Reign of the Supermen



He aquí la "secuela" de Doomsday, provista de lecturas sociales interesantes, pero algunos desperfectos. 

7.5



Tipo de artículo:
Crítica. 

Si, como yo, eres fan del Hombre de Acero, conoces su historia básica y las alegorías de su origen. El hombre de acero es la emulación americana de Jesucristo. Por lo tanto, sus arcos dramáticos al menos lo más importantes tienen referencia en la vida de Jesús. Ambos tienen "dones" especiales, son criados por dos bondadosos granjeros, de un modo u otro, crecen, se desenvuelven en un entorno lleno de paz e inocencia, valores que se oponen a la violencia y crueldad del mundo. Cada uno aparece en un pueblo determinado (Jesús en Galilea, después Jerusalén; Superman pasa de la granja a Metrópolis) obrando milagros, odiados por gente poderosa (uno por Pilato, el otro por Luthor). Se enamoran y mueren a los 33 años en el Juicio Final (Doomsday, para Superman). ¿Me faltó algo? ¡Ah, sí! Y reviven al poco tiempo para...desaparecer del pueblo que lo venera.

Aunque me pese admitirlo, Superman es la encarnación del Súper-Hombre cristiano, del sujeto que venció a la muerte y logró llegar a mejor vida, sólo que aquí es regresar a la Tierra, al pueblo que lo aceptó para, después, lidiar con un mundo lleno de copias de sí mismo, cada una con un propósito concreto, sea honrarlo, imitarlo, sustituirlo o, simplemente, recuperarlo simbólicamente. Así, en un arco que comienza de un modo moderno a muchas cintas es decir, los personajes que construyen la acción los conozco sobre la marcha y no con un prólogo que me explique qué hacen en la historia—, la película avanza de manera no tan potente como yo esperaba.

El Reino de los Supermanes es, pues, la gran historia "post-mórtem" trasladada a formatos caseros, la historia que, como yo, seguro revisitaste una y otra vez. Es esa clase de historia que te atrapa por formulación de la famosa premisa "¿Qué sería del mundo sin Superman?". Entonces, para darle sustento, o más que eso, algo que mostrar mientras el conflicto final llega, el foco del guion está puesto en Luisa Lane indagando las nuevas fechorías socio-políticas de Luthor. Sí, de nuevo..., está vez con el aditivo de que el mundo está en peligro y Luthor tiene más proyectos a partir de la ausencia de su más grande némesis.

Yo veo la cinta y noto una trama básica surgida a partir del misterio: si estos Supermanes aparecieron, ¿realmente suplantan al original o son la prueba de que el verdadero sigue con vida, tal y como tú y yo presenciamos al final de la cinta pasada? En esta trama básica, "complejizada" por el desarrollo e inclusión de los demás Supermanes, más el duelo emocional de Luisa, aprecio breves y emotivos encuentros con la Liga (los chistes de Linterna Verde son comodinos y bastante agradables), endulzados por el arco dramático de un villano de Superman poco visto y que, aquí, sirve su propósito medianamente: Hank Henshaw a.k.a. Cyborg Superman.

Así, mientras la historia avanza y me endulzo con la presencia de los cuatro auto-proclamados nuevos héroes, mi mente viaja a la trama de Henshaw, quien está más cerca que los demás de cumplir su objetivo, momento en que no solamente me conectan con la trama de War, sino que me ofrecen el primer "giro de tuerca" y junta tres historias pasadas, al tiempo que me ofrecen una batalla insulsa para el caos, anticlimática y casi desprovista de la emoción conseguida en los dos primeros actos.


El aspecto positivo por excelencia aquí es que la cinta se las ingenia para mantener el suspense, mientras Henshaw continúa con sus planes y la humanidad, débil y de luto, no sabe que está en peligro. Veo poco a los padre de Clark, pero sí veo un poco más a la Liga de la Justicia. Digo, soy de los primeros en celebrar que haya más películas de Superman que de Batman, y me pareció una excelente idea modernizar La Muerte de Superman para las nuevas generaciones. Y parte de esta intención se nota en el equipo detrás: dirige Sam Liu (la mente creativa detrás de Liga de la Justicia y Jóvenes Titanes, Liga de la Justicia: Dioses y Monstruos y estuvo inmerso en Juda´s Contract), por lo que me esperaba una cinta un poco más épica que la que finalmente veo.

La experiencia de Liu en la dirección es palpable, pero no así (creo yo) en su manejo creativo del personaje hacia la historia. Me explicaré: supo sacarle jugo al guion con respecto a los diálogos, escenas conmovedoras y no dejar "sin uso" a los personajes en sí, pero rumbo al final, siento que pudo mejorarlos en su arco emocional; retoma a Darkseid, uniendo esta con la cinta de Los Nuevos 52, pero todo queda en segundo término porque Henshaw despega como personaje, siendo, en última instancia, el gran enemigo a batir. 


Y su posición como villano final me ofrece, gustazo aparte, una de las lecturas sociales, sí más vistas, pero también mejor aprovechadas en una cinta animada: el fascismo como herramienta de coerción. Porque, con su propósito en medio de la historia, yo veo a un sujeto que, sí, es manipulado por el gran villano de Superman, pero también veo en él la capacidad de influir, aunque sea efímero su "reinado". Puede que me critiques por alabar un aspecto de la historia que es poco consecuente con la trama general aquí, pero el simple hecho de que lo aborden en una cinta animada, la "adultiza", la vuelve más personal, más oscura e incluso más interesante.

Sí, la conocida serie de Liga de la Justicia del canal cinco (la menos placentera a mi gusto de todas las adaptaciones), ya ha tocado varios temas importantes como la inclusión social, el valor de realmente marcar la diferencia y de cómo unidos aún en las peores circunstancias puede haber posibilidad de cambio y mejoría, pero aquí esto, si bien es repetitivo y no lo niego, colocaron una muy puntual escena en que es clave y refresca la idea en sí misma: los ciudadanos en el bar. Y esto, quizá como boceto, es reforzado a modo de acciones, por los cuatro nuevos Supermanes.

Es casi como si cada réplica del Hombre de Acero representara algo distinto: uno la gratitud, otro el totalitarismo, uno más la vanidad, y así sucesivamente. Son metáforas visuales interesantes que hallo aquí y que, engarzadas finalmente con la aparición del personaje original, quedan subsumidas para dar el toque final: lo mejor/peor aún está por venir. 


Aunado a estos puntos que me parecen fabulosos en la cinta, está la corrección de un pormenor antes molesto, ahora revitalizado: la "sociedad". Aquí el público presentado ya no es tan "unidimensional", ya la gente tiene nombres, motivos y acciones. En parte por eso la idea del fascismo funciona tan bien aquí, porque recurre a un trasfondo colectivo primario para que acabe por importarme si a uno u otro ciudadano lo dañan física o moralmente.

El Reino de los Supermanes es, invariablemente, una enseñanza sobre el individuo, sobre hacer lo correcto, pero también una alegoría casi "regaño" sobre lo más simple de la vida: si cae uno, caemos todos. El luto en Metrópolis aquí, a mi forma de verlo, funciona como una hipérbole de la muerte, sobre lo apagado de la vida una vez que la luz se ha extinguido. Sin el guía, la población queda ciega, deseosa de ver por dónde pisar o caminar, y por eso aparecen los demás Supermanes, todo en esa lectura social sobre las vertientes de la vida misma. Y, como Superman, sólo hay que tener esperanza. 

Conclusión:
El Reino de los Supermanes es una cinta entretenida, emocionante a ratos y con pintazos de color y humor. Es, en lo mínimo, consecuente con todo lo visto hasta ahora en la serie de películas animadas de DC y WB. Es, a su vez, una aceptable adaptación al cómic (claro, con sus cambios y adaptaciones a fin de hacerla "ágil" y rápida para las nuevas generaciones), que puede gustar o no. No es la mejor cinta del personaje, pero la prefiero a una más de Batman. 

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