Crítica a El viaje de Chihiro




El viaje de Chihiro es una aventura introspectiva con crítica a la humanidad. 

El cine es una industria sumamente prolífica. Bajo la idea del entretenimiento nos otorga tanto buenos, excelentes como aburridos momentos en nuestra vida. Es así que tenemos películas para odiar, amar o algunas ante las cuales no mantenemos una postura específica. También están las que nos dejan una sensación de maravilla o admiración que ciertos individuos demuestran ante la vida. Y El viaje de Chihiro entra en esta última categoría. 

Estrenada en cines hace casi 14 años, esta película escrita y dirigida por Hayao Miyazaki es un filme con una fuerte y conmovedora historia, pero eso sí, repleta de detalles, por lo que es recomendable que una vez que le damos "inicio" a la película con el control remoto, no debemos despegar nuestra vista de cada pequeño suceso que acontece frente a nosotros. Plagada de moralejas que quizá el espectador pueda no advertir la primera vez, es una historia muy singular que se define por sí misma. No obstante, es importante aclarar la transición del título, despegado un poco del sentido original de la película. La traducción técnica y exacta del filme es "La desaparición espiritual de Sen y Chihiro".

Conocemos a Chihiro Ogino, una niña de diez años que se encuentra en medio de una mudanza familiar y, para ahorrar tiempo, su padre toma un atajo y terminan perdidos. Llegan a un túnel y al atravesarlo descubren una ciudad abandonada. Después de un tiempo, Chihiro se da cuenta de que la misma es poblada por extraños espíritus y, así, decide buscar a sus padres sólo para descubrirlos convertidos en cerdos. La historia se desarrolla en el intento de Chihiro por romper el hechizo y rescatar a su familia. 

 El primer aspecto a evaluar y que es excelente es el diseño artístico a cargo de Yōji Takeshige que, junto con el de producción por Toshio Suzuki, es impecable. Los dibujos en general (los matices, las texturas, las escenas, los contornos) son espectaculares y dignos de aplaudir. Gracias a estos detalles logramos disfrutar plenamente del filme en cada uno de los aspectos que lo constituyen, pues entre escenas hace que pasemos de paisajes tradicionales a otros tantos que son reforzados correctamente por la tecnología. 

 En cuanto al guión, muy bueno, casi perfecto, pues aunque el primer acto tiene algunos tropiezos que se resuelven al inicio del tercero, no deja de sorprender y emocionar conforme la historia avanza. Nos introduce con calidez a este mundo sobrenatural, además de que desarrolla con exquisita elegancia a cada uno de los personajes, resaltando a Chihiro y Haku. Contiene infinidad de moralejas que son recomendables de analizar a detalle, lo que sugiere ver la película varias veces. 

 La música compuesta y dirigida por Joe Hisaishi y Yumi Kimura —colaborador habitual de Miyazaki—, e interpretada por la  New Japan Philarmonic. es cuestión aparte, ya que se define como uno de los elementos mas fuertes de la película. Conmovedora, envolvente, atractiva, sentimental, asertiva al tratar de enfatizar las emociones de los personajes, convirtiéndose en un personaje más. Espléndida. 

 El único punto en contra aquí es el ritmo, que en algunas secuencias se ralentiza, dificultando un poco el curso de la narrativa, pues a veces se orilla tanto hacia el suspenso, que rompe un poco el equilibrio.

Según algunas fuentes, Miyazaki consiguió la inspiración para esta historia gracias a la presencia de algunas amigas; deseaba construir una heroína que pudieran admirar y con la cual simpatizar, identificarse. Independientemente del origen, no es de extrañar que sitios de grandes críticos de cine le dieran a esta película excelentes calificaciones, siendo la de 9.5 el promedio de todas ellas.

 En conclusión, El viaje de Chihiro es una hermosa historia que al llegar a los créditos finales, uno simplemente no puede dejarse maravillar por lo que acaba de ver.

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