Ralph Breakes the Internet


Dejar ser.





No podíamos echar más de menos a Vanellope, el corazón de la cinta Ralph, El Demoledor. Para esta secuela, muy esperada por la audiencia, nuestra querida niña libera su conocido encanto y deslumbrante personalidad para ofrecer una aventura que -raro el caso- supera la cinta anterior. Todo comienza definiendo, más que los objetivos de los protagonistas, sus inesperados deseos como personajes: una busca explorar "su universo"; el otro está cómodo con su vida.

Sin ocupar más líneas de las necesarias, es importante subrayar aquí que la cinta aborda leve y sutilmente el tema del existencialismo, al plantearnos con ellos la idea del individuo consciente ante su inmensa magnitud del entorno y por lo tanto, auto-dotado de la curiosidad ante la infinitud que acompaña la vida misma. La metáfora perfecta sobre el individuo que intenta ir más allá.

Ése es el primer punto. Lo segundo a tomar en cuenta es que se trata de una cinta tan familiar como su predecesora, pero que a diferencia de aquélla, aquí la historia viene cargada de simbolismos (cómo seguir los propósitos, el miedo a perder un vínculo, cómo ser papás eficientes, la honestidad, la influencia ajena, la reputación, la capacidad de ser y hacer), además de puntuales comentarios parabólicos sobre la amistad, que no hacen más que elevar la calidad de esta cinta, la cual plantea un conflicto que, pese a tener un par de engañosos giros de tuerca, se extiende lo necesario para darle más forma y contundencia al mensaje principal de la cinta: la amistad es valiosa, tanto si es convergente como si no lo es.

El conflicto que rodea la trama es: tras un pequeño incidente, Sugar Rush (el juego en que está Vanellope) queda suspendido y pronto obsoleto. Con el tiempo agotándose para encontrar una solución, Ralph y su adorada amiga terminan adentrándose en el internet...

Esa es grosso modo la historia; no quiero revelar más porque, si no la has visto, es mejor que la descubras como lo hice yo, que te maravilles, rías, conmuevas y emociones con las ocurrencias de Ralph y con la tierna audacia de Vanellope, que vuelve a hacer de las suyas en esta secuela.

Ya sobre los aspectos técnicos y creativos, diría que los directores plasman el famoso mundo digital con asombroso acierto, interés e incluso barnizadas filosóficas. ¿Somos únicos? ¿Tenemos un solo propósito? ¿Debemos hacer una sola actividad? ¿Qué valor tiene la amistad? ¿Es malo descubrir nuevos caminos?

Estas y otras preguntas son las que plantea WiFi Ralph y, sin contar la ya conocida -pero aun así muy divertida escena- de las princesas Disney, la cinta se mantiene, aleja y distingue de su predecesora. Tiene diálogos divertidísimos, astutos, profundos y bien pensados para ser la secuela de una cinta querida.  Sí, recicla elementos de su predecesora, pero a su favor viene cargada con una historia más emotiva, más matizada, y con un poderoso mensaje sobre la importancia de dejar ser y dejar ir.

P.D. Hay dos escenas postcréditos, una casi comenzando la lista de todos los involucrados en el proyecto, y otra hasta el mero final... 

2 comentarios:

  1. Buen comentario. Dan ganas de ver la película ��

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  2. Hablando de la convergencia:
    Es curioso que inicies con la línea “echar de menos a Vanellope”, y lo digo porque personalmente es el personaje que más flojera me da, seguido por el mismo Ralph. Cuando salió la primera ni me molesté en verla en el cine, la vi ya que le tomé prestado su DVD a mi carnal y me aburrió de punta a punta. Ni siquiera las referencias a otros vigeojuegos la salvan. De hecho, ubico el corto de Paperman MUY por encima del lastre de largometraje que lo acompaña. Pero olvidemos el pasado.
    Reconozco que esta cinta es en efecto superior a su predecesora pero lo es básicamente por la escala. Es decir, la magia de la película está en los detalles más que en su historia. Como narrativa es predecible, lineal y de desarrollos extendidos como chicle hasta el último minuto sin que eso represente una evolución, hasta el mero final en que podemos ver un arco construido al vapor en siete segundos.
    Encuentro peculiar y sintomáticamente malo que al igual que en su predecesora los personajes secundarios opaquen con sombras titánicas a los protagonistas. En la primera Felix y Cahoun se roban la escena todo el tiempo, en esta ocasión son Shank (Gal Gadot) y Yess (Taraji P. Henson) quienes lo hacen con un carisma tal que ya quisieran el meñique de eso los dos principales. Esto lo recalco porque sí creo importante que se dote de más personalidad a un protagonista y no sólo una caricatura de dos planos. Si me voy a la analogía de la historia es brillante —y seguramente accidental—como el guión reconoce la cojera de sus protagonistas al ser ambos las ÚNICAS fuentes de virus en todo el vasto internet, se puede decir que son el frijol en el arroz y de no ser por los últimos quince minutos su participación en la historia es totalmente dispensable.

    Lo que sí es agradable es ver cierto crecimiento en la forma que se plantean las aristas argumentales, sin pecar de simplistas pero sintetizando con puntualidad, no insulta a su público, no duda de su capacidad de análisis y deja ver las cartas con naturalidad, eso es loable. También me fascinó cierto coqueteo entre Shank y Vanellope, lo que demuestra que el príncipe heroico es una figura obsoleta y usando la secuencia de las princesas como contraste, la nueva Vanellope (menos irritante que en su versión original) se suma a ese puñado de princesas disney con los pies en la tierra y la voz firme y sonora.

    Entretenida y juguetona a la usanza de un Dónde está Wally? para toda clase easter eggs, visuales, verbales y sonoros, la casa del ratón sigue apegado a la apuesta segura y tanto su avaricia económica como su miedo al riesgo terminará por derrotarle... otra vez.

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