aniquilar a su contra-parte. Más cuando acuden a la casa del vecino para encontrarse con que ellos... también tienen copias de sí mismos, las cuales se han apropiado de su exótico hogar, matándolos (en este escena, el primer chiste inesperado de la película, literalmente, provoca risas nerviosas) y sembrando un sutil pánico a su alrededor.

Adelaide y compañía, tras sobrevivir el ataque de sus "vecinos", ven las noticias y descubren que a su alrededor el fenómeno se ha esparcido. ¿Quiénes son? ¿Qué quieren? ¿Por qué se comportan así? Y mientras las preguntas sin respuesta se acumulan, la historia, hasta ahora de supervivencia, sigue su camino. Probablemente yo alcanzo a ver menos de lo que la historia me está diciendo con sus sutiles fragmentos informativos: la introducción de los túneles al inicio de la película, o los anuncios televisivos pertenecientes a una época y contexto que me es relativamente ajeno, más el hecho del carácter taciturno de los invasores, quienes portan consigo... unas tijeras. ¿Por qué esa herramienta y no otra? ¿Una regla? ¿Una bolsa? Las tijeras son para cortar; en un momento de invasión, ¿qué es lo que ellos buscan  «exterminar»?


Cuando se han alejado y aparentemente "ganado" la lucha a muerte con sus contrapartes, el guion permite "disfrutar" del que considero es el chiste más original, cínico, descarado, grosero y estupendo en una cinta de terror: la familia compite verbalmente por cuántas mujeres provocó cada quien, solamente para conducir el único vehículo de transporte disponible. Me parece tan fuera de lugar, que es genial.

Y ya cuando huyen camino a casa, y de día, todo el misterio queda, sino desvelado, por lo menos interpretado en su tercer acto. Adelaide se enfrenta a la copia de su hijo y a su propia oscuridad cuando persigue a su contra-parte entrando por aquella casa de los espejos, que por cierto, reza el título «Conócete a ti mismo», famosa frase dicha por Sócrates, filósofo de la antigüedad. Con qué defenderse, Adelaide recorre un inesperado mundo subterráneo en el que descubre su impactante verdad, la razón de su trauma y de quién es ella realmente.


Cuando el tercer acto se consumó ante mis ojos, me recordó mucho la frase "Las apariencias engañan". O la siguiente: "La realidad no es la que creemos". Cosas del estilo porque cuando el doble de Adelaide revela su impactante verdad, además de la lucha entre ambas por la supervivencia, me revela, a mí como espectador, lo que realmente ocurrió con Adelaide niña: fue intercambiada por su doble, conducida a ella "por obra de Dios" y llevada a un mundo oculto, subterráneo, donde la vida tiene otra cara, otra forma de interactuar y, de paso, Adelaide la verdadera copia, siendo la "copia" la original.

El mensaje que yo extraigo de todo esto es que Peele es muy bueno contando historias con altas dosis de tensión, personajes psicóticos y giros inesperados, adicionados con comentarios críticos hacia algún aspecto de los Estados Unidos. En este caso, la dicotomía entre lo que se tiene y lo que no, lo que se es y lo que no se es. Principalmente por la dualidad humana a la que apela sujetándose de los dobles. De nueva cuenta me impresiona su talento narrativo porque, recurre a mucho buen material para contar algo esencial: USA construye puentes subterráneos que ocultan una inmensa cantidad de personas en su interior, personas que buscan lo que otros tienen, estableciendo la perfecta alegoría dual del rico y el pobre, en todos los niveles y aspectos posibles.

También es probable que me equivoque en mis planteamientos, que esté yo en la posición inversa, en el lado equivocado, pero... es el riesgo delicioso de interpretar: nunca se sabe.

Conclusión:
Si vas a ver US —aunque a estas alturas es probable que ya lo hayas hecho—, ten en cuenta que se trata de una cinta cuyo terror yace más en el subtexto que en lo aprecia-ble a primera vista. Muy recomendable, pero también un tanto polémica.  

1 comentario:

  1. ¡La calificación más alta que he visto en este blog! Definitivamente “Huye” fue una muy buena película, que por lo que escribes, está película no sé parece en nada, ofrece cosas nuevas. Habrá que verla para entender más tu crítica, eso si no me da miedo.

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