Impresionante metáfora crítica sobre las facciones políticas que, como ideología, es El Hoyo.
9.0
|
Tipo de artículo:
Opinión.
Hacía rato que una película televisiva no me impactaba en
distintos niveles. Pongamos, de inicio, tres. El realista, el emocional
y el social. Todos intercalados y simultáneamente desarrollados en una trama
que, para gozo mío como espectador, no es completamente lineal y se permite saltos
dinámicos para solventar el escenario en el que los eventos toman lugar: una
especie de “celda”. Dicho esto, leyendo de cerca breves ideas de quién es Galder
Gaztelu-Urrutia y lo que ha logrado, no puedo más que aplaudir su sólido
comentario crítico que esconde la más perfecta metáfora visual sobre que podría yo entender por
capitalismo.
Caracterizada
con un singular diseño de producción y unos efectos visuales nada sencillos, El
Hoyo se convierte en una historia narrada en primera persona matizada por
los personajes secundarios, todos los posibles permitidos por una cinta que
debe recurrir a ellos únicamente con el propósito de «antagonizar» al protagonista
frente a los ideales ocultos en los demás personajes y el entorno que le rodea.
La sinopsis oficial de El Hoyo es la siguiente: “Un futuro distópico. Un hoyo con cientos de niveles, una plataforma que baja diariamente repleta de comida que desciende por un agujero central hasta cada nivel. Dos habitantes por nivel. Los internos de esta prisión excavada en la tierra cambian de nivel aleatoriamente. ¿Eres de los que saltan cuando están arriba o de los que no tienen agallas cuando están abajo?” La cinta no justifica del todo por qué los personajes se encuentran ahí; solamente ofrece "pistas" de que buscan algo de ese sistema. Este aura de misterio otorga un interesante halo emocional a la película. Estelarizan Ivan Massagué como Goreng, Zorion Eguileor como Trimagasi, Antonia San Juan como Imoguiri, y Emilio Buale.
Goreng
es el protagonista que guía la historia en el aspecto emocional, estableciendo,
sin saberlo, las bases críticas para que el nivel realista y social de la cinta
tengan lugar ya sea por diálogos o acciones de los demás personajes. Todo el
tiempo, la atmósfera de la película me dejó con una idea que ya conocía, pero
que aquí queda BIEN PLASMADA: la vida es difícil y la supervivencia depende de
tu ingenio. Si bien no es una cinta de peleas o mucha acción, los diálogos son
astutos, demostrativos y no expositivos, dando lugar a un viaje lleno de
suspenso que nunca me revela completamente sus cartas, sino que me permite
interpretarlas.
Esto
le da un sentido “unificador” a la película; el factor de impacto en tres
niveles que mencioné arriba se da porque me da la casualidad que la cinta es lo
suficientemente realista en su concepción del ser humano, comprobando a base de
diálogos abrumadores y psicológicamente paralizantes el obscuro lado humano una
vez que la escasez tiene lugar y el cuerpo humano DEBE sobrevivir. “Comes o
eres comido”. La música, cortesía de Aránzazu Calleja, es electrizante,
absorbente y tiene las palabras “Arriésgate o muere” grabas en cada partitura
de la composición.
El
impacto social llega con el avance de la trama, mostrando que cada ser humano,
por básico o similar que pueda ser a otros, tiene sus rasgos distintivos, aunque
la indiferencia sea un lenguaje universal marcado por la urgencia de vivir, una
premisa que enfatiza Galder en sus noventa minutos de trama. Y dado que la
cinta, entre sus tópicos, aborda la fortaleza del espíritu contra la templanza
del cuerpo, la sobreexposición y el extremismo en momentos de vida o muerte, no
me parece nada casual que el protagonista porte El Quijote, de Cervantes
Saavedra. La famosa novela que profundiza sobre la fuerza interior de la
persona, la fuerza de sus ideales, más que su fuerza física, es una idea curiosa
y que embona perfectamente en contraste con la idea del cuerpo como prioridad
en un futuro distópico en el que comer representa, como en la vida real, la
diferencia entre seguir o perecer en el intento.
Quitando
un par de escenas grotescas y otras en clave de misterio, El Hoyo es una
brutal crítica metáfora-visual sobre los pilares del capitalismo, socialismo y
comunismo, que explora y profundiza de la forma más ingeniosa y brillante la naturaleza
humana en sus extremos más oscuros. Por lo que me queda recomendarla a toda
persona que tenga estómago fuerte o no tan fuerte.
Conclusión:
Galder
Gazteluurrutia, ¡bravo!
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