Sarah J. Maas, de creciente popularidad
por sus sagas literarias,
Por EdSQ
Poco antes de la pandemia, iba yo por Sanborns cuando me encontré
con una columna de libros dispuesta de una manera muy singular: una extraña
pirámide. La columna estaba hecha por el cúmulo sorprendentemente ordenado de un solo libro: Ciudad Medialuna, de una
escritora que no conocía… hasta ahora: Sarah J. Maas. El peculiar diseño del
libro fue lo más intrigante, lo segundo fue el grosor del libro. ¡Parecía una
novela muy interesante! Pero ¿qué se ocultaba detrás? Así que ahorré para
comprarlo y una vez leída la obra podría dar mi opinión al respecto.
Bien...
Encuentro en Ciudad Medialuna elementos muy positivos (ganas de contar una gran historia, giros de tuerca, pasión emocional, intriga) pero también uno que otro desliz (diálogo sobre-expositivo o repetición de acciones), a lo que me muestro consciente y comprensible porque todos los escritores podemos caer en eso, pero me asombra un poco el haberlos visto (¿tropiezo de edición?). De todo lo bueno que puede tener este libro, lo primero a resaltar es la voluntad de la escritora de armar una historia larga y compleja elaborada con muchas ramificaciones y posibilidades. Tal y como pasa con la saga de George R. R. Martín, por ejemplo, donde abundan los personajes y tramas por doquier.
Ciudad Medialuna no es la excepción, pero más allá de la debida complejidad de personajes —en cuyo departamento la novela en turno me queda a deber un poco…—, obtengo una historia de crimen, pasión, romance, drama y misterio. Y a todo eso Maas supo darle una mezcla para que no terminara siendo un producto desequilibrado o tan ambicioso en sus proporciones como si fuera un río desbocado o un plan que fallara estrepitosamente. No, Maas le inyecta a Ciudad Medialuna su propia pasión, concentración y soltura (se nota en cada párrafo del libro), construyendo así una obra con las claves y fórmulas precisas para que el misterio se sostenga.
Aunque el ritmo de los párrafos y los capítulos me habla de una concordancia nominal promedio (digo, puede ser la traducción y ahí mea culpa porque no leí la obra en su idioma original), el libro goza de un tercer subtexto en la que Maas se "dirige" a mí como su lector, intercalando emocionalmente fragmentos de sentimientos o emociones de los personajes de forma que parezca que está «rompiendo la carta pared». Como formato el texto sale airoso porque efectivamente devoro la historia una vez que ha llegado a mis manos, sintiéndome más interesado por descubrir qué ocurre, no a quién le ocurre, ya que los personajes —completamente humanizados— son entretenidos, pero con el pecado de ser estereotípicos...
Lo mejor que puedo decir de los personajes es la recreación surgida por la "transparencia psicológica" que encuentro en ellos: poseen debilidades y fortalezas por igual, pero como la autora menciona uno o más personajes cada que lo desea, pues también me revuelvo
porque no hay un “mapa” (como sí pasó con la mitología de Tolkien) sobre quién
es quién. Me sirve poco —más al final que durante el desarrollo de la historia—
conocer esa jerarquía de personajes; sólo es útil cuando el marco
político de los acontecimientos primarios y secundarios toma lugar o relevancia en la historia, pero siendo honestos el foco principal es la historia de amor a partir del crimen ocurrido al inicio de la novela. El impacto está al
final, no en medio, pero sirve como telón de fondo para darme una idea del “peligro”
que los protagonistas de la historia enfrentan si no descubren al “villano”.
Es así que de todo el elenco, unos brillan más que otros, pero Maas ha decidido invertir todo su esfuerzo en mostrar sus cartas (ese truco de revelar la clave de la salvación o la perdición, un as propio y común en toda historia de fantasía) poco antes del clímax y en un contexto inesperado, además con detalles que a mi gusto son forzados. En términos de secundarios, hay muchos personajes, pero protagonistas son DOS: la chica ruda, orgullosa y liberal; el tipo con doble carácter:
rudo y noble, pero con un gran corazón y (eso sí) un estupendo sentido del
humor (ella también, pero ella es más cínica que divertida). Bryce Quinlan es
la chica; Hunt Athalar es el tipo duro. ¡Ah! Y como la historia involucra
magia, divinidades, deidades y hasta personajes sacados de la más poderosa,
milenaria y compleja mitología humana, me encuentro muuuuy de pasada, vampiros.
Coquetos y millonarios, pero ahí están.
Pero bueno... parece que he dado mucho rodeo en torno a qué me ha parecido la obra con la consciente intención de NO ARRUINARTE la historia si es que no has leído el libro. Bueno, te daré mi resumen de lo que este primer tomo habla: Bryce Quinlan se
encuentra en medio de una guerra (milenaria, como siempre) y se da cuenta de
que no solamente forma parte de ella, sino que ella… es la clave de la
salvación. El suspenso adictivo que menciona la solapa del libro sí lo recibo, a cuentagotas y de manera elegante; el romance apasionado me duró medio capítulo aunque cuando ocurre estoy muy seguro de que TODOS los que leímos esa parte estábamos "¡Sí! ¡Por fin! ¿Qué esperas? ¡¡¡BÉSALA YA!!", emocionados por ver cómo los protagonistas abandonan su orgullo y reconocen su mutua atracción (recatada y con la clara intención de dejar el resto a la imaginación del lector, decisión argumental debatible); la parte del crimen, la guerra y demás factores relacionados al
eterno binomio “Bien vs. Mal” me queda a deber un poco porque no me parece que la
motivación del villano (más allá de sus giros de tuerca que sí me dejaron
pensando) sea innovadora o lo suficientemente justificada para la trama, pero
esa es mi opinión.
Autor(a): Sarah J. Maas.
Editorial (en Méxco): Alfaguara.
Género: Aventura, romance, misterio, magia, peligro, romance.
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