The Perfection



Lo que pasa cuando la envidia..., lo que pasa cuando el pecado..., lo que pasa cuando las apariencias engañan y en la realidad se revela... La Perfección

7.0

Tipo de artículo:

Análisis crítico. 

Allison Williams realmente se siente atraída por personajes tergiversados, personajes con un propósito especial que buscan consumar hasta el final, sin importar los obstáculos en el camino; motivaciones oscuras. Será, yo creo que sí. La protagonista de ¡Huye! vuelve a las cámaras con una historia que dice un poco en sus inicios, enjuicia algo a la mitad, y da conclusiones rumbo al clímax. ¿De qué va La Perfección? En apariencia, de venganza. En un segundo plano, de envidia. En un tercero ángulo, de poder y avaricia; en un cuarto, de perversión psicológica. En un quinto, de egoísmo. En un sexto, de lo psicótico e insano que es perseguir la perfección, sea en las ciencias... o en las artes, como es el caso. Porque el mundo aquí detallado es musical, violinista, para ser precisos. Así que, La Perfección habla de mucho, gracias a lo bien escritas que tiene algunas escenas, o de poco, si hablamos de sus secuencias o su increíble edición, una similar a la que ofreció Deadpool, pero no tan extravagante. 

Charlotte (Allison Williams) es una prodigiosa y atormentada violonchelista. Con el avance de la trama en su primer tercio descubro que tiene una peculiar obsesión: Elizabeth (Logan Browning), que resulta ser la nueva y genial pupila del que fuera su mentor; también descubre (y yo con ella) que ahora es la estrella de su antigua academia. Cuando ambas se reúnen, la situación cambia y ambas se agradan, revelando lentamente los puntos en común que las volverán amantes. Pero esta, La Perfección, no es del todo una historia de amor, ¿o sí? Digo, mientras veo la escena de su "competición", el guion me arroja momentos de intimidad que me parecen sugerir que su unión es premeditada e incluso orquestada con un fin ulterior más poderoso. ¿Realmente compiten por el talento o es algo totalmente opuesto?


De vuelta al ¿presente? la historia me lleva a una breve plática que ambas tienen, en la que comparten superficiales gustos en común y memorias para estrechar los lazos. Mientras las piezas van pasando ante mis ojos, luego de su encuentro todos (ellas, la gente alrededor y yo como espectador) contemplamos que en un evento público, uno de los invitados sufre de un misterioso mal que lo obliga a vomitar, dos veces, algo amarillezco. Pronto los rumores de un extraño virus tienen lugar... De vuelta a la escena de intimidad, Lizzy le propone a Charlotte huir. ¿Por qué no? En la postura de Charlotte, es muy simple, ¿o no? ¿Por qué no salir de ahí, con una colega que rivaliza su potencial artístico?

Así, mientras Lizzy sobrevive un terrible dolor de cabeza, Charlotte la acompaña rumbo a un destino diferente. A una aventura, pero lentamente Lizzy empieza a sentirse mal, realmente mal; hasta este momento, el guion me hizo pensar que todo fue una treta elaborada por Charlotte para arrebatarla a su nueva amante el camino al éxito profesional, especialmente por una escena gráfica sutilmente filmada. Pero, entonces, el guion literalmente REBOBINA la historia hasta el instante en que despiertan tras una noche de pasión. 


El haber manejado una trama así me recuerda el tipo de ilusión narrativa que encontré, por ejemplo, en El Ilusionista (Dir. Burger, 2006), donde nada fue lo que pareció. Algo similar sucede aquí, y lo encuentro polémico: por un lado, está perfecto que el guion busque complicarme la situación a mí como espectador ¿o no?, porque un guion previsible es lo más común y aburrido actualmente, pero un guion que se esfuerza en moverme el tapete y no darme la clave tan fácil, es interesante. Digo, ya si lo logra, es tema aparte; el intento está ahí. 

Y hasta la escena del autobús, cuando Lizzy afirma sentirse peor que antes, gracias a unos flashbacks es que la historia me dice "Charlotte es una psicópata que busca deshacerse de su competencia profesional, Lizzy, y hará lo posible por hacerlo realidad", pero llega el momento de REBOBINAR todo y una pequeña realidad se revela: Charlotte está protegiendo a Lizzy. ¿De qué? Y la historia avanza, ¿o retrocede a puntos clave en el trasfondo?


Como pasó con la otra película ya citada, la realidad no es lo que parece, y a veces la manipulación de elementos para obligarme a sentir algo especial por la historia o los personajes es un recurso común, pero no trillado. Al moverme el tapete dos veces, las preguntas aumentan y las respuestas escasean. Alison Williams demuestra su talento como actriz al interpretar personajes que forman parte de un universo más grande, más engañoso, más tramposo y elaborado. Lo que pasa cuando la envidia llega a su tope es que la monstruosidad de destruir los sueños termina siendo imparable, omitiendo toda ética en beneficio del crédito propio recibido, de llegar a los extremos con tal de alcanzar el estrellato, pero aquí esto está puesto en duda; la realidad es otra... 

Lo que pasa cuando el pecado se consuma, o se cobra, es el resultado de las más grandes atrocidades —siempre en relación a quien lo ejecuta— y la repetida tortura psicológica de las causas, de las consecuencias venidas al entorno de quien debe pagar por ello (no aclaro mucho aquí porque sería un GRAN SPOILER), y que al hacerlo, se convierte en una de las escenas más grotescas (a nivel CGI es otro rollo) de toda la cinta, porque va a tono con la psicodelia planteada a mitad del metraje, donde la realidad toma un cariz más intenso, más perverso y sin aparentes límites. Todo por alcanzar... la perfección


Lo que pasa cuando las apariencias se caen y la realidad se revela es el resultado de deslumbrarme a mí como espectador. ¿Lo logra o lo vi venir desde antes? En lo personal, lo consigue. Porque me fui muy lineal con la trama —mi error, lo sé— y por ello dejé subconscientemente que me manipulara para, en principio, hacerme sentir que Charlotte era la villana, pero en el segundo giro, pensé que Lizzy estaba enferma de propósito, de poder, de crédito personal, y ¿es eso malo? Discutible, pero lo que aquí interesa, creo yo, es la manera en que los poderosos destrozan a las personas que buscan su propio éxito y cómo ellos, sin detenerse un poco a cavilarlo, pervierten a sus víctimas potencialmente exitosas; los humillan y los trauman, con tal de ser perfectos, ni más ni menos. 

Y La Perfección tiene algo qué decir: que los giros y las trampas de una persona, con tal de retener su cosecha, con tal de no desprestigiarse por patologías, rebasa límites insospechados. Pese al defecto de un guion que muchos consideran irregular e incluso mediocre, opino que se salva por la interpretación y esmero de su elenco por sumergirme en su trama, porque la atmósfera realmente hace de esta película una de "suspense romántico" (si es que tal género puede existir), una cinta donde los sueños parecen alcanzarse y la envidia surgida de ellos contempla peligrosamente en las esquinas; es humano y es posible, no es correcto, pero sí normal. ¿Qué hacer ante eso? Charlotte, por lo visto y juzgado, me diría que hay que buscar la justicia, escapar del psicópata y vengarse de él, aunque uno pierda las extremidades en el proceso... 


Por eso y más, aun con sus defectos, buenas intenciones, ejecuciones debatibles, polémicas y más, La Perfección sin duda tiene un comentario sobre la fama, sobre la realidad que suprime y afecta a quienes buscan más. En qué estoy y cómo me muevo de un punto a la meta, qué hago para salir o adentrarme más. Es un caso raro dentro del catálogo de NETFLIX, pero uno que valdría la pena revisar con detalle.

 Conclusión:
La Perfección es una cinta tramposa, muy entretenida y con comentarios sobre los sueños y los límites que rodean la obtención de estos, sobre el lado oscuro de la envidia que rodea a quienes no son capaces de formularse esto, pero más allá, una cinta con una sorpresa. Descúbrela... 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario