Con Batman vs Robin el director Jay Oliva aborda temáticas trascendentes.
El trabajo realizado por Ethan Spaulding en hijo de Batman (Son of Batman) fue suficientemente sólido para que pudiéramos darnos una idea de quién era Damián Wayne, un niño de 10 años decidido a probar su valor e inteligencia superando cualquier obstáculo para ganarse el respeto de su padre. De la misma manera el que Oliva retomara a personajes elementales como Talia, o incluso Ra´s Al Ghul, debía ser adecuado para contextualizarnos en la novedosa situación en que se encontraba Batman: no sólo ser el guardián de Ciudad Gótica, sino también aprender a ser papá. Aquellos que se consideren fans acérrimos del Caballero Oscuro saben que el amor inmortal de Bruce Wayne siempre ha sido ella.
Es así que llega para nosotros Batman vs. Robin donde el director Jay Oliva profundiza en la relación padre-hijo pero al mismo tiempo nos da referencias a la llamada Corte de los Búhos (Court of Owls), sociedad secreta aristocrática cuya meta es eliminar a cada delincuente en Ciudad Gótica sin piedad alguna, evidentemente con métodos opuestos a los de Batman.
La trama, si nos vamos por el título, puede parecernos sencilla, pero lo cierto es que Oliva parece darse el tiempo de presentar con un enfoque más claro y efectivo las circunstancias que envuelven esta historia. La misma comienza con Damián Wayne siguiendo los pasos detectivescos de su padre Bruce al intentar atrapar a Winslow Schott a.k.a El Juguetero (un villano más propio de Superman que de Batman). Todo va bien hasta que aparece Talon, un misterioso personaje con un pasado oscuro que ahora forma parte de esta sociedad y que forza a Damián a cuestionar sus propios principios.
Es así que Oliva decide dicotomizar la historia entre el desarrollo de Bruce y su hijo y por el otro la decisión de éste con relación al mundo en que viven. Tanto las discusiones familiares como el debate ético que presenciamos (si pudiéramos erradicar el crimen ¿lo haríamos?) en el desenlace nos muestran el conflicto socio-psicológico que los protagonistas y los villanos sienten por igual. Uno como espectador logra ponerse en los zapatos del personaje y cuestionarse sus motivaciones, si sus creencias son acertadas o no, y el hecho de poner referencias al mundo actual le otorga una mayor profundidad. Además de esto el guión incluye atinadamente tanto momentos de humor inteligente como la faceta de empresario de Bruce Wayne e intereses amorosos.
¿Qué convierte a dos personas en familia? ¿La sangre? ¿La crianza? ¿Es la decisión tan poderosa como para definir nuestra identidad? El director no necesita detenerse mucho en ello, sino que hábilmente recurre al guión escrito por J.M. DeMatties para darle un sentido, una cara a estas cuestiones, desde la confrontación en el techo, los ladrones en la calle como en la alucinación que Batman sufre.
Al final, logramos conocer de una manera sólida pero breve a la Corte de los Búhos, al mismo tiempo que el director impulsa a Damián a una nueva faceta personal, no sin recurrir a sutiles referencias religiosas que se avistan en todo el filme. Por ahí Bruce dice le dice a Alfred “A veces es necesario tener un poco de fe”.
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