La adaptación como alternativa.
Después de varias adaptaciones live-action pertenecientes al cincuentero (sesentero, setentero…) repertorio de películas animadas de la casa del ratón, era cuestión de tiempo para ver la adaptación al clásico animado oriental que, como es sabido, quita, inserta, añade, mezcla y tergiversa a fin de contar una historia de proporciones juveniles, infantiles y aderezarla con la clásica fábula de crecimiento, sello eterno de Disney.
Ya
tuve La Bella y La Bestia, que gustó y disgustó. También llegó Mowgli,
que gracias a la visión de Favreau, tuvo éxito por su discurso sobre el hombre como agente invasor hacia lo que es natural. Posteriormente apareció
Aladdín, que quiso meterle más discurso político arriesgando en el camino parte
de la historia esencial, y aunque el elenco era similar a los personajes,
también sufrió algunos cambios. Me provocó dudas; más adelante llegó el aviso
de la ambiciosa adaptación de El Rey León y esa sí me dolió por la pobreza
de espíritu argumentativo que ofrecía. También en el panorama están La Dama
y el Vagabundo, aunque de esa te contaré mis impresiones más adelante. Por
ahora, detengámonos un momento en Mulán.
No sé si debí esperar algo, no sé si debí verla en modo automático o si acaso debí fijarme en los sutiles cambios que el guion coloca en la historia, o en la necesidad de una hechicera que llega, amenaza, revela su poder y luego se sacrifica por la heroína porque Mulán es un reflejo esperanzador de lo que ella misma fue en algún momento atrás. De verdad, no lo sé. Liu Yifei como Mulán me convence en sus momentos de vulnerabilidad (no cuando usa sus habilidades) porque captura esa esencia de noble rebeldía que, para cuidar su imagen y proteger a los suyos, DEBE tomar decisiones difíciles. En este sentido, el personaje me convence y hasta aquí va todo bien.
Ya cuando me presentan a su familia y el contexto en que viven… no me cuadra. Sí me creo la justificación de Mulán para intercambiar el papel que su padre tiene con su patria, pero cómo se hace un lugar en la milicia me parece casi Deus Ex Machina. Y de corazón agradezco que esta adaptación no sea una calca como lo fue El Rey León, pero de nueva cuenta el problema aquí es que detrás del nivel de acción que la película ofrece hay una carencia evidente: poco argumento nuevo qué proponer.
Ahora bien, aunque son varios contras, las escenas de acción están bien hechas. Y los pequeños momentos de interacción de la protagonista con la hechicera me parecen casi una alegoría sobre “Sé quién eres. Hasta que no aceptes quien realmente eres, no avanzarás. Deja de jugar; no te hagas la tonta” que entretienen y le agregan tantito misterio al largometraje, pero… ¿es suficiente? ¿Y si dejo de ver la película como una adaptación y comienzo a verla como una apenas aceptable alternativa fílmica (ignorando a todo Disney detrás)? Y no menciono los factores técnicos porque las pantallas verdes son obvias: esos atardeceres ni siquiera lucen entretenidos, además de que el elenco secundario no sobresale y la insinuación amorosa entre Hua Mulán y Chen Honghui es simpática. ¿Algo más? Porque todavía no veo la película de los perritos lindos que se enamoran y ya no sé qué pensar.
Escribo un poco desde el prejuicio, un poco desde la congruencia y otro poco desde la sapiencia. Desde su génesis algo que ha caracterizado al estudio del ratón anti-semita es la falta de originalidad; su repertorio es un compendio de adaptaciones de cuentos europeos, re-interpretaciones de novelas clásicas o leyendas populares, y hasta deconstrucciones de otras obras, así pues hablar de sus clásicos animados a partir del término 'original' es una verdadera falacia.
ResponderBorrarSiguiendo ese comportamiento cuasi genético, la compañía se ha empeñado en transportar sus clásicos animados al formato de 《live-action》, todo en el nombre del capitalismo. Y al hacerlo ha re-elaborado las historias a partir de decisiones creativas “seguras” (inclusión, 'realismo', corrección política...) que ha derivado en productos mediocres y de calidad pauperrima. Mulan no es la excepción.
Éste sería el 4to largometraje del 'renacimiento' —de 1989 a 1999— incorporado a la infame saga del live-action, siendo tan desastrozo como cualquiera de los otros. De hecho, de los 17 filmes que se han transportado al formato en directo, sólo uno ha resultado medianamente rescatable: La cenicienta, y es que, aceptémoslo, la cinta animada de referencia es de las más sosas de la compañía cuyo mérito radica sólo en la fabulosa animación —los efectos del live-action palidecen contra la cinta animada— y su entrañable antagonista Lady Tremaine. Dicho esto, ninguna otra ha alcanzado siquiera a tocar el encanto de sus referencias animadas. En primera porque no hay riesgos, todo es una improvisación de fórmulas, y en segunda porque no hay personalidad, son productos genéricos.
La escala es otro factor a considerar, las escenas en live-action se sienten tan reducidas en comparación con los escenarios grandilocuentes y las dimensiones gargantuescas de las animadas. Y en la cinta que toca hablar ahora peca de todo lo anterior y además de incongruencia narrativa.
La leyenda en que se basa la historia habla de una mujer que se enfrentó a las imposiciones de su tiempo y puso su vida en riesgo a favor de otros, esta versión presenta a una x-woman del medioevo chino siendo toda chingona, sin fallas ni retos. Tampoco se sienten sus motivaciones, en la versión animada el móvil de la protagonista era darle honor a su familia, cosa que en ningún momento se establece en la re-interpretación, además todos los personajes son igualmente olvidables.
La música pierde por completo razón de ser al carecer de la narrativa que tenían las canciones (y las canciones no me agradan, pero sí eran importantes en la trama) sin ningún pivote dramático que compense. Reemplazaron personajes entrañables con unos monigotes vacíos y sin gracia.
A Disney le falta armar el equipo creativo correcto, no sólo abanderar causas sociales vacías y velar por una postura autoritaria que va secando la identidad de todo lo que se produce... o bueno casi todo. El avance de 'Raya...' es un buen ejemplo de que se pueden lograr grandes cosas con la visión apropiada. Hacen falta buenas historias, no historias recicladas.
Podría seguir ad infinitum pero el punto es claro: es una mala película, como todos los live actions que se han hecho, así que la mejor forma de parar ese escandaloso despilfarro es dándole la espalda a semejantes adefesios y que se entienda el mensaje: nunca más.