Kadáver


 




Más atmósfera que argumento. 









Por EdSQ.

Lo primero a comentar es que pienso que, alrededor de la confusa mercadotecnia que Netflix hizo para Cadáver, hay un mar de ideas potenciales que pudieron estar mejor dirigidas al público general, ya que tras haber la propuesta en cuestión encuentro una cinta que promete un terror inexplicable (adjetivo en el peor sentido posible) y esa misma ambigüedad "trasciende" e impacta en la cinta, no precisamente para bien. El breve vistazo como "avance" que el gigante del streaming regala de Cadáver (Kadáver) no da una idea clara sobre qué tipo de historia ofrece el título en cuestión. Sé que es terror nada más por el juego de luces, sombras, la sensación de urgencia que regalan los personajes y la súbita y vacua tensión del momento mismo del avance. 

Hay algo hueco, sin sentido en esta cinta o, si lo tiene, es prácticamente inasequible. Y esa vacuidad que tanto repito se halla en el grueso tramo de esta proyección. Pero vamos un poco por partes. La película de Jarand Hendal me sitúa en un peculiar Hotel, en un futuro post apocalíptico (un par de vistazos a las calles de Noruega, envueltas en neblina y porque los personajes lo reafirman). En dicho establecimiento se ofrecen cenas con espectáculo, mientras "vemos" que afuera el planeta entero pasa hambre. Una familia pobre (si fuera rica, la película sería un chiste), consigue unas entradas para pasar una noche allí, pero como toda historia del género, su sueño se convertirá en pesadilla cuando descubren la verdad que ocultan los residentes del hotel, sus anfitriones. 


Los personajes ofrecen algo extraño, una sensación de misterio que confunde fácilmente la línea entre misterio y realidad. Y a pesar de las palabras del anfitrión "Todo es un espectáculo. Todo", la creciente angustia de la familia protagonista, liderada por Leonora (Gitte Witt), sigue el juego teatral siempre sintiendo estupefacción y la confusión de no saber cuándo lo que presencian es real y cuándo no. Así, tras un breve recorrido por algunos pasillos del hotel (el manejo de la cámara contribuye a la tensión, acierto sin duda, y no digamos del color rojo, siempre presente y que brinda la psicodélica sensación de fantasía, misma que me mostraron Amor en rojo, de Luzhrmann y la espantosa Monkeybone de Henry Selick), los papás pierden de vista a su pequeña hija y pronto recorren todo el sitio, sospechando que algo extraño sucede. 

Pero para confirmar esta sospecha, la cinta recurre al cliché de tomar por loca a la protagonista, Leonora, aislándola de los demás porque ha tenido la curiosidad, el instinto y la intuición suficientes para saber que algo extraño ocurre en el hotel, y como los demás personajes son "racionales", no ven más opción que simplemente alejarse por considerarla paranoica y esquizofrénica, un recurso que provoca los giros esperados y la tensión psicológica en el personaje. ¿Francamente? Yo lo habría quitado y conducido al personaje por derroteros más intensos. 


No es algo que me llame particularmente la atención, más porque emplear la desgastada artimaña de la "loca que ve cosas" no hace más que incentivar las pérdidas y los tropiezos comunes en el género, lo que demerita gradualmente la película en tanto que ésta busca cimentar algún grado de expectativa y originalidad sembrando (valga la metáfora) una neblina emocional en lugar de llevarme por una narrativa más contundente. 

Aquí el retrato sobre la delgada línea entre la cordura y la locura va diluyéndose lentamente y, pese a lo ambiguo que resulta todo el conjunto, es un acierto innegable el que haya la claridad suficiente como para que yo acompañe a la madre desesperada por encontrar a su hija en un montón de escenarios tétricos en los que resulta casi imposible que sepa si lo que la protagonista y yo vemos es real o ficticio. Por eso el retrato es, paradójicamente, un acierto y creo que Kadáver conserva el espíritu de Halloween en su atmósfera principalmente, sacrificando al final todo rastro de calidad en el argumento.  


A la par de la ambigüedad pienso que habría sido realmente interesante dotar al villano de una motivación más interesante, o al menos de mejores matices. Ni me asusta ni me llega, simplemente pienso que tiene la moderada argucia para engatusar a sus familiares y guiarlos al canibalismo inconsciente. Lecturas cromáticas y psicológicas (el uso constante del rojo, los cortes de cámara, el ángulo de tomas, las miradas) aparte cortesía del director, el villano es un asco y merece morir, pero por estar representado como un cobarde, no porque su psicología haya sido desarrollada pertinentemente.


Dicho así, Kadáver se suma a una larga lista de cintas que recabaron expectativa y decepcionaron gradualmente al espectador. Porque no más no es memorable, sino que ofrece más confusión que contundencia. Por estas deficiencias, la película 
transita por los caminos esperados, conduciéndome por donde preveía antes de tiempo. Y no siento que todo sea un desperdicio, Gitte Witt —la protagonista— actúa bien, transmite las emociones necesarias de su personaje, su esposo es un... tonto y su hija, es el catalizador narrativo que da pie al metraje como tal. El marco histórico tiene su escaso tiempo en pantalla y los demás... sirve (creo). 

Te la recomiendo si de verdad no encuentras nada mejor de terror para estas fechas, pero si señalo que no es, ni de lejos, la mejor cinta, si insisto en que la carta fuerte de NETFLIX siguen siendo las series, es por algo. Sobre advertencia, no hay engaño. 


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