Con Jaque al Psicoanalista, Katzenbach construye una secuela tramposa, provocándome sentimientos encontrados.
9.0 |
Análisis Crítico
La primera parte me fascinó. Esta
segunda parte me tomó muy desprevenido en dos momentos clave, particularmente
en dos giros de tuerca; me llenó de tremenda ira una vez que intuí el
argumento, me entretuvo por el característico estilo del autor y me dejó pensativo
en otros aspectos. Hablar del que es uno de mis autores contemporáneos
favoritos con su novela más destacada, anticipada y fervientemente deseada por
sus millones de fanáticos no es tarea fácil ni de lejos.
Sucede que es indicio
irrefutable de la asombrosa habilidad del autor para trazar las líneas de su
argumento, condensar prudente y acertadamente las subtramas y conducir al
lector rumbo a su impactante final. Que puede ser impactante por lo inesperado
de los acontecimientos, o porque sabe ocultar al villano de la historia, quizás
porque pese a ser un autor de ciencia-ficción light, tiene la potencia
para delinear a sus personajes (o a casi todos, al menos). Y si a ello le sumo
la fidelidad a su estilo (su inigualable capacidad descriptiva —posible dolor de
cabeza para ti si odias el exceso de descripción— logra que pases por alto su
nula atmósfera emocional, misma que tapa narrando con impresionante puntualidad
a los personajes, sumergiéndome en un mar de realidad; es decir, vivir lo que
los personajes y sentir lo que ellos; por eso la descriptiva tiene, aquí, una
meta: que yo sepa qué sienten, cómo lo sienten, dónde, por qué, qué circunstancias
los rodean y más, pero bajo lo que mi punto de vista resulta tramposo (y, al mismo
tiempo, «legítimamente literario»), es que decida crear un clímax con casi 60 páginas,
lo que en retrospectiva reduce la trama a “el ratón se prepara para engañar [y
acorralar] al gato, quien cree tener las de ganar”.
Después
de llegar a la cima de su carrera con El Psicoanalista allá en 2002, Katzenbach
comenzó a construir una llamativa y envidiable bibliografía tomando siempre como
punto de partida el psicoanálisis, sirviéndose entonces de personajes
inestables o de crear conflictos/exploraciones a través de la desgracia. Sus
personajes son humanos, falibles, esquivos, pero en ellos estriba una chispa de
humildad, certeza y ganas de hacer lo correcto, aunque eso signifique su perdición.
John
Katzenbach ha escrito diversas novelas de interés mediático cuyo elemento común
es el argumento sólido; capaces de deslumbrar, interesar y atrapar la atención
de infinidad de lectores, vuelve para cerrar el aparente inconcluso final que
dejó en la primera parte. Ahora, el juego es más engañoso, más hábil,
igualmente fiel, pero tramposamente largo y poco creativo.
Creyendo
que la historia giraría en torno a la revancha (más metafórica que lineal)
comencé a leerla, hasta que entendí su verdadera naturaleza (¿de qué va Jaque
al Psicoanalista?) —revelarla sería un imperdonable destripe y totalmente injusto si no la has leído aún—, y traté de continuar, de dejarme llevar. Porque ocurre
que la palabra “engaño” pervive en cada una de sus páginas, y si como yo eres
inocente al leer una aventura, si te dejas llevar por su propuesta y te crees todo
lo que dice, como yo, te habrá tomado por sorpresa. Me pasó tres veces; reí,
maldije, pero seguí leyendo. ¡Ay, Katzenbach!
Ya
tuve a su predecesora, a en El Hombre equivocado un emocionante viaje de
suspense donde la muerte y la desdicha asaltaban a cada esquina, a La Sombra,
escrutinio histórico del que Katzenbach aprovecha para elaborar una revisión
histórica inusual de acontecimientos insólitos, y aunque Juegos de Ingenio era
una novela muy obsesionada con una crítica al sistema americano que descuidó terriblemente
el desarrollo de sus personajes, no puedo decir que haya sido una novela
enteramente aburrida; el estilo de suspense y el cuidadoso manejo del drama la
colocaron por encima de una novela promedio. Vamos, es Katzenbach. Un poco
arriba estuvo La Historia del Loco, que fue captada rápidamente por fans
y crítica mediática tras la revelación de El Psicoanalista. También
estuvo El Estudiante, pero su argumento y personajes muy básicos.
Conclusión:
Afortunadamente
no hay indicios de una tercera parte, pero sí me quedo con algo: Katzenbach
sabe envolverme en sus historias, sean originales o no, pero de que son
interesantes, no cabe duda.
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