El Hombre Invisible



Con esta entrega, el llamado Dark Universe se levanta estupendamente de los escombros provocados por La Momia.

9.0
Tipo de artículo:
Crítica.

Me resulta reconfortante, un INMENSO alivio, ver que la nueva entrega del Dark Universe se recupera con soltura, firmeza y visión en esta cinta escrita y dirigida por Leigh Whannell tras la decepción que fue La Momia (en parte por el excesivo protagónico de Cruise…). Qué gratificante es, de verdad, porque ahora me encuentro ante una de las mejores películas de suspense (tirándole al terror psicológico) de los últimos años —o de esta nueva década, si puedo plantearlo así—. Y es que después de presenciar lo cómico y desastroso que fue la primera entrega de este universo, ver El Hombre Invisible realmente da confianza por todos los aspectos que puede tener una gran película: dirección, guión, giros de tuerca, personajes, trama, efectos, música.


Es uno de esos raros eventos cinematográficos que me gustan, que de verdad me mantienen al filo del asiento, y que, prácticamente, casi desde que comienza la aventura, me llena de información sobre todo lo que aparece en pantalla (personajes, motivos, delineo psicológico, así como detalles que son relevantes, o sobre el personaje que lidera la historia, o sobre la historia misma). Claro que el personaje hace la historia, pero igual pasa en ocasiones que la trama por sí evoluciona independientemente del progreso psicológico del personaje. 


Y bueno, antes de continuar mi digresión… una pequeña descripción de la sinopsis: Cecilia Kass (Elizabeth Moss, magnífica en su personaje) abandona a su exnovio Adrián Griffin (Oliver Jackson-Cohen, suficiente, adecuado) debido a que este la maltrataba. Poco tiempo después, su hermana Emily Kass (Harriet Dyer) le avisa que él se ha suicidado a través de una noticia pública, pero lentamente ciertos sucesos o “suposiciones” le indican a Cecilia que a lo mejor su perseguidor realmente no está muerto como todos creen. 


Como puedo notar y es, incluso, un acierto fascinante como decisión creativa el giro de 360° sobre la trama misma—, esta película se distancia completamente de la película del año 2000 estelarizada por Kevin Bacon, que es mi terreno familiar en este sentido. No estoy al tanto de la serie televisiva o cualquier otra adaptación audiovisual que pueda existir. Si en la cinta de Bacon el eje narrativo era un científico superando, dentro de la ficción correspondiente claro, un límite para convertirse en algo “imposible”, en la presente y actual entrega es más bien un logro científico, sí, pero enmarcado en una potentísima y fabulosa atmósfera de suspense. 

Porque en El Hombre Invisible surgen diversos comentarios (todos orgánicos) sobre acoso sexual, íntimo, psicológico, miedo a la rutina, a la opresión masculina; réplicas sustanciales sobre el narcicismo ególatra, la psicopatía, entre otros… que solamente fortalecen una película construida de manera muy audaz y cuyos recursos técnicos, todos bien pensados, bien expuestos, para elaborar un poderoso contenido crítico sobre temas actuales, y apoyarse en el tema de la invisibilidad como la metáfora visual perfecta para dejar en claro la ceguera visible, la impotencia y la manera tan insuficiente que tenemos de atacar los problemas que como sociedad acarreamos todos los días


En esta cinta Elizabeth Moss como Cecilia Kass es impresionante; una actriz que transmite la más amplia gama de emociones que un ser humano en pantalla puede tener, y el elenco que la acompaña no es menos relevante. Todos tienen su momento para brillar: Aldis Hodge como James Lanier, Storm Reid como Sidney Lanier, Michael Dorman como Tom Griffin, entre otros. En todo momento la cámara se convierte en un estupendo elemento de narración que, sustentada en una brillante música electrizante, paralizante y aterradora en determinados momentos, no hace más que incentivar el suspense, el miedo y todos los elementos que, tarde o temprano, cobran importancia


Porque con El Hombre Invisible nada está desperdiciado; todo personaje y detalle que entra a cuadro tiene una razón de ser, y eso es lo que mejor construye el suspense. Esta película es un ensayo sobre las implicaciones ético-psicológicas de la opresión sobre la pareja; es una suerte de comentario social muy oportuno sobre las secuelas de “vivir en una cárcel emocional” (casi al estilo de Enough, con Jennifer López) y una aventura con los puntos de terror psicológicos más astutos que le he visto al género en el último lustro.


Los giros de tuerca son contados e inteligentes; los efectos visuales están, a mi parecer, bastante bien desarrollados y aumentan la tensión, ingrediente principal de la película casi al final del primer acto y que indica, de modo muy sutil, cómo el suspense y el miedo van incrementándose hasta ser algo con lo que Cecilia lidia y transmite a la perfección. Puntos extra para la escena del restaurante, la más imprevisible y escalofriante de toda la película, que da pauta y comienzo a los errores, así como la acción. Porque antes de ese punto, todo es suspense milimétricamente calculado; cuando el terror comienza, la película suelta su censura y el peligro se descubre. 

Conclusión:
El Hombre Invisible es una grandiosa apuesta de Universal que me sorprendió, me gustó, me maravilló y, por lo mismo, la recomiendo ampliamente. 

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