Y tras una larga ausencia, estamos de vuelta...
Barbie, de Greta Gerwig, es un producto interesante con una reflexión adecuada a nuestros tiempos actuales.
Por EdSQ
A
poco más de una semana de su estreno, Barbie sigue generando polémica en redes
sociales (llámese Facebook, Twitter, Threads, Discord o incluso TikTok). Que
si es muy feminista, que si es muy machista, que si está desbordada en su planteamiento,
que si exagera, que si su mensaje es retrógrada, anticuado, muchos peros;
¿dónde queda, pues, lo positivo? Y vaya, lo dice alguien que tenía resistencia
a verla. Simplemente… no me convencía. Pero me dejé llevar y lo más curioso es
que terminé gratamente intrigado porque no esperaba que Greta Gerwig (¿la
recuerdas? Ella dirigió Mujercitas, Lady Bird —¡estupenda reflexión a la
juventud rebelde!—, Ruido de fondo, entre otras) terminara brindando un producto más redondo en sus proporciones de lo que cabría esperar.
Solamente en los avances la cinta prometía una suerte de reflexión sobre
el propósito del ser humano en la vida (¿Han pensado en morirse?"), ahogado por un tono cómico ("¡Muero por bailar") y quizá
hasta satírico que terminaría por empañar una posible reflexión.
Afortunadamente todo eso quedó en especulación, pues el filme que toma como base el guion escrito por la misma Gerwig en compañía de Noah Baumbach,
no solamente rescata, explora y desarrolla ideas interesantes, sino que aparte
de mantenerse “fiel” al universo del personaje, lo lleva más allá y lo
convierte en un catalizador narrativo para analizar, entre otras cosas, sobre
el papel de los géneros como concepto y construcción social en el mundo
contemporáneo¸ y esta premisa (por demás interesante y vigente), está vertida en
ingeniosos diálogos, giros de tuerca y en la manera como el cambio de
realidad impacta en la percepción de los protagonistas —Barbie y Ken en el mundo real—; todo este conjunto
resulta en un estupendo espejo social en el que nos vemos a nosotros pensando, diciendo y gritando "¡Caramba! Sí, tal cual" o "¡Oh, no es posible! Es cierto..." y así nos desternillamos de risa o sonrojamos al ver el peligroso paralelismo con el mundo que hemos creado que sirve de base argumentativa en Barbie para, sencillamente, esbozar —sin juzgar— a la sociedad actual.
Gerwig
utiliza a Barbie (interpretada, principalmente, por la genial, adorable,
brillante y carismática Margot Robbie) como un vehículo metafórico que nos permite ver a nuestra sociedad con otros ojos, como un regaño amoroso que se transforma en una fábula delicada, empática, pero firme. Todo esto, eventualmente, es convertido en una alegoría social. Pero cuando
pasa de una figura literaria a otra, ya el foco no es el inicial comentario
sobre el Hombre y la Mujer como figuras sociales, sino ya algo más profundo y
que vemos en el personaje de Ken: como personas, como humanos y seres
imperfectos, tendemos subconscientemente a buscar la validación en el exterior;
la utilidad. Ya sea en personas o cosas. Y es un hábito constante que como sociedad nos hemos impuesto; siempre el entorno primero. Luego nosotros, nuestra salud.
Habrá quien tache de cursi o exageradamente existencialista esta visión, pero es indudablemente una de las tantas lecturas que Gerwig se ha atrevido a compartir en su visión
de la rubia muñeca más famosa del mundo desde 1959.
A la película, más allá del comentario filosófico que le acompaña —que
no es denso ni mucho menos, es orgánico, divertido y hasta desafiante—, la
caracteriza una impecable producción y un variado elenco que está llamando la
atención. Además de Margot Robbie tenemos al sin igual Ryan Gosling¸ a Simu
Liu (quienes no estén familiarizados con el Universo superheroico de MARVEL
no lo ubicarán como Shang-Chi) y a secundarios de la talla de Will Ferrell (un
actor que no me simpatiza, pero cada quien…), Michael Cera (cuyo personaje
ofrece otra interesante fábula sobre la apreciación, el valor interno y la auto-aceptación),
y así otros secundarios más o menos destacados salidos de interesantes series
como Sex Education de Netflix.
Pero
para un servidor, si algo es desechable en la película, son los números
musicales (con clara excepción del número en el que Ken y Ken [Gosling y Liu] compiten), el
resto me parece olvidable (ni la canción de Dua Lipa se salva a mi parecer, además de que ella sale UN segundo y eso que la admiro y me gusta su música). No le quitaría
metraje a la cinta, está muy bien condensada, bien dirigida y todo su mensaje
sobre ¿Por qué a fuerza debemos seguir estereotipos sociales? ¿Por qué debe
ser forzoso emparejarnos con alguien? ¿Es porque queremos o porque alguien lo
quiere por nosotros? ¿Cuál es nuestro propósito? Es bastante llamativo, envolvente,
muy ad hoc con Barbie como elemento narrativo que sustenta la meta-referencia
sobre la vida. Vamos, al final es una comedia que intenta ser simplona y
consigue algo mucho más espectacular. Pero eso sí, si en cualquier momento
hubieran pasado la canción Barbie Girl , de Aqua, entonces SÍ habría
sido un bombazo que justifique los videos en TikTok de hombres y mujeres
bailando en las escaleras de las plazas comerciales.
Fuera
de eso, me quedo con la reflexión social que sí es inspiradora (para quien detracte
la película y argumente que es exagerada por x ó y, claramente no entendió el
mensaje, pues la película en NINGÚN momento ataca a ningún género sino que los
lleva (eso sí) a cuestionarse su fundamento, su raíz, su porqué, deconstruyéndolos
y transformándolos en algo más, y con la actuación del elenco y Gerwig tras la
cámara, este ofrecimiento es bienvenido, rompe esquemas y otorga los
ingredientes para repensar el pavimento fílmico venidero. Solamente queda
esperar que futuras producciones en camino (les hablo a ustedes, Monopolí y Hot
Wheels) también arriesguen y den sus propias observaciones, no quedándose
en la burbuja de seguridad. Háganle como Barbie, vean qué más hay afuera.
Aaahhh, la polémica sin sentido de los egos inflados.
ResponderBorrarDe entrada si de algo peca socarronamente la cinta es de complaciente, con la marca,
con el público y con la muñeca misma. Eso sí, establece momentos de crítica ácida que señalan sin recato las lagunas de imperfección que atañen a cada postura.
Los susodichos escándalos sobre las ideologías impregnadas por detractores y seguidores están más en la mente de los públicos polarizados que en la cinta en sí.
No niego que existen elementos de "feminismo" y "patriarcado" y "liberación" entre otros tantos tokenes francamente maníqueos pero los exhiben en el absurdo que los dintingue precisamente porque la realidad tiene una complejidad que supera y barre estos conceptos con brutalidad e indiferencia.
En un principio supuse que sería un ejercicio similar al de Lego-Movie en que la cinta completa era el universo Barbie alterado desde las inquietudes de una niña jugando con sus muñecas, si bien el paralelismo está ahí no termina de ser tan lineal y se da la libertad de saltar entre realidades y alterarlas al derecho y al revés de una forma hilarante.
Es tan admirable la sutileza con que establece el concepto de Barbieland como el reflejo de los juegos infantiles y el choque de dicha fantasía artificial a tope contra las adversidades perpetuas de la realidad nada perfecta y enteramente caótica.
El diseño de producción es de lo más implecable y el uso de los recursos escenográficos para hacer sátira desde la obviedad (entiéndase 2001: Odiea en el espacio, que por cierto me hizo reir desde el primer segundo) hasta los detalles desdibujados entre cambio de escenarios, me parece fenomenal.
Gerwig es sin lugar a dudas una directora consumada con un producto mediático para las grandes masas totalmente accesible y sin perder ni su sentido del humor característico ni el ingenio para señalar las incomodidades de la sociedad atrapada en su propio discurso comodino, desmoronándose en grietas irracionales aferradas a existir más allá de su inminente desvanecimiento.
Respecto al detalle de 'Barbie Girl', en efecto HUBIERA sido la cereza del pastel de no ser porque los imbéciles miopes de Mattel se les ocurrió demandar al grupo cuando lanzaron el sencillo sólo para perder la demanda y de paso el derecho de uso.
Si los CEO's dejaran de pensar sólo en dinero, este tipo de productos conciliadores entre lo entretenido y lo propositivo se podrían generar más a menudo.