Fuerza mayor retrata figurativa e interiormente la
crisis de un matrimonio recurriendo a ingeniosas referencias culturales.
Ésta es una de esas películas profundas,
con sentido y mensaje pero cuya narrativa y ritmo se cuecen lento. Es,
igualmente, una de esas películas donde el impacto emocional y psicológico
radica más en lo que dicen los personajes, en cómo expresan su psique y cómo
matizan su universo que una acción visual y física propiamente dicha.
Y para ponerlo en términos simples, la
historia se centra en una familia que se va de vacaciones a los Alpes y, en un
momento dado, una avalancha se dirige a ellos. El papá toma sus cosas y huye,
dejando a la familia vulnerables al peligro. Esto es, sin embargo, sólo la gota
que derrama el vaso en la cinta escrita y dirigida por Ruben Östlund, donde nos hallamos más ante la coyuntura y vicisitudes
de los sentimientos de opresión, egoísmo, desinterés y estupefacción que pueden
hundir la fortaleza familiar.
Se convierte así en un filme sobre cómo llevar una situación cuando los
problemas familiares surgen a partir de eventos inesperados, y que dan pie a
una reflexión tan sutil que probablemente se caracterice como poco perceptible.
Por ello es importante señalar que cada secuencia, cada diálogo de Östlund
señala referencias a los estereotipos, a los patrones de conducta propios del
ser humano, sin olvidar el machismo, el instinto protector de la mujer y los
sentimientos de inocencia y afecto de los niños pequeños.
El ritmo siempre es el mismo, y eso no es problema, porque desde el
inicio el espectador sabe a qué se enfrenta. Una cinta retratada día a día,
para explicar de un modo claro, absorbente y poderoso la transición emocional
de los personajes, sus discusiones y el efecto que éstas causan en ellos.
La música, a cargo de Ola Flottum, es increíble. Demuestra que cuando se
sabe utilizar la música clásica para generar tensión, incertidumbre y, por
momentos, miedo en el espectador, lo puede lograr y de maravilla. Uno de los
puntos fuertes del filme.
La historia tiene dos ópticas, la tormenta externa y la interna; la
primera se expresa en la avalancha; la segunda tormenta es la crisis de la
interacción familiar, la transición de cómo los personajes enfrentan sus
sentimientos, esa interiorización de la realidad, lo que hace avanzar al filme
de un modo sutil pero desgarrador.
En contraparte se puede mencionar que en un par de ocasiones la
fotografía se siente ochentera, anti-moderna, y en unas cuantas tomas del
inicio parecen efectos visuales descarados, al punto de distraer al espectador.
En general, logra su cometido, que es ofrecer una atmósfera ideal para el
tratamiento de la premisa: una familia con problemas.
En gran parte de la película las secuencias ofrecen guiños a problemas
sociales como el machismo, la indiferencia masculina y la negación al soporte
hacia la mujer. Es por críticas así, más la propuesta general, que ésta es una
película relevante y que motiva a una reflexión sobre nuestras decisiones,
aquellas que involucran a nuestros seres queridos.
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