LIBRO: Juegos de Ingenio


Estados Unidos y su frágil seguridad.




Henos aquí nuevamente para discutir, en la medida de lo posible, la novela de uno de mis autores contemporáneos favoritos, John Katzenbach, con su Juegos de Ingenio o State of Mind, como se conoce en su idioma original. 

Katzenbach mantiene el listón de suspense, no defrauda al construir la tensión para el lector, provocando que las expectativas permanezcan intactas, ofreciendo las historias siempre interesantes, aprovechando uno que otro comentario social que serviría, en todo caso, para establecer un análisis individual, colectivo, social o gubernamental. Este factor analítico siempre ha estado presente, sólo que a diferencia de la presente novela, estoy convencido de que Katzenbach eligió, en el resto de sus obras, anteponer la aventura y el misterio por encima del comentario crítico. Caso contrario en Juegos de Ingenio, donde se aventura a señalar a Estados Unidos y cía como un territorio inseguro, descuidando notoriamente a sus personajes, pero alimentando fuertemente la atmósfera de su historia.

El factor común en sus novelas siempre ha sido el pasado como excusa argumental. Los pecados del protagonista vienen a acecharlo, alterando su entorno y permitiendo que el lector encuentre en esto tanto su desarrollo individual, espiritual y psicológico como del protagonista de la trama. Y como decía antes, es algo curioso, pues primera vez que noto un interés distinto en cómo plantea el escritor su novela.

Si con El Psicoanalista era el paciente destruido moralmente con ganas de vengarse del doctor que lo atendió, en La Historia del Loco es un enfermo mental con ganas de difamar y destruir -más que física, ideológicamente- un hospital psiquiátrico, en Un Asunto Pendiente es un venganza producto de una libertad frustrada, un atraco fallido convertido en una inesperada salida, mientras que La Sombra es, a mi juicio, una estupenda reconstrucción literaria del famoso personaje histórico Ku Klux Klan. Para El Hombre Equivocado, es el novio psicópata despechado que buscará "recuperar" lo que es suyo.

En todos estos casos (me faltará descubrir qué fórmula emplea el autor en el resto de sus novelas), Katzenbach recurre al Pasado como el personaje que cobra la factura, siendo el Presente el que, naturalmente, cambia su cosmovisión para, en últimas, buscar la vía de sobrevivencia. En Juegos de Ingenio esto permanece, no obstante, es un factor secundario. El autor está más preocupado en elaborar una crítica a la sociedad americana, señalando lo vacío de sus ideales, en el Territorio del Oeste, utilizando personajes, a mí gusto endebles, para "ornamentar" la crítica social.

Y digo "endebles" porque no son personajes distintos a otros ya encontrados en su bibliografía: casi puedo adivinar al profesor Psicoanalista en Clayton, el protagonista de la presente obra. La hermana y la mamá son añadidos de la mezcla en creatividad, mientras que el papá, que es el asesino, bien podría ser Zimmerman, John, o x/y... Eso sí, el papá es el personaje mejor desarrollado de la trama, en el que Katzenbach, muy gustoso, vuelve a servirse para edificar una llamada de atención al País del Norte. Ni Susan ni Clayton ni Diana y ni el resto de secundarios escapan a la bi-dimensionalidad, apenas creíbles, apenas distinguibles, pero sin embargo, firmes para el servicio de la historia.

¿Y cuál es la historia? El estado #51 de la Unión (EUA) está por ser reconocido en el mundo como el lugar más seguro de todos, pero un asesino comienza a destruir conceptualmente el territorio matando jóvenes, hasta que las autoridades se ven obligadas a tomar medidas drásticas. Si quitamos a los personajes -aparente interés final del autor aquí- encontramos ideas filosófico-sociales muy interesantes sobre la libertad, la capacidad de renuncia, de sacrificio, ideas sobre la seguridad, sobre la paz, el bienestar, premisas que, invariablemente, logran sobrevivir sin quedar diluidas rumbo al final de la historia, pues John pretende enunciar que Estados Unidos es vulnerable. John Katzenbach juega muy bien sus cartas para establecer la problemática, su atmósfera es real, es inquietante, pero a mi gusto descuidó notoriamente a sus personajes; punto y aparte con las escenas de relleno.

Si bien el clímax no me pareció tan emocionante como yo lo esperaba es contundente y encierra la posibilidad de una secuela...,la novela es buena al ser la primera novela realista en plantear un dilema verdadero, y eso no puedo reprochárselo.

Siguiente parada, ¡Dickens con su Historia de dos ciudades!

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