El Wanna Be "High School Musical" de Netflix es un relato entretenido, aunque bastante soso, que no se sostiene o justifica por fallar en lo importante: desarrollo de historia y personajes.
Primero que nada, no me considero particularmente “generación Disney” aun cuando consumo su oferta y lleno mi plataforma de opiniones sobre lo que la Casa del Ratón cosecha. Segundo, confieso que sí llegué a ver las dos primeras entregas de High School Musical, no atendiendo a la tercera entrega ni mucho menos a su posterior versión mexicana. De esa “franquicia” las promesas (aún vigentes) son Zack Efron y, tal vez, Vanessa Hudgens.
De camino al lugar donde su vida cambiará, escucha montón de canciones y coreografías que, honestamente, son divertidas y pegajosas, pero al igual que el protagonista, Will Hawkings (acertado Kevin Quinn), me quedo con cara de “Ok, pasemos a lo que sigue”. Llega al campamento titular y, cinco segundos después, en medio de más coreografías (bien orquestadas, por cierto) y letras de ensoñación pueril, se enamora. No sabe quién es. Sólo sabe que está cautivado y de repente fingir que todo eso a lo que ha ido a hacer tiene sentido, busca conocer a esta chica que le ha robado el corazón. Ok. Mucha palabrería. Diálogos aparte, movimientos de cámara aquí y allá al servicio del espectáculo musical, conozco a los “antagonistas” con fuerte presencia en la historia y, rápidamente, el guion me conduce a los intereses amorosos de varios personajes y descubro que Will NO quiere que nadie sepa quién es realmente él. Y es entendible; su “turbio” pasado desentona con el entorno al que ha llegado.
Y cuando
la verdad sale a la luz… pues me parece anticlimático. Forzado. En la película
hay repartidas cuatro o cinco canciones y como cinco actividades distintas,
algunas competencias, un “antagonista” con nulo pozo dramático, NULA motivación
y MUCHOS personajes de relleno. Por eso, cuando llego al final, con el
protagonista y su recién “novia” conquistada, lazo fraternal [inverosímil,
ridículo y paradójico] con el antagonista (cuando veas la película, entenderás
a qué me refiero), todo me sabe artificial porque no veo una curva dramática,
una ascensión narrativa. ¡Nada! Todo está ahí… porque debe estar, no
porque haya sido natural (caso contrario a la versión de Disney).
Creo que me guardaré con Netflix la esperanza sobre las películas. Definitivamente.
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