Klaus

Klaus, del talentoso Sergio Pablos, es un conmovedor y predecible relato cuya animación sorprende bastante.  

8.0

Tipo de artículo:

Breve análisis crítico. 

Normalmente me quejo de las películas que promociona NETFLIX porque, cuando he terminado de verlas, siento que vi un churro. Sea En la Hierba Alta, La perfección, Okja, Blackway o incluso Anon. Películas que tenían un potencial en papel, pero al ser llevadas a la imagen, pierden algo. Me dejan una sensación agridulce y con la enorme duda: ¿Es que NETFLIX no tiene una BUENA película en su catálogo? Me he callado la boca, pues con Klaus, aunque es una película animada, tiene la entidad, el corazón, el esfuerzo y la pasión para contarme un relato que me divierte, me alegra, me saca lágrimas y termina arrancándome una sonrisa de gratitud por su gran fábula, que no es perfecta, pero sí lo suficientemente buena para pensar que el actual rey del streaming (¿hasta que llegue Disney+?) todavía tiene mucho que ofrecer. 

¿De qué va Klaus? En una oración, del origen de Santa Claus, desde la visión de Pablos, claro está. Así que, si te gusta la época navideña y ansias un relato que, en términos generales, se separe del montón de cintas navideñas donde Papa Noel reparte obsequios a todos los niños del mundo, esta es tu película. Klaus narra ese famoso “antes de…” de manera ingeniosa y divertida. No obstante, aunque repito que la animación es espectacular y algo refrescante en medio de tantas, pero tantas cintas de CGI —Klaus es casi animación tradicional con un toque…novedoso. No soy experto en el ramo, pero sé que tiene una diferencia…— que inundan la cartelera con frecuencia. 

Bien, ¿por qué recomendarte Klaus? Porque a pesar de que su estructura narrativa no es particularmente novedosa (es decir, la historia del personaje que necesita aprender una lección —humildad, gratitud, compañerismo, grandez, etc.—, y es desterrado de su hogar para aprenda esa lección, se convierte en un “pez fuera del agua”, se adapta a su “nuevo” ambiente, hace amistades, crea una “familia”, se gana villanos inesperados, reconoce su error, su vida mejora y, cuando piensa que ya está todo hecho para él, su pasado regresa para devolverlo a su «sitio de origen» y finalmente lucha por esa “nueva vida” que se forjó sin pensarlo), tiene el corazón, los diálogos divertidos, el carisma de los personajes, situaciones descabelladas y misteriosas que, en conjunto, alegran. A mí me alegraron. 

Pablos elabora aquí un relato que, por momentos, luce místico, trascendental e incluso misterioso. Y en poco más de una hora reúne los característicos elementos que dan forma mítica al personaje que rinde honor a la cinta animada (aunque no sea, por supuesto, el protagonista de la película). Más bien, como dicen en la película, un acto [generoso] conduce a otro y aquí, centrar todo en un personaje cuyo arco dramático es creíble —chistoso al inicio por sus peripecias, simpático a la mitad y enternecedor hacia su clímax—, da razón de peso para abordar la historia, necesaria, extrañamente mágica y divertida. 

No puedo olvidar la mención de que por su estructura Klaus se impide a sí mismo ser un filme original, porque no lo es. THOR (2011), Hércules (1997), El Rey León (1994) y muchas otras cintas tienen la misma fábula contada de igual manera con distintos elementos; aun así, Klaus es única por su técnica y conmovedora por sus personajes. 

Conclusión:

En definitiva, una película que recomiendo, que se vuelve una necesitada adición al grupo de cintas navideñas, y que estoy seguro que alegrará por su sencillo contenido y gran forma.

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