Compactando la aventura.
A la nueva cinta animada del cazador de demonios Constantine puedo definirla como un palmario intento por meter convicciones monetarias a la fuerza, reduciendo el margen de sus posibilidades creativas, sus deseos y el extenso potencial del personaje. Es una cinta que busca entretener, ofrecer nuevos vistazos y rebanadas de aventura sobrenatural de Constantine, cuya serie televisiva fue injustamente cancelada en su momento y vuelta a la vida después. Es un falta de decisión creativa que cansa y que podría dañar la publicidad del cazador de demonios; parece que los estudios no saben bien qué hacer con él, sea por el tono temático que acompaña al personaje o por un "endulzamiento" que sin duda rebaja su intensidad psicológica y dramática en beneficio de hacerlo digerible para las audiencias a las que se dirige.
Sea cual sea la razón, en mi opinión el atractivo principal del personaje recae en ese matiz de "desgraciado que, sin importar nada, puede salvar vidas". Ciudad de Demonios es una aventura engañosamente extendida a la que bien podrían recortarle 30 minutos y seguiría ofreciendo un contenido bastante agradable dentro de sus propios límites. La pena en este caso es que las acciones del personaje parecen calculadas y reducidas a una actitud holgazana y cínica que al final esconde los trucos necesarios para derrotar al villano de la película.
Sam Register, famoso colaborador del estudio, produce la cinta dirigida por J.D. Matthies, quien también estuviera detrás de Batman contra Robin y que ofrece, de nueva cuenta, una aventura medianamente familiar que, si no fuera animada, realmente traumaría a los infantes con las escenas demoníacas. Ofrece chistes cínicos y una referencia a MARVEL, pero más allá, es una cinta para entretener que resume capítulos de su serie animada. Matt Ryan hace su esfuerzo por encargarse apropiadamente del personaje que tan bien le queda y con el que parece encajar indudablemente.
¿De qué va esto? John Constantine recibe la petición de un allegado suyo que tiene una hija enferma y cuya condición ningún médico puede resolver. Cuando el cazador se involucra, descubre indicios de magia negra avanzada y noticias de un villano de su pasado. No es, desde luego, nada innovador en temática o electrizante, pero sí me resulta indudable que le meten giros innecesarios para que la cinta rebase la mínima hora de duración, hay peligro, pero está contenido. Sin embargo, a nivel creativo, ¿dónde está el riesgo?
Sea cual sea la razón, en mi opinión el atractivo principal del personaje recae en ese matiz de "desgraciado que, sin importar nada, puede salvar vidas". Ciudad de Demonios es una aventura engañosamente extendida a la que bien podrían recortarle 30 minutos y seguiría ofreciendo un contenido bastante agradable dentro de sus propios límites. La pena en este caso es que las acciones del personaje parecen calculadas y reducidas a una actitud holgazana y cínica que al final esconde los trucos necesarios para derrotar al villano de la película.
Sam Register, famoso colaborador del estudio, produce la cinta dirigida por J.D. Matthies, quien también estuviera detrás de Batman contra Robin y que ofrece, de nueva cuenta, una aventura medianamente familiar que, si no fuera animada, realmente traumaría a los infantes con las escenas demoníacas. Ofrece chistes cínicos y una referencia a MARVEL, pero más allá, es una cinta para entretener que resume capítulos de su serie animada. Matt Ryan hace su esfuerzo por encargarse apropiadamente del personaje que tan bien le queda y con el que parece encajar indudablemente.
¿De qué va esto? John Constantine recibe la petición de un allegado suyo que tiene una hija enferma y cuya condición ningún médico puede resolver. Cuando el cazador se involucra, descubre indicios de magia negra avanzada y noticias de un villano de su pasado. No es, desde luego, nada innovador en temática o electrizante, pero sí me resulta indudable que le meten giros innecesarios para que la cinta rebase la mínima hora de duración, hay peligro, pero está contenido. Sin embargo, a nivel creativo, ¿dónde está el riesgo?
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