Incondicional ofrece un atractivo apartado musical que
adorna una historia muy floja.
Esta película, de producción cristiana,
aborda el mensaje de la superación personal desde el punto de vista de los
infortunios de la vida. El problema, sin embargo, radica en la ejecución y
estructura del guión.
El filme escrito y dirigido por Brent McCorkle tiene a su favor la premisa que intenta
contar, pero ésta es empobrecida por su desarrollo. La historia se centra en Samantha Crawford (Lynn Collins), una
mujer que ve su vida acabada tras el asesinato de su esposo (Diego Klattenhoff) en un barrio a manos
de un delincuente; tiempo después, tras una casualidad, ella se re-encuentra
con un antiguo amigo de la infancia (Michael
Ealy) y es entonces que el filme pretende establecer que la idea principal
es la superación de Sam frente a su desgracia, que la vida no ha acabado para
ella.
Suena interesante, no obstante, los
diversos elementos que el director coloca en su historia – exceptuando la
música, claro – no favorecen a la historia, pues la principal es ésa, pero
conforme el relato avanza su guión se encarga de mostrarnos repetidamente
diversos flashbacks tanto de la
pareja como de la protagonista y su amigo. Hasta cierto punto se agradece
porque así el espectador entiende el cómo se llegó al momento presente de cada
uno de ellos, pero el seguimiento de las secuencias, y los giros de tuerca, son
tan pobres, que el guión no puede ofrecer nada más. Llega un momento donde el
trasfondo de los personajes resulta mucho más interesante que lo que ocurre en
el presente.
La premisa principal es la justicia y la
paz que Sam busca tras su pérdida, pero de esto se cuenta muy poco, como de
forma fragmentaria, pues la gran mayoría de la película está recubierta por el
excesivo trasfondo y la vida presente de su amigo; el guión busca encontrar al
final (sin mucho éxito) la fuerza emotiva ante el clímax donde Sam encuentra al
único que conoce la verdad de lo que sucedió.
Las actuaciones no son malas pero tampoco
son la gran cosa; el problema está en la estructura, pues eso perjudica casi a
todo, ya que la subtrama de los niños pobres con espíritu en crecimiento es
trillada, explorada en muchas otras ocasiones y cuya falta de originalidad le
resta – desde luego – credibilidad.
Es agradable re-encontrarse a Lynn
Collins nuevamente, pues su personaje resulta creíble sin llegar a ser excepcional,
siendo los ángulos de cámara los que parecen aprovechar mejor su atractivo y
talento, no obstante, nada puede hacer ante un guión rudimentario. Puede
decirse que un aspecto positivo es la música, por momentos sobresaliente y
emocionante y, por otros, poco más que aceptable.
Lástima que no fue suficiente, ni con la
fotografía, que regala la extraña sensación de ser una película de los años
setenta ni con el diseño de producción y montaje, que se antoja a lá Disney. Incondicional se queda corta ante una premisa prometedora.
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