LIBRO: Los Miserables. Es, tal, la belleza en la oscuridad humana.



Me acuerdo que la primera vez que leí la obra, allá en agosto de 2014, había quedado maravillado por la singularidad que la representa. La segunda quedé sorprendido (la maravilla fue lo principal). En nuevas ocasiones, la lectura realizada, con matices psicológicos muy puntuales, ofrece nuevos panoramas. Pero a estas alturas, sería una equivocación pensar que estoy aquí para alabarla, no, estoy aquí, o más bien, propongo este espacio, para discurrir sobre la misma; el halago está implícito. 

Hablar de la misma también resulta complicado, complejo sería un adjetivo más oportuno. Me ocupa la relectura de Los Miserables, obra singular y exquisita en la Literatura Universal, obra del escritor francés Victor Hugo, pieza fundamental de la Literatura como lo son también Romeo & JulietaRobinson Crusoe o La isla del tesoro, pero exponer más ejemplos no es muy útil: entiendes mi punto. 

Sabes de paso que el protagonista de la obra de Hugo es Juan Valjean. Al ser una obra francesa, tuve mis dudas en la pronunciación de su nombre, pero eso es lo de menos. Es éste un personaje interesantísimo, y te diré por qué: su complejidad, como ser humano, me fue transparente y totalmente palpable: inició siendo ladrón, al menos a los ojos de la ley, pagó por su acto años en prisión (o como la obra lo llamaba, en un presidio), salió y, no recibiendo más que agresión y rechazo del mundo, termina recibiendo, con extrañeza eso sí, la bondad de un sacerdote

Este pequeño hecho, precedido por un prólogo extravagante, marca un "antes-después" en la vida del protagonista. Te digo que en su vida no conocía más que odio, aversión, corrupción, desdicha, sentencias y pesar, por lo que termina con una única idea "educativa": hacer mal a los demás (por ignorancia más que por conocimiento), y después de recibir la bondad de la representación eclesial, su alma sufre una ¿crisis?, yo diría que un cambio. Hugo [escritor] construye aquí la psicología de un personaje que nunca conoció el amor, en ninguna de sus variaciones, por eso cuando en la escena que involucra a Gervasillo, Valjean llora, se nos rompe el alma, nos conmueve (casi lloro) y nos lleva de la mano en su etapa de transición. 

Valjean es simbólico en su bondad, es ejemplar en su honradez, es también sincero; la huella que el cura deja en su interior es devastadora, pero también curativa. Es entonces que somos testigos de una transición de corte moral en principio, íntima de forma intermedia y psicológica de forma definitiva. Con este escenario, Hugo nos presenta su desdicha, narrada -como todo lo demás- de una forma impecable, envidiable, deliciosa y espléndida. Valjean inicia entonces su camino por el bien, pero como todo proceso en la vida, éste no está exento de dificultades. Como me dijo un apreciado amigo -y cito- "[...] la complejidad psicológica que muestra Juan Valjean, el protagonista de la obra" es simplemente asombrosa. Pasamos de ver a un hombre salido de la oscuridad humana, a pasar a un hombre que no ve más que por los demás, descuidando un poco su propia persona. 

¿Por deuda? ¿Por culpa? No lo sabré en un buen tiempo. No obstante, es ese sentimiento de "deber", de colecta personal, lo que en mi opinión lo guía un poco, lo presenta como eje emocional en una historia que no hace más que retratar, impecablemente, el lado oscuro de la humanidad; la riqueza emocional, la profundidad psicológica de los oprimidos por encima de las banalidades de los privilegiados del sistema. En contexto de retribución humana, entra a escena Fantina, una pobre mujer engañada por el género opuesto que -y aquí Hugo se luce- terminará en la tan pronunciada pobreza. Las descripciones que Hugo hace de los momentos de sufrimiento de Fantina te dejan sin palabras, al ser muy claras, precisas, delineadas e increíblemente realistas. Fantina será ejemplo de pobreza, ejemplo también del alcance, de lo que el amor de una madre por su hija logra, sin importar la adversidad, de las desventajas de la inocencia, de la aparente vida de lujos seducida y corrompida por la codicia de otros, cuyo precio es el ultraje, aunque no sea intencional. 

Con un desarrollo de contextos atinados y una atmósfera sumamente inquietante, y bellamente asfixiante, Hugo nos presenta primero la transformación de Valjean, para luego emparentarlo, en términos de moralidad, con Fantina. Se las ingenia para socorrerla, en lo que puede. Fantina, además, tiene un pequeña hija (la conoceremos como Cosette), viviendo con una familia que, en la versión de Hugo, sería su propio ejemplo de La Cenicienta. Los Thernadier. Una familia con todos los defectos posibles, y no obstante, su mayor profundidad yace en función del "vínculo" que forjan con la pobre niña. 

Unidos los hilos (Juan Valjean conoce a Fantina, se entera de que ésta tiene una hija llamada Cosette y, además, es perseguido por la ley, representada por el oficial Javert), el escritor nos da una probada del cambio ético del protagonista: Javert es un oficial que sólo conoce el lado rudo de la vida, reprende a quien tiene que reprender, sin molestarse mucho en conocer todos los hechos de un delito, y que finalmente ve en Valjean su más grande presa, por lo tanto, no desiste de llevarlo ante las autoridades. El cambio de Valjean se presenta, con matices muy claros, en el juicio de un sujeto aparte. Hoy día la psicología lo podría señalar como proyección, ese momento en que nos vemos reflejados en otra persona, cuando ella pasa por una situación que nosotros ya hemos vivido. En el juzgado, Valjean se proyecta en otro preso, su transformación aumenta y se percata de algo: el sistema jurídico que lo rodea está mal dirigido, está corrompido, juzgan mal. Da cuenta de que ha crecido, de que está más allá de la desdibujada moralidad que rodea su entorno (¿alguien dijo Más allá del Bien y del Mal, de Nietzsche?) y contento, confiesa quién es él, dejando estupefactos a los jueces. 

¡Juan Valjean ha cambiado!

Ya no es aquel sujeto abusivo y egoísta, su alma está en etapa de reconocimiento de que, aun para las almas más desdichadas (o pecadoras), siempre hay esperanza. Y como dije arriba, en este contexto, aparece Fantina. Él ve en ella una oportunidad de redención, de reparar daños ajenos y de darle la felicidad que nunca tuvo a quienes nunca la gozaron. ¡Grande! 

Así pues, tras muchos obstáculos, Valjean logra liberar a Cosette, quien por cierto sufre maltrato físico y psicológico de la familia que la acogió... El buen corazón del presidiario la libera, la ayuda a crecer y a superar todo escollo. Ambos se nutren espiritual y físicamente de sí mismos, de su pasado, de su presente: una tiene el apoyo, el otro una oportunidad para amar. (Para este punto nos queda claro que la sombra de Javert sigue al acecho, y que cualquier señal, apresará a Valjean, quien lo sabe y sólo puede pensar en darle una vida digna a su "hija"), por lo que constantemente se empeña en escapar, a pesar de querer cumplir con lo que la "ley" dicta. Así, toda la novela narra un eje primario: la evolución moral-espiritual del presidiario, el rescate de Cosette, y la motivación de Javert por apresar al que considera un "asesino y ladrón", un peligro para la sociedad. 

De verdad, una novela bellísima, que habla sobre reivindicación de un hombre, el vínculo de éste con una adorable y tierna niña, una superación humana destacable, la honradez de una persona que, sin tener necesidad alguna, confiesa sus pecados manteniendo el bienestar ajeno, la cruda y desquebrajada moralidad de una época donde el hambre social, personal, la desdicha y la pobreza son los primeros en tener la palabra en un mundo como el construido por Victor Hugo, una novela que nos enseña que procurar el bienestar es importantísimo, que educa a ser constantes en el amor,  el cual se trabaja todos los días. Valjean es misterioso, es fascinante, es mesurado, es modesto, astuto, firme pero protector; Cosette, cuyo arco dramático es el de la doncella nacida en desgracia, caída al azar, termina teniendo una feliz dichosa, feliz, por tener un ejemplo de Padre que vela por su seguridad, felicidad y salud. 

No es Javert, por ello, menos personaje. Al final Hugo centra el arco dramático de la historia en su psique: Ha tenido varias oportunidades para apresar a Valjean, y en todas ellas el prófugo le demostró incalificables actos de bondad. Javert está en una encrucijada, lo que yo llamaría un dilema: ¿Por qué apresar a quien procura, en sus propios términos, la ley? ¿Ha hecho bien? ¿O ha hecho mal? ¿Quién es él? Al final lo libera, Javert se odia a sí mismo, y pensando que es inútil seguir persiguiéndolo, se suicida. Cosette, su prometido Mario y Juan Valjean, continúan con sus vidas el máximo tiempo posible, viendo nosotros, como lectores, atisbos igualmente precisos de la culpa que embarga a Juan Vlajean por su pasado. Definitivamente, un gran personaje.  

Quizá lo que no me gustó mucho fue la introducción de la vida de Mario. 


3 comentarios:

  1. “Vrai ou faux, ce qu’on dit des hommes tient souvent autant de place dans leur vie et surtout dans leur destinée que ce qu’ils font.”
    Verdad es que confieso que no he terminado de leer 'Les Miserables', porque al llegar a los maltratos de Fantine me gana la rabia y la impotencia y lo mando a la chingada.
    Falsedad es decir, por tanto, que conozco la obra y en tanto a los hombres que lideran la justa moral pudiera decirse que forman parte de una misma visión en flancos distintos.
    Entiendo que tanto para Javert como para Jean Valjean la justicia es una fuerza motora que rige muchas de sus decisiones; se separan en todo caso en los mecanismos para alcanzar justicia. Es por ello que me intriga aún más Javert. Es estoico, es incólume, es inclemente y… está en un error. La confrontación entre su humanidad y su búsqueda de lo excelso lo quiebran, lo desdibujan bajo el enorme peso de su conciencia. Admitir sus errores, sus fallas, su humanidad lo vuelve entrañable, al final su redención es tan poderosa como la de Jean Valjean al alcanzar la paz.

    Grandiosa lectura de la obra, claramente diseccionada sobre un eje moral con el peso del mundo, porque efectivamente es el amor (en su naturaleza más empática y pura) el fin que debemos alcanzar por encima de ideales y otros preceptos sociales.

    Como he dicho antes, no he leído la novela completa, y sé de algunas otras cosas por las fuentes videográficas —¡Ay de mí!—, pero eso no me impide estar familiarizado con la obra de Víctor Hugo al que leo poco y fragmentos por su desolador retrato humano. Es tan hijo de su época como Dickens en la denuncia social, pero al menos Dickens se burla con comentarios sarcásticos y un cinismo ácido, donde Hugo desnuda (a veces literalmente) a sus personajes en un descorazonador mundo destinado a la más profunda oscuridad. Me revuelve la panza, me sacude desde la espina y me quiebra el llanto página tras página., y a mí no me gusta sufrir tanto, ansioso de ver una esperanza, aunque sea mortecina, anunciarse sin llegar, le rehúyo a tanto dolor… (ya sé, ¡que gay!). No quiero demeritarlo, todo lo contrario lo respeto enormemente y lo alabo desde el humilde rincón que ilumina en su arte.

    Finalmente y de modo pícaro… “Quizá lo que no me gustó mucho fue la introducción de la vida de Mario.”: Sí, hueva. O no sé, lo siento menos interesante incluso que Cosette. XD

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    1. Es definitivamente una historia hermosa, como todo en la literatura clásica y universal, con sus matices, arcos psicológicos y las emociones que se respiran en cada diálogo.

      Pero si tan sólo se hubiera presentado la historia de Marco de una forma diferente, pues habría sido más digerible esa parte. Fuera de eso, es excelente.

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  2. Te felicito por tu análisis a una de las
    Obras más importantes de todos los tiempos (al fin). Me quedo con la versión francesa de los nombres Juan Valjean ��, prefiero Jean Valjean. Me gustó mucho como redactaSte tu artículo, mencionando brevemente de que trata. Ya te he criticado en otros artículos que sólo te enfocas en analizar personajes o al autor, pero no nos dices de que trata el libro en cuestión. Una pequeña introducción será ideal para interesarnos o no en esa lectura. Y sí, Los Miserables es una historia hermosa.

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