Una visión humanista dramatizada.
Después de una segunda temporada que incrementó la calidad de la serie, que nos dejó con toda la emoción a flor de piel en el producto televisivo llamado DareDevil (esto, al tiempo que arrojaba a cada segundos referencias a los cómics relacionados al Hombre Sin Miedo), nos llega una tercera temporada donde el mal se cierne sobre Nueva York con la liberación de Willson Fisk y solamente Matt Murdock y sus amigos podrán detenerlo si se apropian de su humanidad y mantienen su lucha para no ceder a los instintos humanos más oscuros, volviéndose la clave para la supervivencia no solamente suya, sino de toda una ciudad.
Bajo esta premisa, el tercer arco dramático de una serie que supo reinventar a la perfección el personaje de DareDevil eleva su calidad, su contenido y su emocionante camino hacia un desenlace que, con cada segundo que pasa, promete más. Todo inicia fragmentado, con la idea de perdición; el ambiente es tenso, la desgracia abunda y la crisis está presente en cada puerta, cada palabra, cada saludo y cada día que sale el sol. Esto es DareDevil: season 3, una temporada que elige abordar el ascenso de Wilson Fisk a.k.a, Kingpin al poder tras escapar de la cárcel y la lucha de los buenos por detenerlo antes de que tome el control de la ciudad.
Sería trampa negar que existen paralelismos de esta historia en otras de la competencia, pero me limitaré a decir que esta temporada es una de las pocas adaptaciones humanistas y realistas que he visto de un súperhéroe en varios años; DareDevil 3 es provocación, es sensualidad policíaca, es inseguridad individual, es confrontación religiosa, es astucia, es criminalidad, es corrupción y, al mismo tiempo, es un ensayo sobre la mafia y los niveles de poder que tiene en la ciudad; un inteligente espejo y un análisis social que sirve para graduar la gravedad en que nos hallamos como pueblo, un momento para detenerlo y reflexionar hasta qué punto somos cómplices de los demás (sin importar los motivos) y qué hacemos por el bien de nuestra comunidad. DareDevil explora con mucho acierto la forma que el mal tiene de callar la verdad y la manera [adicional] que la población tiene para hacer la vista gorda, dejarse manipular y fingir que la situación general está bien. Mentiras.
Esta tercera temporada, con ligeros planos aterradoramente realistas y un uso de la cámara (sin mencionar los diálogos) absorbente, tenso, palpable y electrizante, tiene todo para ser mejor temporada de lo que las dos pasadas no fueron. Sus diversas referencias al cómic son punto y aparte, pues aquí importa el ensayo humano sobre las debilidades humanas, sobre la manera en que nos alejamos de nuestros seres queridos y afrontamos, en silencio, nuestra propia sombra, o de cómo transformamos la debilidad en fortaleza, o cómo la decisión nos constituye y cómo, a pesar de la oscuridad, hay espacio para la luz. Esto es DareDevil: season 3.
El héroe permanece oculto, pensando que la situación está en orden, que sus amigos están a salvo, pero Fisk le recuerda que la paz nunca es eterna y lo que en un instante puede ser calma, al siguiente es un momento pletórico de adrenalina, tensión, masacre y muerte, y que quienes pensamos que son inocentes terminan por ser villanos mortíferos dispuestos a todo. La óptica presentada por los guionistas es fascinante y la infinidad de lecturas un placer, pero incluso en las sombras hay procesos, y la tercera temporada nos demuestra que Matt Murdock tiene un largo camino por seguir, con o sin sus amigos.
¿Estamos listos para la cuarta temporada?
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