El Rey León



La versión live-action  de El Rey León, dirigida por John Favreau, me produce el mismo sentimiento que la versión de Aladdín: entretenida, comentarios sociales, libertades creativas, pero por debajo de la cinta original. 
6.5

Tipo de artículo:
Crítica. 

De inicio: recomiendo muy poco el 3D de Cinépolis. Es un hecho que el de Cinemex es mejor; el formato está mejor aprovechado en "la magia del cine". En segundo lugar, qué alegría y qué decepción me produjeron El Rey León. En tercer lugar: aclaro que el Rey León es mi favorita de mi Top #5 de cintas Disney... La ambivalencia (¿o paradoja?) es porque Favreau entrega una cinta que comparte un espíritu gemelo de ejecución comparable a Aladdín. Por eso mismo, a medida que la película avanza, noto similitudes y algunas decisiones creativas que se separan del filme animado. El inicio "ah, cigüeña!!!" me llenó de alegría y qué bueno que éramos pocos en la sala porque, si no, varias personas se habrían burlado de cómo movía mis pies y brazos al son de la canción. El Rey León, ante cualquier otra cosa, me parece una cinta tan fiel "cuadro-por-cuadro", que me demuestra que se puede ser fiel y NO mostrar espíritu alguno en una película basada en una cinta animada.

Todo el inicio de la cinta es idéntica a la película animada, con Mufasa enseñándole las lecciones (de un soberano rey) a su heredero Simba. El paseo, la caminata, Zazu hasta que llegamos al primer giro (como en la cinta animada) del live-action: la desobediencia de Simba, espoleado por su codicioso tío Scar. El cachorro convence a Nala de visitar el Cementerio de elefantes, sin saber que le espera un peligro allá. Todo va bien, hasta que veo que Favreau recrea la escena de un modo diferente a la cinta animada: Mufasa los rescata de una mortal emboscada. Correcto, pienso que lo hizo de esa manera para que luciera más real la escena, una cinta conservando la "emoción" de la trama traduciéndola a un lenguaje más creíble. Primer cambio o libertad creativa. Esto me parece bueno y malo simultáneamente porque me gusta la fidelidad al material original —sí, aunque sea vacuo y un mero intento de explotación monetaria— de manera que no atente contra la esencia o fábula de la historia; mi problema principal es que este live-action está peligrosamente cerca de lograrlo.


Ignoraré, por un momento, lo que varios críticos han señalado y en lo que termino irremediablemente de acuerdo tras haber visto este esperadísimo largometraje: el hecho de que Favreau creó leones TAN REALISTAS, que lucen carentes de emoción. La historia continúa y Mufasa alecciona a su hijo a ser responsable de sus decisiones, siendo que su imprudencia casi le cuesta la vida. Ok, regularmente bien. Pero Scar es quien luce más vulnerable ante las hienas, cuando en la versión animada es alguien mucho más poderoso, más malévolo, más..., más..., más..., etc. Porque, a mi juicio, aquí Scar es más sutil en sus motivaciones, igual de manipulador que en su contraparte animada, pero más reemplazable que nunca. Y si a ello le agrego el trasfondo que parece tener, aquí, con Sarabi, es cuando Favreau aprovecha a incorporar el esperado comentario "crítico" político de un pueblo en hambruna.

Reconozco que el Rey León, al menos la versión que conozco y que me sirve como fuente de inspiración y juicio a esta valoración ha apuntado su interés analítico hacia el hijo que, embargado por la culpa, huye del problema, y a la sociedad que, carente de un soberano que la guíe a la felicidad comunitaria, permite ser liderada por un psicópata obsesionado con el poder, escondiendo en éste su misma condición natural de pobreza. Scar es, me aventuro a decirlo, la osadía encarnada del soberano político que, incapaz de reconocer su error y la vacuidad de su motivación, culpa a los demás por su error. Queda aparte el hecho de que este Scar esté más motivado por la envidia y la vergüenza, porque al final es la mitad de villano que su contraparte. Para no restarle más puntos a la cinta por el diseño de los personajes, diré que Scar es el más realista y el que mejor expresa —metafórica y literalmente— la esencia de su propia psique: pobre de espíritu, consumido por el celo, por la envidia. 


La muerte de Mufasa me produce CASI (no, no lo logra) la misma emoción que la animada, sino fuera porque justo en ESE instante sentí que veía la parodia de un documental sobre leones. ¿Puedes imaginar la risa que me contuve en el momento más "dramático" de la película? El precio de ver una cinta «realista». Por lo mismo la huida de Simba de las hienas, deseando para mis adentros que fuera lo más apegada a la animada, termina por hacerme reír (las hienas fueron de los elementos más destacados y graciosos que vi en la película) con la confabulación de éstas por ocultar la verdad, simplemente porque les da flojera bajar a sortear las espinas y comprobar que el cachorro realmente murió.

Y llegamos a la segunda y más esperada parte de la película: la llegada de Timón & Pumba. Si bien Pumba me dio risa, aplaudo cómo lo caracterizó Favreau; también, por realista, es tan "curioso" como lo es timón, y su famosa "Hakuna Matata" me parece divertida, pero no memorable. En este punto es donde la cinta peca más que nunca de la emoción de su predecesora simple y llanamente porque león, cerdo y suricato carecen por completo de la capacidad para transmitir el carisma de sus contrapartes animadas. ¿Me estoy yendo muy lejos con las continuas comparaciones? Probablemente y por ello quizás me gane tu odio. Porque Hakuna Matata es, aquí, una repetición con una mezcla de trasfondos de esta cinta sin que haya coherencia dialéctica o una pizca de demarcación psicológica en los personajes. Vaya, tampoco hay arranque emocional ni algo que me motive a llorar de la alegría. 


El precio de las libertades creativas es alto, y aquí lo estoy pagando. ¡Y lo que me faltó! La escena en que Nala persigue a Pumba es... otra, diferente. Tétrica, pero predecible. Por lo demás, cachetada con guante blanco la huida de Pumba y el "encontronazo" de Simba adulto con Nala. ¡Favreau! Me cambiaste por completo la jugada, y no solamente eso, sino que removiste (lo hiciste a propósito, ¿verdad Jon?) totalmente la escena en que Nala les explica a Timón y Pumba todo el árbol genealógico de Simba. Esto conduce a un INMENSO HUECO ARGUMENTAL. Si en esta versión Nala no les explica —o sí lo hizo y lo dejan «implícito»— nada a ellos y se regresa a casa, decepcionada del Simba crecido, ¿cómo demonios es que Timón y Pumba llegan o, por lo menos, saben que Simba ha emprendido el regreso a su antiguo hogar? Es algo que de verdad no me explico. 


Más libertades creativas porque todas las intervenciones de Rafiki apenas y me gustan, apenas y me entretienen, apenas y me dan risa. Es un Rafiki más "agarrotado", y omito enteramente el "cómo" se percata de que Simba sigue vivo. No me hables del epílogo, ése no existe. El Rey León, versión live-action representa para mí el precio de querer ver una cinta fiel cuadro por cuadro, entendiendo, por consiguiente, lo que significa que una recreación pierda estilo, profundidad, calidad y personalidad en el camino. Oh, por todos los cielos... 

Conclusión:
El Rey León es una cinta que entretiene poco, que no expresa el acierto de La Bella y la Bestia (por ejemplificar), pero sí se muestra fiel a muchas escenas de la animada, tomando libertades creativas cuando no debe hacerlo. Por esta razón, es una cinta con poco qué presumir, y que ME demuestra que la fidelidad no necesariamente se encuentra en "seguir la fórmula al pie de la letra". 

2 comentarios:

  1. Ay, ay, ay… ¿por dónde empezar…?
    Quizás de inicio aclarar que live-action, esta adaptación no tienen ni madres.

    Algo que sostengo enteramente es que la idea de “mejorar” una animación para pasarlo a película tradicional —o una nueva animación fotorealista— es una despampane muestra de ignorancia. Es claro que ese entendimiento no es el talón, per se, del monopolio del ratón, quizás de algunos sus ejecutivos pero no de la compañía, no… aquí el móvil es un temerario consumismo rapaz.
    No pienso usar el término original para designar ninguna cinta predecesora porque si algo caracteriza a Disney es que es todo menos original. Les reto a que me digan UNA sola aportación no inspirada en material previo. Sin embargo hablando de las versiones animadas que constituyen la colección de ‘Clásicos’ no tienen ningún sentido más allá de la evidente rapiña.

    Ignorando esos tres filmes de los noventas que iniciaron la idea, desde el 2010 con la repulsiva Alicia en el País de las Maravillas, hay sólo una re-adptación cuyo resultado es en el mejor de los casos equiparable a la referencia animada: la Cenicienta. Y sólo porque la versión de 1950 es de los casos más desabridos del estudio con el único mérito de una animación con técnica muy bien lograda. Y porque Branagh entiende bien las películas de época. El resto son exposiciones lamentables, sosas, pusilánimes y mediocres cuyo único mérito es remarcar el impresionante logro de sus contrapartes.
    Todas y cada una de estas “mejoras” son un deplorable ejercicio de mediocridad y mezquindad. Todas se sienten como cintas más pequeñas, mientras las cintas animadas entregan un universo que se antoja vasto y gigante, las versiones live-action se sienten como la maqueta muestra de las anteriores. Las animadas son películas cinérgicas, coloridas y con despliegue de imaginario visual encomiable, por el contrario en las otras hay un desaprovechamiento absoluto de todo: direccion, actuaciones, edición, iluminación, movimientos de cámara, lenguaje visual, simbolismos. Impera un empobrecimiento de piel pálida. Es como si se viera una película enferma, moribunda, demasiado frágil para mantenerse de pie.

    Personalmente la gota que derramó el vaso fue La Bella y la Bestia, que sea dicho de paso la vi a regañadientes, el tedio fue tal que era imposible no formularse en la cabeza: “qué chingadera estoy viendo”. Hay al menos 6 re-adaptaciones más en la lista por venir y la responsabilidad del buen cinéfilo —en especial dado los resultados a la fecha— es NO aprobar, financiar, darle espacio a estas máquinas de recolección monetaria, porque no son películas.

    Deberían escuchar las palabras de su personaje Cogsworth/ Din-don: “If it’s not Barquee, don’t fix it”

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  2. A mí me parece que el trabajo de animación digital fue excelente. Ahí hay un verdadero logro que no hay que dejar pasar desapercibido, ya que debió ser un trabajo sumamente complicado el igualar el más mínimo detalle de un león real. Y sí definitivamente, una película en 3d es mejor verla en Cinemex.
    Lo único que podría reclamarle a la película es la breve participación de Timón y Pumba, quienes fueron fundamentales para el éxito de la versión animada.

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