Susurros del Corazón


El llamado del destino.



Hasta donde entiendo, la industria del animé, a pesar de ser extensa, es liderada por tres titanes principales: Ghibli, Gainax y Toei Animation (Sí, Dragon Ball y compañía). A reserva de posteriores juicios a este respecto, puedo compartir, nuevamente, mi asombro ante el trabajo que ejerce el Estudio Ghibli, prácticamente una empresa legendaria en el terreno de la animación y que me confirma  con Susurros del Corazón (Whisper of the Heart, dirigida por Yoshifumi Kondo y escrita por nada más y nada menos que Hayao Miyazaki) cuán grande es esta compañía. No nada más me encuentro ante una pieza de inigualable calidad en su animación, sus tonos, matices, colores y esfuerzos por convertir en algo "verosímil" esta tierna y encantadora historia, sino porque se trata de una hermosa fábula sobre perseguir los sueños. Susurros del Corazón es justamente eso: un llamado a nuestra vocación. 

Sobre la trama de la película, podemos decir que la historia sigue los pasos de Shizuku, una joven dedicada a la lectura, con planes y proyectos, cuya vida da un giro inesperado al conocer a Seiji Amasawa, un muchacho que comparte sus afinidades artísticas. 

Afortunadamente, con esto no revelo ni la mitad de la magia de la película, porque la historia une sus piezas (personajes principales, personajes secundarios, giros, sorpresas...) con sabiduría rumbo a un desenlace que es por demás sutil, donde no hay necesidad de unir a todos los personajes para encauzar su mensaje en dirección a algo más enfático, pero no menos emotivo o poderoso, sino a un contexto emocional que reafirma la premisa de que la conjunción (uno con su proyecto, uno con otros) debe ser natural, nunca artificial, y siempre armada de paciencia. Por esto considero que el corte de escena final fue inteligente, dejándome con la boca abierta de la emoción del momento. Creo que lo más importante de la cinta es su ya mencionada paciencia para transmitir su mensaje, uno que se apoya bastante bien en sus personajes (terciarios y secundarios) para fungir, según el caso, como tesis y antítesis; el caso de los papás sincerándose con su hija es un ejemplo de ejercicio crítico al servicio del análisis que pretende asumir la cinta como alegoría a la crisis vocacional de la protagonista, y que funciona precisamente como un acento a algo que resulta necesario en el camino a la superación personal. 

"Sigue tus sueños", es la idea que recorre toda la película. Y una idea que vuela como diminuta nube en los primeros quince minutos, posteriormente parece anotada como al pie de la imagen y, camino al final, se materializa en los protagonistas. Y gracias a este necesidad creativo-narrativa, más urgente que otras, la película cierra maravillosamente con el mismo mensaje, sólo que vuelto alección individual para gusto de lo que se propone presentar como un "subtítulo": Pero no olvides aquello que te condujo al presente. Puede que cambies, puede que no. 

Y para reforzar esta segunda idea, la cinta parece mezclar voluntariamente sus vueltas de tuerca con algunas escenas, a gusto personal un tanto "extravagantes", desentonando por momentos con la "normalidad" de la cinta. Superado el bache, la idea principal de los sueños retoma su segundo aire en su tercer acto, donde la magia principal vuelve a aparecer, seguida de la sutileza ya mencionada en su tratamiento para acariciar solamente las escenas de amor o cariño, donde todo es apenas un susurro, un suposición implícita; sabemos que está ahí, aunque no lo muestren. 

Seiji representa ese amor que puede o no corresponder, pero cuya propiedad recae primero en sustanciar los propios deseos antes de congeniar con el ser amado; así, la cinta se vuelve oscura a ratos al presentar la divergencia del corazón, donde la existencia del individuo queda levemente alterada ante la ausencia, pero como la vida, la historia es paciente, sutil y al final todo se acomoda como lo haría el destino. Paradójicamente, mi única queja a este bello paisaje fílmico animado está dirigida a parte ritmo parte edición: me pareció muy lenta y muy larga. 

2 comentarios:

  1. Veo que tienes muy poca paciencia para el cine contemplativo, mejor será que no veas Omoide Poro Poro.

    Casi se puede cortar a la mitad el trabajo del estudio Ghibli en dos sustratos: el cine épico y el cine íntimo. Mimi wo sumaseba se ubica en la segunda mitad. A este respecto me acuerdo de una observación dada por Lasseter hace unos años cuando hablaba de su admiración por el estudio nipón: comentaba la anécdota de un corto de unos minutos en el que una niña desenvuelve un dulce para comérselo, y Lasseter menciona que la atención al detalle de la envoltura, los movimientos de las manos, la textura y color con que se retratan esos actos por demás triviales en la vida diaria, es una muestra de la dedicación y cariño al arte que ejecutan a través de sus animaciones. Ese aspecto es muy claro en Mimi wo sumaseba. Cada calle, cada escenario, cada gesto, es una representación de la vida nipona y sus diálogos íntimos con el entorno. Ese lenguaje es natural en Japón dado su tradición shinto, algo de lo que tal vez todo el maldito occidente debería aprenderle.

    Si bien no es mi película favorita ni del estudio ni de los proyectos paralelos no Miyazaki (porque sí, Miyazaki adaptó el libro a modo de storyboard pero no dirigió), es una historia que se retrata con mucha sinceridad, no sólo por el discurso sobre el que se sostiene, sino por la dedicación del mismo. Seiji y Shizuku son posturas en el desarrollo de un talento. Ambos aspiran a cierto arte, ambos son dedicados y disciplinados, pero mientras Shizuku duda de su capacidad, Seiji confía en sí mismo. De esta forma ambos lados de lo creativo se balancean en un coqueteo entre lo intelectual y lo emocional. Tal vez por lo mismo no se puede sugerir que tales personalidades, que si bien llegan a entenderse y estimarse, terminen recorriendo el mismo sendero por mucho tiempo. El hecho de que en efecto los eventos se susciten orgánicamente con una naturalidad realista es el mayor acierto de la cinta, porque plasma la más básica de las vivencias con un aire místico digno de atrapar la atención sin necesitar de ningún artilugio pomposo o estrambótico. No significa que no haya momentos de fantasía, el Baron es por mucho el personaje más intrigante y de una carga simbólica tal que logró su propio fandom allá a mediados de los noventas. Quizás por ese respiro —si se quiere bautizarle de algún modo— de surrealismo y magia ante una realidad tan aterrizada, que no sórdida sino muy amable, es que se ganó el afecto de tantos espectadores. No es que sea un sello particular, pues hasta la más cruda de las cintas del estudio posee sus pasajes mágicos y siempre con esa función de válvula de escape.

    Si algo debo reconocer le falta a la historia es el desarrollo de Shizuku, el punto de vista masculino le otorga cierto sesgo a la psicología de la chica, cosa que se resuelve mucho mejor en Majo no Takkyūbin, o en Sen to Chihiro no Kamikakushi y ya saliendo del estudio es muy notorio en Kimi no Nawa o Perfect Blue. Con lo anterior no digo que no exista tal desarrollo, pero el trato queda un poco corto a veces, en especial en la parte romántica, se muestra cierto patrón social convencional. Claro que me estoy volando la barda, fumando como cinco churros de mota y peridiendo toda sensibilidad de contexto porque ¡ps, oyeee! Es de los noventas, bájale de huevos a tus exigencias 'nche hipster.

    Lo curioso y hasta místico del asunto es que ésta de las pocas películas cuya música no fue realizada por Hisaishi, pero el trabajo de Yuji Nomi le otorga a la atmósfera la sensibilidad de la que cojean ciertos personajes, reforzando matices pasteles y a ratos hasta oníricos.

    Si te gustó tanto, tal vez deberías ver Neko no Ongaeshi que viene a ser una especie de spin off con el Barón como protagonista.

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    1. Cierto. Alguna ocasión, en otro artículo dedicado al animé, mencionaste el que Mizayaki no escribe guion literario, sino solamente el técnico, el de imágenes. Deberé recordarlo a futuro. Otro comentario a resaltar de tu gran observación, es que, en efecto, el "contenido" del trabajo en Mizayaki es diferente al que aquí en Occidente apreciamos. Es otra manera de decir que importa más el recorrido que llegar a la meta; hay más belleza en el proceso que en el resultado, porque al final, eso parece ser todo lo que hace Ghibli, sin descartar sus hermosas metáforas, como lo son las que encontramos en El Viaje de Chihiro, por nombrar otros proyectos.

      Le daré una oportunidad a Neko no Ongaeshi.

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