Una secuela entretenida
Por EdSQ
Me encuentro en el terreno de las secuelas, movido por el interés de lo
encontrado en la primera parte. Sala de Escape 2: Mueres por salir tiene
todos los elementos de la primera: personajes con desbalance psicológico, una
trama a descomponer y, por supuesto, un “villano” omnipresente que si bien
nunca está físicamente en la historia, tengo noción de su verdadero
poder mediático. Así pues, ¿qué habría que reconocerle a una secuela de terror que
se apoya en las muertes gráficas insulsas?
Bueno, para comenzar está el guion. Estoy de acuerdo en que no es nada
innovador en ningún aspecto que le examine, pero sí resulta entretenido. Es predecible
—eso sí— en el renglón de los personajes, siendo un fanservice en
términos del rango “dramático” esperado en una cinta de poco más de dos horas. Y
aunque la premisa que da excusa a la secuela es muy endeble y no soportaría,
técnicamente, el largometraje que es, toda la producción detrás se ve en la “tarea”
de armar obstáculos y una “narrativa” con la dosis de misterio suficiente para
hacer ver a esta entrega como algo digno de mostrar, siempre apoyándose del
pasado que acecha a los personajes en turno encargados de sortear las
dificultades de cada nivel si no quieren morir pronto.
Y
todo de alguna forma propiciado por la protagonista en turno, Zoey Davis
(Taylor Russell) cuya motivación en la película es simple: desenmascarar a
Minus, la empresa que mató a sus antiguos compañeros. Tras semanas de investigarlos,
cree haber encontrado una forma de desmantelarlos y delatarlos a las
autoridades, sin imaginar que la empresa nunca le quitó la mirada de vista y
ahora Zoey está por vivir una nueva y mortal experiencia.
Sala de Escape 2: Mueres por salir no engaña ni pretende hacerlo. Sé a qué fui. Y todo está construido y encaminado para ver a los personajes hacer todo por salir con vida. Al final, aunque no tiene el preciso nivel de suspense y emoción de la primera parte, el grado de emoción de esta secuela es suficiente para no sentir decepción una vez corren los créditos.
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