Another: Stand by oneself se resume en una premisa que cambia demasiado su tono para
terminar en un desenlace que no alcanza la adrenalina necesaria.
Se puede decir poco. Se puede
decir mucho. ¿Por cuál nos vamos? Por la parte aburrida: decir mucho. Another culmina en su episodio décimo segundo.
Sakakibara y Misaki se enfrentan a una fiebre adolescente donde la locura y la
matanza acechan en cada esquina de la “clase 3”, por lo que terminan corriendo
para salvar sus vidas desafiando los instintos humanos más básicos.
Lo que empezó con un misterio
espectacular y una atmósfera tétrica e intrigante en el capítulo piloto termina
de un modo apresurado con infinidad de secuencias de acción y una trama que se
siente pesada y con muchos respiros, alargando su inminente y desconcertante
clímax. Es por ello que al llegar al final todo se siente como “ya, terminemos
esto como salga” de forma que los diálogos, aunque cargados de dinamismo,
sincronía y profundidad, aceleran la trama de un modo absurdo.
La animación se mantiene en
la mejor calidad, tal y como en el primer episodio (gracias a la producción de P.A. Works y a su director Tsutomu Mizushima, lo que son
grandes puntos a favor). ¿Cuántas historias mantienen su calidad visual después
de un par de episodios? Si acaso hay muchos, enumérenmelos. Es este elemento el
que logra que el impacto venga mucho de lo que se ve aun si forma parte de la
historia como si no, como si fuera un giro de tuerca o incluso una distracción
secundaria. Y aquí pasamos a otro gran acierto: los giros son impecables,
mantienen el suspenso necesario para tener al espectador, a la audiencia
intentando adivinar, deducir y entender el porqué pasa lo que pasa. Estos
elementos logran entretener a la audiencia, otorgando credibilidad a lo que
vemos.
Es en los primeros capítulos
donde esa atmósfera de tensión e inseguridad que rodea a los personajes hace
acto de presencia y brinda la sensación de ser una historia de terror
disfrazada de drama adolescente. Y pues si queremos hablar de algo más que
entretenimiento, de acuerdo. Le concederemos al animé vistazos y enseñanzas del
individuo, de lo que significa el bullying indirecto, el rechazo a los demás y la
creencia en que las cosas pueden mejorar contra todo pronóstico. Haciendo
hincapié en este aspecto, son estas referencias que podemos hallar tanto en
Sakakibara, Misaki como en Akasawa, los que ofrecen esta profundidad que logra
mantenerse en el guión (cortesía de Ryo
Higaki), que a fin de cuentas terminan por ofrecer el equilibrio y el punto
emocionalmente fuerte de la historia, eso claro si nos ajustamos a los términos
de blanco y negro (¿se puede?).
Pero tiene problemas y uno de
ellos es que las enseñanzas arriba mencionadas terminan desvaneciéndose con el
paso de los eventos; otro problema es el tono de la atmósfera, señalada por
algunos como un acierto: conforme los episodios avanzan no se sabe si se está
presenciando la saga Destino
final o El sexto sentido (versión animé, claro). Este pendulazo
hace que pierda el curso y la coherencia conforme las piezas marcan su paso en
la trama. Entonces uno se pregunta: ¿Qué importa más: las muertes sin sentido o
el misterio que rodea la clase? Y aunque casi al final se aclaran las preguntas
que acechan a los personajes y la naturaleza cobra sentido, la simplicidad
detrás del misterio termina por resultar más escalofriante que la naturaleza
del peligro mismo, pues al final importa más salvarse que averiguar quién es el
“extra”.
Otro defecto son los
argumentos que el guión deposita en los personajes para que le añadan su
“lógica” a lo que vemos. No lo hay. De acuerdo, puedo ser permisivo y admitir
nuevamente que al final se explica todo lo que durante los previos
acontecimientos se fue especulando, pero no basta. Y es Tatsuji Chibiki quien contribuye al mostrar el
trasfondo de la situación y compensa sus errores en el momento climático.
Se puede entender que el
terror psicológico y las verdades calladas dejen huella y no pretendan
revelarse sino hasta muy avanzada la trama, además de profundizar en los
personajes y en su psique, pero aquí la cuestión de guardarlo todo, y cómo
ocurre, ocasiona que al final no se obtenga la adrenalina necesaria para
impresionar mucho al espectador, con todo y la cantidad de muertes que ocurren.
Con todo lo bueno y lo malo, Another representa una premisa interesante que
va descendiendo lentamente conforme nos acercamos a los créditos finales. ¡Ah!
Como quien espera al término de la película en la sala de cine, para quienes
deseen una pizca más del tema, no cierren la ventana del animé porque en los
últimos segundos surge una escena importante que concluye el tema.
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