Presencias del Mal (The Turning)




Presencias del Mal es el tipo de película de terror que, tras los clichés, esconde un contenido inesperado. 

7.0

Tipo de artículo:
Análisis.

Antes que nada, debo confesar que soy fan del cine de terror desde que James Wan estrenó, allá en 2013, El Conjuro, una de las cintas del género más disfrutables de los últimos años. Y claro, no puede quedarse atrás el gran referente en el género: El Exorcista. Pero ocurre algo: que independientemente de la fuerte carga teológico-filosófica que tenga la legendaria cinta de William Friedkin, de la increíble profundización en el concepto de la fe y de toda la revolución de su época, El Conjuro goza de algo equiparable-mente especial: cada escena de la cinta de Wan es disfrutable porque, recurriendo a una justa metáfora culinaria, es una ensalada muy bien hecha. No le falta nada, pero no es una obra maestra. Se queda en una estupenda cinta de terror que goza de un formidable guión, buenos efectos, ambientación, producción, actuaciones y más… Así, ¿cómo no volverme fan del género?

Pero [también] ocurre que yo al menos espero cintas de terror con la misma calidad en sus guiones. Es decir, me quedé con el sabor de El Conjuro, que podrás decirme "Exageras" o "¡Sí, yo también!"... ¿Pido mucho acaso? ¿Es o no es algo digno de solicitar? Hay algo en el género que espero desde que vi The Conjuring: personajes entrañables enfrentando un mal inexplicable. Y aunque NETFLIX tiene algunas buenas propuestas en su catálogo, me sigo quedando con ganas de algo, no sé qué falta, pero no está ahí.


Vi el avance recientemente de Presencias del Mal, cinta del género mal traducida que, para mi sorpresa, se basa en un libro. En lo positivo, no conocer el material fuente me ayuda a interpretar la cinta más allá de los márgenes esperados; no conocerlo, puede provocar que me desvíe o que no consiga recibir oportunamente el mensaje tanto de la directora como del autor. ¿Me arriesgo?

Kate (Mackenzie Davis, a quien recuerdo de Terminator: Destino oscuro) es una joven institutriz que viaja a una mansión europea para darle lecciones académicas a una pequeña, llamada Flora (increíble actuación de Brooklynn Prince), quien tiene un hermano mayor llamado Miles (Finn Wolfhard,  de Stranger Things, impresionante) y que aparece a cuadro antes del segundo acto de la cinta. Kate debe encargarse de la educación de la pequeña, pero en el camino —o “transcurso” de la cinta— sucesos inexplicables tienen lugar, desafiando la cordura de Kate. 


No obstante, rebobino un poco la cinta para volver a un punto crucial que dicho todo/nada de la protagonista: abandona a su madre, recluida en no sé qué sitio y en el que no despega la mirada de su pintura. ¿Qué pinta con tanto ahínco? La primera pista llega... al final de la proyección. ¿Qué oculta? ¿Quién es ella? ¿Por qué es relevante? ¿Por qué no simplemente mencionarla y dejar que el factor psicológico permee en la protagonista sin que la mamá aparezca? Podría funcionar... Pero no. Su madre está ahí como indicador de algo: Kate está huyendo. ¿De qué? Es parte de lo que Presencias del Mal me hablará en su camino. 

Estas incógnitas reciben un tratamiento apenas abordado por motivos evidentes: la directora busca volverme parte del viaje al yo interpretar lo que veo: y lo que veo es una persona tan secretamente traumada como la propia mansión a la que asiste. Huir de algo, de sí misma, de su familia, de su abolengo..., yo qué sé. Hay algo ahí, inquietante, y Davis es estupenda recreando/proyectando esas emociones, a pesar de lo evidente del rodaje por el uso de la cámara. Y mientras que Wolfhard crea un personaje íntimo, odioso, astuto y con un trasfondo integral en la historia, es la hermana de su personaje quien termina siendo una REVELACIÓN en toda la extensión de la palabra. Precoz, sensible y extrovertida, no hay más que añadir. 


Ya no puedo decir que estoy en el prólogo después de varios párrafos, pero sí puedo añadir que la cinta aprovecha de forma bastante aceptable el recurso narrativo de los espejos y el arte de difuminar a los actores para dar la sensación de “fantasmas”, aunque no tanto el de las sombras, los silencios y los espacios abiertos, lo mismo puedo decir sobre el manejo de la cámara, porque, sino todos, sí la mayoría terminan siendo predecibles. Hasta que lentamente busco sustos cuando no los hay y el guión termina por darme pedazos de la verdad que habría de revelar al “villano” o “mal” de la cinta, pero algunos elementos terminan de manera inesperada, confundiéndome. Y más el final… 

Todo esto debería bastar como para que determine que Presencias del Mal es el tipo de película que no revela sus cartas de manera tradicional, pero me deja tan suspensivo, que no puedo conjeturar tan fácilmente. Sin embargo, lo que más dejó asombrado y con cara de “¡¿Qué rayos?!”, fue su abrupto final, sutilmente manejado para no dejar malas impresiones, pero sí muchas interpretaciones. Puedo rebobinarlo infinitamente y pensaría que todo recae en la protagonista. ¿Será? 

Yo habría pensado que la cinta terminaría con Kate enfrentando al espíritu…, pero no. Acaba distinto. Acaba tomando prestada visualmente la frase que la Sra. Grose (impecable E insoportable Barbara Marten) le dice a Kate en un momento clave: “No se puede escapar de lo inevitable”. Y ello conduce a un final que se me antoja surrealista y cuya atmósfera emocional coquetea muchísimo —como dicen los críticos— con Sexto Sentido y Los Otros, de Nicole Kidman. 

Conclusión:
¿Que si vale la pena? Si te gusta el terror y la obra de James, yo diría que sí. Si como yo eres fan de lo primero y no tienes acercamiento a lo segundo, tal vez… Si te gusta interpretar y salirte de lo convencional, ESTA es tu película.

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