Aunque muestra cierta fidelidad al cómic, Aquaman, de James Wan, no goza de una trama ni consistente ni original.
7.5
Tipo de artículo:
Crítica.
Finalmente ha llegado Aquaman a los cines del mundo. Una cinta que, entre las que se aproximan, promete rescatar el universo fílmico creado por DC Comics y Warner Bros., y que, tras los tibios resultados de Liga de la Justicia y Batman v Superman, permanece en declive. Si bien mi lealtad como lector de historietas gráficas siempre ha estado con DC, sigo con frecuencia y emoción el universo de la competencia, y no lo dudas. Pero en este momento, quiero darte mi impresión de la nueva cinta que DC ha hecho en colaboración tanto con WB como con el creativo detrás de la franquicia de terror más famosa de los últimos años: James Wan.
Puedo comenzar por decirte que el aspecto visual, tal y como prometían los avances e incluso la opinión general encontrada en distintos foros de internet, es impresionante. Colorido, absorbente, acuático, real, tangible y sorprendente. Así puedo definir el estilo y voz que Wan le imprime a la cinta de súperhéroes. Si bien no tenía duda de su talento tras la cámara, me parece evidente que supo liderar el proyecto y, lo que es más importante, darle una identidad propia. Su esmero por ofrecer un destacado apartado visual es notable, lo noto en cada escena de la proyección, esto sin contar su manera de narrar la aventura, apoyándose de increíbles efectos visuales.
La película da comienzo y rápidamente instala el tono de una cinta de magia, cuento de hadas, casi navideña y romántica. Conozco entonces a la reina Atlanna y al papá de Arthur Curry; Wan me cuenta su amor, su vínculo, su lazo, y el porqué no pueden o deben estar juntos. Entonces, en tonalidad, la cinta pasa de romántica a dramática, guardando migas en el camino por venir. El guion nos adelanta veinte años la trama, con un submarino que está siendo atacado. Esto, inevitablemente, me remite a la cinta El Trono de Atlantis, que guarda paralelismos narrativos con la propuesta live-action y no creo que sea casualidad, pues el motivo principal por el que Arthur Curry, a.k.a. Aquaman, hace acto de aparición como un imponente héroe de facultades sobrehumanas es el mismo que da pie al argumento de la película animada: los atlantes "se defienden" de las intervenciones del exterior.
Sin embargo, aquí hay un giro: el Aquaman de la cinta animada no tiene relación alguna con su origen, se sabe diferente, pero no intuye cómo o por qué; el Aquaman de Momoa conoce parte de su historia y la niega, no tiene interés en un trono, en una posición política por derecho de nacimiento porque, simple y sencillamente, ama su vida terrestre. Tiene a su papá y le gusta salir a "chapucear". Esta negación de sus responsabilidades naturales, que podría considerarse pusilánime, recoge parte de la postura que el personaje ya tenía en la cinta grupal.
Del cómic a la película el cambio en la psicología del personaje es obvio, y es el adecuado en términos de adaptación. Esto me deja ver una congruencia argumental que no desentona, pero lo vuelve poco creíble, dentro de la idea que lo configura: tipo huraño pero agradable. A esto le sumo que la película, ya teniendo como noción previa de lo que es el personaje para la audiencia, tiene la oportunidad de centrarse con libertad y ganas en el resto de los personajes reservados para la ocasión: Orm, Vulko, Mera (a quien vimos rápido antes), Atlanna y demás personajes. El guion se toma el tiempo necesario para presentarme al villano de la película: Orm/Ocean Master (convicente Patrick Wilson) y su motivación: frenar la contaminación mundial. ¿Cómo? Atacando la superficie.
A diferencia de la cinta animada y lo poco que sé de los cómics del héroe acuático, aquí Orm no busca vengarse de su medio hermano sólo porque sí, busca crear un tipo de justicia disfrazada de terrorismo, pero sembrando él mismo las semillas "destrucción" en el reino del que forma parte. Orm, con sus diálogos y acciones, me dice que es malo, pero no tiemblo al verlo. Sólo me confirma que es tramposo y busca ejecutar sus planes a como dé lugar; es engatusador, pero si le busco a POR QUÉ como villano, no como ecologista (que es finalmente el retrato que hace de él la cinta), queda sin motivo y queda fuera de la historia. En esta mescolanza de intenciones y cambios de paradigma entre el impreso y la pantalla, con un Arthur Curry desinteresado en gobernar y un hermano menor celoso que busca acabar con el reino terrestre y un origen parcialmente oculto, aparece Mera (firme y brillante Amber Heard) para hacerlo entrar en razón.
Cuando Curry entiende que, si sigue negando su responsabilidad marítima, todo lo que conoce desaparecerá, la acción y trama arrancan. Y los flashbacks usados en la película dan cuenta y justifican aquello que, por tiempo, la línea que narra el presente no puede mostrarme a mí como espectador. Así que, en este caso, el trabajo de edición se encarga de quitarle consistencia narrativa a una trama con propósitos lineales que, en su lugar, es trepidante y no logra terminar todos los arcos narrativos como debería. Esto lo puedo ejemplificar en el caso del villano Manta Negra, cuya motivación es bastante genérica y goza de un par de escenas de acción entretenidas, sin olvidar que —no puedo quejarme— su atuendo es completamente fiel al cómic.
Aquí me encuentro en una encrucijada, porque a Aquaman le conozco cinco villanos, entre quienes los principales son Orm, Black Manta, Scavenger. Así que, en beneficio de la trama, Manta Negra tiene, en esta película, la misma función que tuvo, por ejemplo, El Espantapájaros en Batman Inicia. Circunstancial y sin aparente peso de fondo para la historia. Y es uno de los defectos que le encuentro a la cinta: que uno de los villanos es usado como trapo en la cinta y ninguneado a lo largo del metraje, dejando espacio al verdadero némesis de la historia, y que tiene peso político: Orm. Como la motivación de Manta Negra es genérica y no surge por algo más profundo que la venganza, Wan opta, a mi parecer, por guiar su arco dramático en la que es la pelea vista en los avances: la pelea en Sicilia, Italia. Así permite que el desarrollo psicológico de Orm tenga inicio, desarrollo y final, postulándose como un villano "digno" sin ser espectacular.
La módica secuencia de acción de Manta Negra no defrauda al tener lugar en un momento de doble mensaje con la cámara en primer plano: el surgimiento del amor inesperado entre Mera y Arthur Curry y cuando ellos están camino a descubrir el origen del poderoso y mítico tridente de Atlantis. De esta forma Wan me cuenta el cruce de ambos caminos, que veía venir desde el inicio. A este respecto, la química entre Heard y Momoa es tangible, me resulta palpable y bastante disfrutable. Si tuviera que encontrarle un defecto a este factor en la película es que sus personajes, para el guion y pantalla, están construidos a partir de viejos estereotipos sociales que, de acuerdo, encajan, pero no creo que sean modernos: ella como símbolo femenino independiente y él como un sujeto infalible indiferente. Ambas piezas funcionan y las estimo orgánicas para el resultado final, pero desde la perspectiva social, ¿son necesarios? ¿Adecuados? ¿Aportan algo al fondo de la trama? No sabría responder a ello, pero ambos son liderados correctamente por Wan y al final este aspecto de la historia pasa a segundo término porque el malayo lo consigue: me creo la unión entre ambos personajes.
Ya construida su inminente relación amorosa, como en el impreso, y con ayuda de un giro de trama que, la verdad, no me esperaba (en los cómics que he leído del personaje esto no está), el héroe acepta, sin mucha gana y con un sentido de "autenticidad" su destino, convirtiéndose en un reivindicador personal y comunitario que, apoyado por sus habilidades acuáticas, le hace frente a Orm de manera espectacular. Como escribí más arriba, Wilson no luce temerario, pero sí convincente en su papel. Logra que olvide su participación en la franquicia El Conjuro. Y armados los tridentes, comienzan las acrobacias (sorprendentes, por cierto) entre los opuestos por excelencia.
Mucho leí respecto al diseño de producción, vestuario y la construcción minuciosa de los efectos visuales. Considerando el largo y ancho de trama, me parece sencillamente loable el detalle, calidad y cuidado que Wan le imprimió al proyecto; todo se nota, sobre todo, en el diseño. Realmente me creo que estén en el agua, respirándola. El director, famoso por su recorrido en el cine de terror, prueba suerte en el género de ficción heróica y, me alegra decirlo, lo consigue con creces. Demuestra no solamente una destreza visual comparable a la de Snyder, sino que también compruebo su habilidad en el apartado actoral: Willem Dafoe (quien fuera el Duende Verde en la trilogía arácnida de Raimi) como Vulko y Dolph Lundgren (quien interpretara en MARVEL a El Castigador en los años 80) como el actual rey de Atlantis, por mencionar algunos. Si bien ambos comparten pantalla, el segundo no goza de mucho tiempo, ya que el guion reduce su participación al mínimo necesario, pero dejándome con la idea de que es un rey justo, pero manipulado.
El problema con todo esto, es que Aquaman no es completamente original. Sí, estoy viendo al personaje y su ascenso al trono atlante, pero Wan aquí, de una manera visualmente empalagosa y elegante, me introduce con calzador elementos de Pantera Negra (el mundo científicamente avanzado y la rivalidad entre hermanos), THOR (la rivalidad y diferencia de motivaciones) e incluso El Hombre Hormiga y la Avispa (los estereotipos mencionados arriba sobre la pareja protagónica), por mencionar solamente MARVEL, ya que el director malayo, no satisfecho con esto, también me regala tomas sacadas de Linterna Verde. Y seguramente hay más referencias que nada tienen que ver aquí...
Respecto al elenco, Willem Dafoe, como Vulko, le otorga a la cinta ese aire del mentor con buenas intenciones y que, a mi parecer, le aporta al héroe ese ingrediente de paz y justicia que necesita en contraposición a la bélica y sanguinaria ideología de su némesis; sé que Arthur Curry necesita no perder los estribos y Vulko está ahí para ello. Aquí, funge como el maestro conocedor de ambos mundos; su psicología está delineada con la suficiente claridad (que tampoco es mucha, claro) para saber, yo como espectador, que su lealtad pendula entre el reino y su relación con el legítimo heredero al trono. Y si me centro en su arco dramático, Vulko representa todo el lado patriótico-político de Aquaman, y al mismo tiempo, el puente entre los secretos que pertenecen al pasado del protagonista y las posibilidades en su presente.
Tiene participación en el trasfondo de la trama, es firme, prudente y sus intervenciones sirven para que Arthur Curry alcance su destino. Dafoe lo hace bien, y entre él y Orm surgen los chistes (Curry tiene algunos otros) más ingeniosos. El otro defecto presente con el actor, y que relacionaría directamente con la puesta en escena, es que resulta poco creíble: los efectos visuales son evidentes; esos atardeceres son falsos y, creo, buscan añadirle dramatismo novelesco a una cinta que no lo requiere. Wan me transmite la sensación marítima con acierto, pero cuando se trata de la superficie, los efectos son poco convincentes, distrayéndome de la historia e impidiéndome sumergirme en su magia.
Así, el contraste entre la sutil habilidad del director para mezclar elementos sin que parezcan reciclados, y falta de realismo en determinadas escenas, sumado al arco dramático de Manta Negra (de quien sé más hasta los primeros créditos de la película, que anuncian su natural secuela), dan cuenta de un producto CASI bien ejecutado que, no obstante, tiene fallas más notorias: como el hecho de que la cinta se inspira (sea por escenas, diálogos, efectos visuales o arcos dramáticos) en películas ya vistas.
Por lo demás, aunque Jason Momoa físicamente parece más Orm y Patrick Wilson más Aquaman, su "intercalado" cumple y me vende con éxito sus personajes. Momoa, a mi gusto, construye el equilibrio perfecto entre bonachón desinteresado, pero con corazón y Wilson se separa de otros papeles, entregándome un villano con una motivación discutible que ofrece una interpretación necesaria. Por su parte, Amber Heard, a quien tenía rato de no ver en pantalla, se desenvuelve sin problemas, luciendo como Mera con optimismo, pulcritud y eficiencia.
P.D. El único apartado musical que me pareció interesante fue el divulgado en los avances, porque meter una canción de Pitbull a mitad de película... (maten al que aprobó eso).
Conclusión:
Aquaman es una cinta más que palomera; quitando sus méritos visuales, que son varios, tiene un propósito y direcciones necesarios para no decaer completamente, aunque si soy franco, sé que su historia que no es perfecta, pero sí suficiente para sacar una secuela entretenida y "liberar" al DCEU del bache en que está actualmente. Momoa hace un buen trabajo como Arthur Curry, me convence en su papel acuático y el traje, totalmente apegado al cómic, le queda de lujo. Lo que siempre fue un personaje irrisorio y casi terciario es, con ayuda del actor, uno que seguramente se ganará el respeto para las nuevas audiencias, que se actualiza sin perder su esencia, moderniza elementos, situaciones y comentarios más políticos que sociales, pero que, liderado por Wan, me deja con la sensación de querer más del personaje sin tener toda la expectativa del mundo.
Puedo comenzar por decirte que el aspecto visual, tal y como prometían los avances e incluso la opinión general encontrada en distintos foros de internet, es impresionante. Colorido, absorbente, acuático, real, tangible y sorprendente. Así puedo definir el estilo y voz que Wan le imprime a la cinta de súperhéroes. Si bien no tenía duda de su talento tras la cámara, me parece evidente que supo liderar el proyecto y, lo que es más importante, darle una identidad propia. Su esmero por ofrecer un destacado apartado visual es notable, lo noto en cada escena de la proyección, esto sin contar su manera de narrar la aventura, apoyándose de increíbles efectos visuales.
La película da comienzo y rápidamente instala el tono de una cinta de magia, cuento de hadas, casi navideña y romántica. Conozco entonces a la reina Atlanna y al papá de Arthur Curry; Wan me cuenta su amor, su vínculo, su lazo, y el porqué no pueden o deben estar juntos. Entonces, en tonalidad, la cinta pasa de romántica a dramática, guardando migas en el camino por venir. El guion nos adelanta veinte años la trama, con un submarino que está siendo atacado. Esto, inevitablemente, me remite a la cinta El Trono de Atlantis, que guarda paralelismos narrativos con la propuesta live-action y no creo que sea casualidad, pues el motivo principal por el que Arthur Curry, a.k.a. Aquaman, hace acto de aparición como un imponente héroe de facultades sobrehumanas es el mismo que da pie al argumento de la película animada: los atlantes "se defienden" de las intervenciones del exterior.
Sin embargo, aquí hay un giro: el Aquaman de la cinta animada no tiene relación alguna con su origen, se sabe diferente, pero no intuye cómo o por qué; el Aquaman de Momoa conoce parte de su historia y la niega, no tiene interés en un trono, en una posición política por derecho de nacimiento porque, simple y sencillamente, ama su vida terrestre. Tiene a su papá y le gusta salir a "chapucear". Esta negación de sus responsabilidades naturales, que podría considerarse pusilánime, recoge parte de la postura que el personaje ya tenía en la cinta grupal.
Del cómic a la película el cambio en la psicología del personaje es obvio, y es el adecuado en términos de adaptación. Esto me deja ver una congruencia argumental que no desentona, pero lo vuelve poco creíble, dentro de la idea que lo configura: tipo huraño pero agradable. A esto le sumo que la película, ya teniendo como noción previa de lo que es el personaje para la audiencia, tiene la oportunidad de centrarse con libertad y ganas en el resto de los personajes reservados para la ocasión: Orm, Vulko, Mera (a quien vimos rápido antes), Atlanna y demás personajes. El guion se toma el tiempo necesario para presentarme al villano de la película: Orm/Ocean Master (convicente Patrick Wilson) y su motivación: frenar la contaminación mundial. ¿Cómo? Atacando la superficie.
A diferencia de la cinta animada y lo poco que sé de los cómics del héroe acuático, aquí Orm no busca vengarse de su medio hermano sólo porque sí, busca crear un tipo de justicia disfrazada de terrorismo, pero sembrando él mismo las semillas "destrucción" en el reino del que forma parte. Orm, con sus diálogos y acciones, me dice que es malo, pero no tiemblo al verlo. Sólo me confirma que es tramposo y busca ejecutar sus planes a como dé lugar; es engatusador, pero si le busco a POR QUÉ como villano, no como ecologista (que es finalmente el retrato que hace de él la cinta), queda sin motivo y queda fuera de la historia. En esta mescolanza de intenciones y cambios de paradigma entre el impreso y la pantalla, con un Arthur Curry desinteresado en gobernar y un hermano menor celoso que busca acabar con el reino terrestre y un origen parcialmente oculto, aparece Mera (firme y brillante Amber Heard) para hacerlo entrar en razón.
Cuando Curry entiende que, si sigue negando su responsabilidad marítima, todo lo que conoce desaparecerá, la acción y trama arrancan. Y los flashbacks usados en la película dan cuenta y justifican aquello que, por tiempo, la línea que narra el presente no puede mostrarme a mí como espectador. Así que, en este caso, el trabajo de edición se encarga de quitarle consistencia narrativa a una trama con propósitos lineales que, en su lugar, es trepidante y no logra terminar todos los arcos narrativos como debería. Esto lo puedo ejemplificar en el caso del villano Manta Negra, cuya motivación es bastante genérica y goza de un par de escenas de acción entretenidas, sin olvidar que —no puedo quejarme— su atuendo es completamente fiel al cómic.
Aquí me encuentro en una encrucijada, porque a Aquaman le conozco cinco villanos, entre quienes los principales son Orm, Black Manta, Scavenger. Así que, en beneficio de la trama, Manta Negra tiene, en esta película, la misma función que tuvo, por ejemplo, El Espantapájaros en Batman Inicia. Circunstancial y sin aparente peso de fondo para la historia. Y es uno de los defectos que le encuentro a la cinta: que uno de los villanos es usado como trapo en la cinta y ninguneado a lo largo del metraje, dejando espacio al verdadero némesis de la historia, y que tiene peso político: Orm. Como la motivación de Manta Negra es genérica y no surge por algo más profundo que la venganza, Wan opta, a mi parecer, por guiar su arco dramático en la que es la pelea vista en los avances: la pelea en Sicilia, Italia. Así permite que el desarrollo psicológico de Orm tenga inicio, desarrollo y final, postulándose como un villano "digno" sin ser espectacular.
La módica secuencia de acción de Manta Negra no defrauda al tener lugar en un momento de doble mensaje con la cámara en primer plano: el surgimiento del amor inesperado entre Mera y Arthur Curry y cuando ellos están camino a descubrir el origen del poderoso y mítico tridente de Atlantis. De esta forma Wan me cuenta el cruce de ambos caminos, que veía venir desde el inicio. A este respecto, la química entre Heard y Momoa es tangible, me resulta palpable y bastante disfrutable. Si tuviera que encontrarle un defecto a este factor en la película es que sus personajes, para el guion y pantalla, están construidos a partir de viejos estereotipos sociales que, de acuerdo, encajan, pero no creo que sean modernos: ella como símbolo femenino independiente y él como un sujeto infalible indiferente. Ambas piezas funcionan y las estimo orgánicas para el resultado final, pero desde la perspectiva social, ¿son necesarios? ¿Adecuados? ¿Aportan algo al fondo de la trama? No sabría responder a ello, pero ambos son liderados correctamente por Wan y al final este aspecto de la historia pasa a segundo término porque el malayo lo consigue: me creo la unión entre ambos personajes.
Ya construida su inminente relación amorosa, como en el impreso, y con ayuda de un giro de trama que, la verdad, no me esperaba (en los cómics que he leído del personaje esto no está), el héroe acepta, sin mucha gana y con un sentido de "autenticidad" su destino, convirtiéndose en un reivindicador personal y comunitario que, apoyado por sus habilidades acuáticas, le hace frente a Orm de manera espectacular. Como escribí más arriba, Wilson no luce temerario, pero sí convincente en su papel. Logra que olvide su participación en la franquicia El Conjuro. Y armados los tridentes, comienzan las acrobacias (sorprendentes, por cierto) entre los opuestos por excelencia.
Mucho leí respecto al diseño de producción, vestuario y la construcción minuciosa de los efectos visuales. Considerando el largo y ancho de trama, me parece sencillamente loable el detalle, calidad y cuidado que Wan le imprimió al proyecto; todo se nota, sobre todo, en el diseño. Realmente me creo que estén en el agua, respirándola. El director, famoso por su recorrido en el cine de terror, prueba suerte en el género de ficción heróica y, me alegra decirlo, lo consigue con creces. Demuestra no solamente una destreza visual comparable a la de Snyder, sino que también compruebo su habilidad en el apartado actoral: Willem Dafoe (quien fuera el Duende Verde en la trilogía arácnida de Raimi) como Vulko y Dolph Lundgren (quien interpretara en MARVEL a El Castigador en los años 80) como el actual rey de Atlantis, por mencionar algunos. Si bien ambos comparten pantalla, el segundo no goza de mucho tiempo, ya que el guion reduce su participación al mínimo necesario, pero dejándome con la idea de que es un rey justo, pero manipulado.
El problema con todo esto, es que Aquaman no es completamente original. Sí, estoy viendo al personaje y su ascenso al trono atlante, pero Wan aquí, de una manera visualmente empalagosa y elegante, me introduce con calzador elementos de Pantera Negra (el mundo científicamente avanzado y la rivalidad entre hermanos), THOR (la rivalidad y diferencia de motivaciones) e incluso El Hombre Hormiga y la Avispa (los estereotipos mencionados arriba sobre la pareja protagónica), por mencionar solamente MARVEL, ya que el director malayo, no satisfecho con esto, también me regala tomas sacadas de Linterna Verde. Y seguramente hay más referencias que nada tienen que ver aquí...
Respecto al elenco, Willem Dafoe, como Vulko, le otorga a la cinta ese aire del mentor con buenas intenciones y que, a mi parecer, le aporta al héroe ese ingrediente de paz y justicia que necesita en contraposición a la bélica y sanguinaria ideología de su némesis; sé que Arthur Curry necesita no perder los estribos y Vulko está ahí para ello. Aquí, funge como el maestro conocedor de ambos mundos; su psicología está delineada con la suficiente claridad (que tampoco es mucha, claro) para saber, yo como espectador, que su lealtad pendula entre el reino y su relación con el legítimo heredero al trono. Y si me centro en su arco dramático, Vulko representa todo el lado patriótico-político de Aquaman, y al mismo tiempo, el puente entre los secretos que pertenecen al pasado del protagonista y las posibilidades en su presente.
Tiene participación en el trasfondo de la trama, es firme, prudente y sus intervenciones sirven para que Arthur Curry alcance su destino. Dafoe lo hace bien, y entre él y Orm surgen los chistes (Curry tiene algunos otros) más ingeniosos. El otro defecto presente con el actor, y que relacionaría directamente con la puesta en escena, es que resulta poco creíble: los efectos visuales son evidentes; esos atardeceres son falsos y, creo, buscan añadirle dramatismo novelesco a una cinta que no lo requiere. Wan me transmite la sensación marítima con acierto, pero cuando se trata de la superficie, los efectos son poco convincentes, distrayéndome de la historia e impidiéndome sumergirme en su magia.
Así, el contraste entre la sutil habilidad del director para mezclar elementos sin que parezcan reciclados, y falta de realismo en determinadas escenas, sumado al arco dramático de Manta Negra (de quien sé más hasta los primeros créditos de la película, que anuncian su natural secuela), dan cuenta de un producto CASI bien ejecutado que, no obstante, tiene fallas más notorias: como el hecho de que la cinta se inspira (sea por escenas, diálogos, efectos visuales o arcos dramáticos) en películas ya vistas.
Por lo demás, aunque Jason Momoa físicamente parece más Orm y Patrick Wilson más Aquaman, su "intercalado" cumple y me vende con éxito sus personajes. Momoa, a mi gusto, construye el equilibrio perfecto entre bonachón desinteresado, pero con corazón y Wilson se separa de otros papeles, entregándome un villano con una motivación discutible que ofrece una interpretación necesaria. Por su parte, Amber Heard, a quien tenía rato de no ver en pantalla, se desenvuelve sin problemas, luciendo como Mera con optimismo, pulcritud y eficiencia.
P.D. El único apartado musical que me pareció interesante fue el divulgado en los avances, porque meter una canción de Pitbull a mitad de película... (maten al que aprobó eso).
Conclusión:
Aquaman es una cinta más que palomera; quitando sus méritos visuales, que son varios, tiene un propósito y direcciones necesarios para no decaer completamente, aunque si soy franco, sé que su historia que no es perfecta, pero sí suficiente para sacar una secuela entretenida y "liberar" al DCEU del bache en que está actualmente. Momoa hace un buen trabajo como Arthur Curry, me convence en su papel acuático y el traje, totalmente apegado al cómic, le queda de lujo. Lo que siempre fue un personaje irrisorio y casi terciario es, con ayuda del actor, uno que seguramente se ganará el respeto para las nuevas audiencias, que se actualiza sin perder su esencia, moderniza elementos, situaciones y comentarios más políticos que sociales, pero que, liderado por Wan, me deja con la sensación de querer más del personaje sin tener toda la expectativa del mundo.
Si es cuestión de confesar nunca duermo antes de diez ni me late la mitología de Aquaman, de hecho en general tengo una relación más bien pueril con los comics de cualquier casa, excepto Vertigo, esos sí los amo.
ResponderBorrarAsí que si fui a ver ésta no fue ni por DC ni por el personaje, fue por Momoa, y no tampoco por el escurridero de baba del público femenino (totalmente justificado por cierto), sino por esa personalidad ramplona del actor que transforma al personaje más desechable de la Liga de la Justicia en un semi-dios imponente y digno de admiración.
La dedicación del actor hawaiano en trasformar ese perfil aniñado al de un ser rudo e intimidante es sólo superada por el entendimiento notable de Wan en relación al universo dek impreso. Entre dimes y diretes, me fui enterando de detalles que supervisaba Wan con el equipo de producción a fin de alcanzar una estética deseada, de cómo escogía las locaciones, de que al compositor Gregson-Williams le pidió emular el sonido electrónico de Vangelis y Jean-Michel Jarré —cosa que es soberbio, una idea magistral pues ¿qué puede sonar más subacuático que 'Spiral' o 'Equinoxe'?—logrando una maravilla tan sólo con el tema 'Arthur', y en fin muchos acercamientos entre departamentos hasta alcanzar el producto que llega a las salas.
No puedo añadir mucho a lo ya expuesto, en primer lugar porque ya está muy elaborado y en segundo porque tampoco estoy muy familiarizado con el material, es decir, con aquello que da lugar a la película que ahora nos ocupa. Rescataría tal vez una sutil y elegante representación de realeza de parte de Nicole Kidman, con la misma sobriedad que vimos de Michelle Pfeiffer en Ant-man and the Wasp, ambas totalmente en su elemento. El ambiente de cuento de hadas funciona muy bien para estas películas, ya lo habíamos visto en Wonder Woman con esa concepción a la Hercules, pero aquí Wan va un poco más allá y se la juega haciendo malabares de los géneros, licuando todo en un sensacional popurri de referencias; por ratos La Sirenita, por ratos comedia romántica, por ratos Thor (y en efecto ahí se vió un guiño muy interesante a un futuro tipo Loki-Thor con Arthur-Orm), por ratos un sci-fi casi Valerian, y apenas de manera aleccionadora toma conceptos visuales de Snyder y los hace más magistrales aún (esa entrada en la Fosa es inquietante y cautivadora a la vez).
Poco se dejó ver en la Liga de la Justicia en relación a los “nuevos” personajes (Wonder Woman, Flash, Cyborg, Aquaman), de la amazona no fue sorpresa pues su película en solitario ya se había estrenado y se deshizo en alabanzas para la heroína permitiéndose el lujo de darle chance a sus dos escuálidos colegas que ni con todo el condenado tiempo en pantalla que ocupan logran generar una pizca de enganche, me refiero por su puesto al murciélago con prostatitis de Affleck y el hillybilly adoptado de Kent. Con el tiempo para sí, Jason Momoa no sólo se luce sino que su carisma en pantalla te hace olvidar por completo al otro par de inadaptados.
Esperemos que Warner se dé tiempo de presentar las demás historias de origen antes de regresar siquiera en cameo a sus dos accidentes más desafortunados, le dará tiempo para recuperarse de sus daños antes de enfrentarse a otro.
Si Patty Jenkins rescató al universo DC con Wonder Woman, Wan termina de limpiar el cagadero de Snyder y barre un camino más despejado a futuro. Ahora sólo falta que Warner entienda de sus errores y en vez de seguir con las ideas de Snyder, se acerqué a su talento en casa (Berlanti, Behring, Winter, Downs...) para desarrollar el material pendiente de los demás personajes y su universo restante.