Kingsman: el círculo dorado.


Salvando al mundo...de sí mismo.



Recuerdo cuando vi la primera Kingsman: Servicio Secreto y también recuerdo que me gustó. Sabiendo de oídas que se trataba de una cinta inspirada en un reciente cómics de espías, no podía esperar menos, y la sorpresa que me llevé fue grata. Tenía acción, personajes entrañables, un buen reparto y una temática agradable (salvar al mundo de una dominación tecnología divertida y ligeramente inusual), además de que el filme presentaba una estética sumamente llamativa, cortesía de las decisiones creativas y un departamento de arte cuidadosamente seleccionado. 

La cinta es recomendable principalmente por su acción, que desde el primer minuto es sensacional, milimétricamente elaborada, detallada, astuta, veloz, seductora, absorbente; los efectos sensacionales superan los vistos en la cinta de 2014; sin embargo, los elementos apoyados en este filme (los artículos y gadgets que efectivamente ya envidaría James Bond, están aquí a la orden del día. Es un gesto que le agradecería más al departamento creativo que al de efectos, pues la manera en que elaboran, para cada particular escena, las herramientas de acción, están bastante bien hechas. 

Ahora bien, un poco en contra: abusa sutilmente de referencias a películas como Hombres de Negro 2; Kingsman 2 está hecha para que esto no lo resienta el público, pero cinéfilos más apasionantes que yo notarán esa triste falta de originalidad, pues esta secuela no se limita a tomar elementos narrativos de la saga de 1990, sino que además calca de forma muy suspicaz el arco narrativo de su antecesora: genocidio a partir de una causa. En la pasada fue el abuso a la riqueza y la forma como ésta manipula constantemente a la sociedad, a la humanidad en general principalmente gracias a la tecnología. En El círculo dorado el ataque se dirige a una sociedad irresponsable con su propia libertad y el consumo a las drogas. ¿Debemos desaparecer solamente por malas decisiones o merecemos una segunda oportunidad?

La acción va y viene por momentos, pero eso sí: no es tan agradable como al inicio; el director se toma su tiempo para presentar el conflicto sobre el que recaerá la sustancia narrativa de su más reciente propuesta, y la verdad le veo el tacto y la sensibilidad para saber cómo plantearlo. He leído que está en charlas para dirigir Hombre de Acero 2, viendo esta película, me quedaría tranquilo si él toma la batuta de la secuela de mi superhéroe favorito. Kingsman: el círculo dorado, ahora con la cara y la formidable actuación de Julian Moore como la villana, se luce completamente, aunque lamentablemente sea sacrificada en beneficio del esperado final feliz. Que, por el tono impuesto y la estética visual que parece caracterizar a estas películas, es el adecuado, no sin restarle puntos a la crítica de fondo.

El tono de la cinta es adecuado: nunca se toma demasiado en serio y tanto héroes como villanos coadyuvan al propósito de la atmósfera en la trama; tiene buenos chistes y el peligro...apenas se palpa, pero las coreografías están espectaculares, siendo, junto a la espléndida música, el plato fuerte del espectáculo dirigido por Matthew Vaugh. Hay que decirlo, tiene buen elenco, pero éste es desperdiciado en favor de una trama que no percibo del todo articulada, conexa, sino que lanza pedazos, momentos de lealtad y crítica socio-política para conectar esta cinta con su antecesora. Otro acierto que no puedo olvidar es su equilibrio: héroes y villanos son entrañables por igual.

En resumen, es muy divertida, tiene chistes muy buenos, la acción es sumamente entretenida y los efectos estupendos. ¿Kingsman 3? ¡Sí, por favor!

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