Imperfección y Ostracismo.
Y por fin llegamos a la tercera y última parte de la Trilogía Americana, compuesta principalmente por Pastoral Americana, Me casé con un comunista y ahora con La Mancha Humana. Debo confesar cierto grado de decepción y es porque el hilo narrativo de los acontecimientos, opuesto a mis primeras hipótesis una vez adentrado plenamente en la historia, me llevaron por caminos un poco predecibles, no tan entusiastas ni particularmente interesantes en el camino psicológico.
Para ponerlo de esta forma: pensé que sería el "gran" cierre de una trilogía dedicada a venerar a Estados Unidos de América a partir de personajes inmanentes a su cultura, trascendencia intelectual y activos a su causa histórica, tópicos por los que terminaría otorgándole al menos 4.5 estrellas. Ese nivel de entusiasmo, emoción e historia es por el que me tenía navegando en este mar de eventos, en un inicio distanciados profundamente de sus predecesores al colocar su punto reflexivo en un tema cotidiano y éticamente interesante dividido en dos facetas: el racismo y la discriminación socio-estudiantil.
Trilogía Americana es la carta de amor de Phillip Roth al país del Norte, y eso se nota en la apabullante descripción tanto de los acontecimientos como de las que se ocupan de definir a los personajes. A veces, empalaga con ello; otras veces, entretiene, y algunas más, simplemente desgarra por el juego de emociones, porque Roth no siempre se contiene, y la crueldad, que por momentos avistamos, la deposita en los personajes, la inserta en ellos hasta humanizarlos y volverlos un fenómeno poético. Elabora esta narrativa apoyándose más de elementos nostálgicos y personajes no tan trascendentes en lugar de concentrarse en el protagonista del relato. Si bien cada novela centra su mirada en tres diferentes personajes, el eje narrativo siempre fue Nathan Zuckerman.
Aclarado una vez con qué tipo de historia me encuentro y bajo qué matices está envuelta, puedo categorizar los conceptos que el autor se propone a desenrollar aquí: con Pastoral Americana tenemos la reflexión de hasta dónde puede llegar el lazo afectivo entre un padre y su hija. Con Me casé con un comunista Roth pasa después al tema de facciones políticas a partir de un tratamiento laboral muy detallado y que explora con acierto -para quien desee saber más, existe la versión fílmica de 1949 dirigida por Robert Stevenson-; el autor cierra su círculo con la Mancha Humana, abordando el tema del racismo escolar y la segregación racial, la intolerancia y cómo la falta de inocencia puede ser un factor determinante en los vínculos, conduciendo a la perdición o al olvido. La versión cinematográfica (¡¿también?! Oh, sí...) tuvo su estreno en 2003 y ya hablé de ella en su momento.
Encuentro mucho más interesante el retrato psicológico de Coleman Silk, más humanizado, íntimo, comprensible y dudosamente ético porque se trata de la vida de un hombre culto y común, alguien que puede relacionarse conmigo o contigo...llegados a determinada edad. Quitando la edad del personaje, lo veo más bien como alguien que, con todo y su potencial, es ultrajado y despojado de sus virtudes y derechos por una sociedad ignorante que, desconociendo sus motivos para ser como es, se dispuso a condenarlo por una simple casualidad. Detalle que rumbo al final de la historia es denigrado por la hermana del personaje.
Le doy 3.5 estrellas a esta historia porque pasada la mitad de su desarrollo, el autor decidió exhumar los hechos alrededor de Delphine y Fauna, las dos mujeres que delinearon su vida y circunstancias, y con las cuales fue posible darme una idea social de la clase de persona que Silk era. El inicio me interesó mucho, con todo y "negro humo", y las consecuencias legales, escolares e intelectuales que le iban sucediendo, la trama me absorbió por completo. El desvelamiento pisco-sexual de Silk con respecto a sus dos mujeres, haya hecho bien o mal, ahí estaba y se me antojaba harto interesante. Es preciso mencionar que ambas mujeres conformaron el marco histórico del personaje en distintos momentos de su vida: como compañero docente y como escape de una trágica realidad. Me dieron, además, una idea más certera de la época en que estos personajes vivieron.
Así, las aventuras en los bares, la escuela, el librero y el baile, la confrontación, lo que se hizo o no, cada elemento rodeado por la acusación incidental de dos alumnos que súbitamente se mostraron ofendidos por las palabras del decano, le dieron a la obra un aire de familiaridad mucho más realista que las obras precedentes. Me encontré, de pronto, ante un evento escolar que cualquier pudo haber vivido: la ofensa racial, pública y personal. No es cualquier premisa, es el tipo de bullying común e irritante que tú y yo podemos vivir. Y dado que el autor se preocupa por mostrarnos ambas caras de la situación, podemos analizar: ¿Quién hizo bien y por qué? ¿Acaso fue válido que el decano respondiera y se defendiera como lo hizo o los alumnos exageraron la situación? Y para condimentar el tema, Silk sostiene relaciones sexuales con una mujer la mitad de joven que él. ¿Dónde queda lo ético? Tratándose de un personaje que se escuda en la casualidad (la causalidad ya la usó) y, por motivos aparte, se relaciona íntimamente con una mujer que no pasa de limpiar los pasillos de la institución para la que trabaja, queda realmente en duda y análisis el comportamiento, excusa y mentalidad de un personaje emblemático. ¿Buscan soledad o la soledad es la excusa, su respaldo ético? ¿Qué los motiva a ello?
Estos son los derroteros reflexivos que el detonante de la tercera parte me produce cuando voy avanzando en el conflicto, para que posteriormente el autor me desviara al pasado de los personajes secundarios y un poco sobre la juventud del protagonista que conozco gracias a las vivencias de Zuckerman. Cuando pienso que Roth explorará mucho más el arco psicológico, la juventud de Silk y sus últimas consecuencias, decide irse al trasfondo de sus compañeras; una inexperta y la otra recelosa de su vida. Una íntegra, ignorante pero de espíritu fuerte; la otra docente y aferrada a un fuerte sentido de la moral. Una lucha incluso de tintes legales que, francamente, me terminó aburriendo.
Así, ¿cómo darle a una historia mayor calificación que la esperada? Puede que me digas que analizo a un autor profesional sumamente respetado, que hago mal o que incluso no veo la obra como la ven muchos, como un fenómeno inmortal que optó por adular a Estados Unidos. No estoy en contra de los temas que aborda, sino de cómo lo hace. Y el asunto de las descripciones, creyendo que para Me casé con un comunista se disiparían, llegando a Mancha Humana este factor literario sigue presente y, siendo honesto, distrae. Interrumpe mi conexión, mi vínculo con los personajes, amaina mi comprensión hacia ellos, mi empatía y mis ganas de querer saber más sobre quiénes son, qué hacen y por qué lo hacen. Y sin mencionar que, literalmente, llega un momento en que Zuckerman ya no sabe ni qué más contar:
¿Así o más relleno?
¿Es la Trilogía Americana un halago al País del Norte? Lo es. ¿Estoy ante una historia ejemplar? Lo dudaría. ¿Se aprende algo? Sí, en mi caso fue que la sociedad es más compleja y quisquillosa de lo que creí, principalmente porque el autor, en sus tres historias, se encarga de que me imagine los hábitos y costumbres de miles de personas en la década de los 50 y 60. Así que, ¿recomendable? Depende lo que busques. Ahora, si tuviera que elegir una de las tres novelas como mi favorita, me iría por esta última.
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[1] Roth, Phillip, Trilogía Americana, Círculo de Lectores, México, 2013, p. 1045.
Para ponerlo de esta forma: pensé que sería el "gran" cierre de una trilogía dedicada a venerar a Estados Unidos de América a partir de personajes inmanentes a su cultura, trascendencia intelectual y activos a su causa histórica, tópicos por los que terminaría otorgándole al menos 4.5 estrellas. Ese nivel de entusiasmo, emoción e historia es por el que me tenía navegando en este mar de eventos, en un inicio distanciados profundamente de sus predecesores al colocar su punto reflexivo en un tema cotidiano y éticamente interesante dividido en dos facetas: el racismo y la discriminación socio-estudiantil.
Trilogía Americana es la carta de amor de Phillip Roth al país del Norte, y eso se nota en la apabullante descripción tanto de los acontecimientos como de las que se ocupan de definir a los personajes. A veces, empalaga con ello; otras veces, entretiene, y algunas más, simplemente desgarra por el juego de emociones, porque Roth no siempre se contiene, y la crueldad, que por momentos avistamos, la deposita en los personajes, la inserta en ellos hasta humanizarlos y volverlos un fenómeno poético. Elabora esta narrativa apoyándose más de elementos nostálgicos y personajes no tan trascendentes en lugar de concentrarse en el protagonista del relato. Si bien cada novela centra su mirada en tres diferentes personajes, el eje narrativo siempre fue Nathan Zuckerman.
Aclarado una vez con qué tipo de historia me encuentro y bajo qué matices está envuelta, puedo categorizar los conceptos que el autor se propone a desenrollar aquí: con Pastoral Americana tenemos la reflexión de hasta dónde puede llegar el lazo afectivo entre un padre y su hija. Con Me casé con un comunista Roth pasa después al tema de facciones políticas a partir de un tratamiento laboral muy detallado y que explora con acierto -para quien desee saber más, existe la versión fílmica de 1949 dirigida por Robert Stevenson-; el autor cierra su círculo con la Mancha Humana, abordando el tema del racismo escolar y la segregación racial, la intolerancia y cómo la falta de inocencia puede ser un factor determinante en los vínculos, conduciendo a la perdición o al olvido. La versión cinematográfica (¡¿también?! Oh, sí...) tuvo su estreno en 2003 y ya hablé de ella en su momento.
Encuentro mucho más interesante el retrato psicológico de Coleman Silk, más humanizado, íntimo, comprensible y dudosamente ético porque se trata de la vida de un hombre culto y común, alguien que puede relacionarse conmigo o contigo...llegados a determinada edad. Quitando la edad del personaje, lo veo más bien como alguien que, con todo y su potencial, es ultrajado y despojado de sus virtudes y derechos por una sociedad ignorante que, desconociendo sus motivos para ser como es, se dispuso a condenarlo por una simple casualidad. Detalle que rumbo al final de la historia es denigrado por la hermana del personaje.
Le doy 3.5 estrellas a esta historia porque pasada la mitad de su desarrollo, el autor decidió exhumar los hechos alrededor de Delphine y Fauna, las dos mujeres que delinearon su vida y circunstancias, y con las cuales fue posible darme una idea social de la clase de persona que Silk era. El inicio me interesó mucho, con todo y "negro humo", y las consecuencias legales, escolares e intelectuales que le iban sucediendo, la trama me absorbió por completo. El desvelamiento pisco-sexual de Silk con respecto a sus dos mujeres, haya hecho bien o mal, ahí estaba y se me antojaba harto interesante. Es preciso mencionar que ambas mujeres conformaron el marco histórico del personaje en distintos momentos de su vida: como compañero docente y como escape de una trágica realidad. Me dieron, además, una idea más certera de la época en que estos personajes vivieron.
Así, las aventuras en los bares, la escuela, el librero y el baile, la confrontación, lo que se hizo o no, cada elemento rodeado por la acusación incidental de dos alumnos que súbitamente se mostraron ofendidos por las palabras del decano, le dieron a la obra un aire de familiaridad mucho más realista que las obras precedentes. Me encontré, de pronto, ante un evento escolar que cualquier pudo haber vivido: la ofensa racial, pública y personal. No es cualquier premisa, es el tipo de bullying común e irritante que tú y yo podemos vivir. Y dado que el autor se preocupa por mostrarnos ambas caras de la situación, podemos analizar: ¿Quién hizo bien y por qué? ¿Acaso fue válido que el decano respondiera y se defendiera como lo hizo o los alumnos exageraron la situación? Y para condimentar el tema, Silk sostiene relaciones sexuales con una mujer la mitad de joven que él. ¿Dónde queda lo ético? Tratándose de un personaje que se escuda en la casualidad (la causalidad ya la usó) y, por motivos aparte, se relaciona íntimamente con una mujer que no pasa de limpiar los pasillos de la institución para la que trabaja, queda realmente en duda y análisis el comportamiento, excusa y mentalidad de un personaje emblemático. ¿Buscan soledad o la soledad es la excusa, su respaldo ético? ¿Qué los motiva a ello?
Estos son los derroteros reflexivos que el detonante de la tercera parte me produce cuando voy avanzando en el conflicto, para que posteriormente el autor me desviara al pasado de los personajes secundarios y un poco sobre la juventud del protagonista que conozco gracias a las vivencias de Zuckerman. Cuando pienso que Roth explorará mucho más el arco psicológico, la juventud de Silk y sus últimas consecuencias, decide irse al trasfondo de sus compañeras; una inexperta y la otra recelosa de su vida. Una íntegra, ignorante pero de espíritu fuerte; la otra docente y aferrada a un fuerte sentido de la moral. Una lucha incluso de tintes legales que, francamente, me terminó aburriendo.
Así, ¿cómo darle a una historia mayor calificación que la esperada? Puede que me digas que analizo a un autor profesional sumamente respetado, que hago mal o que incluso no veo la obra como la ven muchos, como un fenómeno inmortal que optó por adular a Estados Unidos. No estoy en contra de los temas que aborda, sino de cómo lo hace. Y el asunto de las descripciones, creyendo que para Me casé con un comunista se disiparían, llegando a Mancha Humana este factor literario sigue presente y, siendo honesto, distrae. Interrumpe mi conexión, mi vínculo con los personajes, amaina mi comprensión hacia ellos, mi empatía y mis ganas de querer saber más sobre quiénes son, qué hacen y por qué lo hacen. Y sin mencionar que, literalmente, llega un momento en que Zuckerman ya no sabe ni qué más contar:
¿Es la Trilogía Americana un halago al País del Norte? Lo es. ¿Estoy ante una historia ejemplar? Lo dudaría. ¿Se aprende algo? Sí, en mi caso fue que la sociedad es más compleja y quisquillosa de lo que creí, principalmente porque el autor, en sus tres historias, se encarga de que me imagine los hábitos y costumbres de miles de personas en la década de los 50 y 60. Así que, ¿recomendable? Depende lo que busques. Ahora, si tuviera que elegir una de las tres novelas como mi favorita, me iría por esta última.
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[1] Roth, Phillip, Trilogía Americana, Círculo de Lectores, México, 2013, p. 1045.
El problema que veo aquí es que estas analizando a un autor profesional sumamente respetado no le das la importancia a su obra, es una falta de respeto no darle calificación que merece ¿“3.5 Estrellas?, por lo menos merece 4.99
ResponderBorrar(ง'̀-'́)ง
Haces mal en no ver la obra como muchos la vemos, sin duda es uno de los más grandes fenómenos inmortales que muestran a USA tal como es. Cuando escribiste que “Zuckerman ya no sabe ni qué más contar”, me quería morir.
(╯°□°)╯
Me parece que estas en contra de los temas que aborda, y no pudiste contemplar la forma de cómo lo hace.
(•̀o•́)ง
Sin embargo el haber leído la trilogía ya te hace mejor que todas las personas.
-Sotosaurio Borgia Quinctilius II
Yo tengo unas cuestiones con la última parte:
ResponderBorrar1. ¿Es la Trilogía Americana un halago al País del Norte? “No, más bien es un halago a la literatura
2. ¿Estoy ante una historia ejemplar? Sí mucho
3. ¿Se aprende algo? Sí, es imposible no leer Trilogía Americana y no aprender sobre la vida
4. ¿recomendable? Sí definitivamente; Yo recomendaría leer todas.
-Televisando SQ
Primero Felicidades por tu blog, se ve muy profesional
ResponderBorrarSegundo, como no leí los libros de Trilogía Americana, pero si soy fan de Milan Kundera, realice una investigación y descubrí que:
La Mancha Humana de "Philip Roth" y La broma de "Milan Kundera", se parecen: encontré una crítica que me quiero compartir.
"Philip Roth: La mancha humana vs. Milan Kundera: La broma"
Martes, 14 de julio de 2009.
"Leyendo La Mancha Humana de Philip Roth no puedo evitar acordarme de La broma, de Milan Kundera. Se trata de una relación leve y algo arbitraria: ambas novelas tienen por protagonistas a un hombre al que un comentario irónico, tomado en serio, condena a la marginalidad. En el caso de La Mancha Humana, el protagonista Coleman Silk se ve forzado a abandonar su puesto en una universidad por una frase mal entendida que lo hace pasar por racista; en La broma, una postal humorística enviada por Ludvik Jahn a una chica es considerada como subversiva por el régimen comunista, que lo envía a un campo de trabajos forzados. En ambos casos se trata de la represión del individuo en un sistema más o menos opresivo (la Checoslovaquia comunista y los puritanos y políticamente correctos Estados Unidos de la era Clinton).
A partir de este primer esbozo inicialmente idéntico, ambos escritores llevan su novela hacia lugares muy distintos. Kundera siempre tiende más hacia lo abstracto y hacia lo humorístico; Philip Roth (salvo en El lamento de Portnoy, claro) es concreto, realista, frecuentemente autobiográfico y se toma a sí mismo (y a sus personajes) muy en serio. Además, el personaje de Coleman Silk tiene un gran secreto que, más allá de la anécdota inicial, se convierte en el verdadero motor de la novela.
Me resulta realmente difícil cuál de las dos novelas son mejores. La primera parte de La broma es, en mi opinión, de lo mejor que ha escrito hasta ahora Milan Kundera, mejor incluso que La insoportable levedad del ser; incluso la parte en que Ludvik intenta acostarse con la mujer de uno de sus acusadores en la juventud está bien; pero hay muchos fragmentos que están bastante traídos por los pelos y que le restan interés al conjunto. La mancha humana es en cambio, como casi todas las de Roth, una novela apisonadora: densa, de ritmo implacable, sin fisuras, con unos cuantos personajes memorables de esos que suele crear Roth, llenos de matices y contradicciones apasionantes.
Es cierto que la comparación entre ambas novelas puede ser un poco arbitraria, pero tal vez no lo sea tanto: en La mancha humana, que es posterior a La broma, se cita a Kundera en varias ocasiones, y en Lecturas de mí mismo Roth dedica un breve ensayo precisamente a esta novela. No cabe duda de que, de candidato al Nobel a candidato al Nobel, el estadounidense conoce y admira al checo. No sería descabellado pensar que, además de en algún personaje real, que comparte importantes datos biográficos con Coleman Silk, Roth se hubiera inspirado en la anécdota de la novela de Kundera para poner su argumento en marcha".
- El Novelista Pariente
POR FIN EL FINAL
ResponderBorrar¿enserio no te gustó?, Para mí fue un AGASAJO, pero es cierto NO CREO que sea una saga de culto, lo que más me gustó de tu crítica fue que resumes todo el libro en una frase: "¿Buscan soledad o la soledad es la excusa, su respaldo ético?
Creo que es necesario añadir que esta misma pregunta se puede hacer a todas las personas que se niegan a realizar maldades y se quedan solos, únicamente por ideologías que los esclavizan a una forma cuadrada de pensar.
siendo así, tiene un trasfondo muy fuerte en la sociedad, no únicamente de Norte América.
... en FIN, me dio gusto seguir la trilogía de tus criticas del PODER NORTE AMERICANO, deberías hacer más críticas de sagas de libros.
Ya está aquí el Top 7 de las críticas de "La Mancha Humana"
ResponderBorrar1. Probablemente la mejor obra de su carrera (Philip Roth). Una tragedia moderna.
«Chicago Sun-Times»
2. En la literatura americana actual, está Philip Roth y, luego, todos los demás.
«Chicago Tribune»
3. Es una maravillosa historia donde coexisten el coraje y la decadencia, la mentira y el pundonor, la necesidad y el fracaso.
«José María Guelbenzu, Babelia»
4. Roth está aquí en el apogeo de sus habilidades creativas.
«Publishers Weekly
5. La mancha humana es un libro fascinante y a menudo hermoso.
«Lorrie Moore, The New York Times Book Review»
6. Una maravilla de empatía creativa, generosidad y tacto.
«Kirkus Reviews»
7. La mancha humana participa de las mejores virtudes de la narrativa norteamericana.
«Darío Villanueva, El Cultural»
-Tacos al Pastor
Si existe algo particularmente paradójico en el ser humano es esa ambivalencia idiosincrásica: un ser social que necesita —por alguna razón— de su soledad.
ResponderBorrarA lo largo de la vida nos acompaña la sombra de la soledad; está la soledad juvenil en medio de miedos y emociones nuevas intrigantes siempre explorados bajo la lupa inquisidora del público, la soledad de los adultos incapaces de resguardase tras alguien que dé la cara por ellos mismos, la soledad de los que convalecen en hospitales y yacen en féretros, la soledad de los que trabajan para esos convalecientes, la soledad de los que no forman parte del tejido convencional de la sociedad, la soledad de los discriminados, la soledad de los solitarios que al fin habemos muchos en especie y forma.
La soledad es un recurso común en el pensar y observar de la introspección, no me extraña que autores de cualquier corriente terminen por invitarle a sus trazos de tinta en algún punto de su vida. De la misma forma no me extraña que los retratos personales suelan desbordar detalles —a veces innecesarios— sobre sí mismos, porque al final el detalle de ese buzón rojo en la esquina de la calle por donde alguna vez se dieron un beso es parte de sí mismos.
Lo que no entiendo es ¿por qué es eso algo malo? Uno de las novelas cortas que en lo personal más me ha fascinado es Las Batallas en el Desierto, por abordar el ambiente post-revolucionario de la ciudad de México en los cincuentas; y además lo hace con una economía verbal que permite el flujo narrativo con delirante beneplácito. Contrario a Manuel Payno, quien por su parte en Los Bandidos del Río Frío se detiene en el costumbrismo al detallar por páginas enteras el detalle de una canasta de mimbre donde cargarán el maíz que llevan para las tortillas de los revolucionarios en la provincia mexicana. Pero eso no demerita una sobre otra, simplemente me resulta más agradable una lectura sobre otra. Pero esa es una vocación personal. Y probablemente (porque soy ignorante absoluto de Roth) me desespere leyendo cualquier pasaje arriba mencionado, primeramente porque no entiendo ni busco entender el valor de la cultura estadounidense. Leí el Gran Gatsby empujado por los halagos que se le dedican a esa “gran obra de la literatura” y cerré sus páginas sin poder entrever un ápice de grandeza. Es el retrato común y sin juicio de un muchacho acaudalado que vive las emociones más simples adormecidas por el confort de su opulencia. Es aburrido e intrascendente, pero en esa plana mundanalidad se rescatan líneas y expresiones que pueden extrapolarse a otras experiencias y en eso le doy mérito a Fitzgerald.
¿Tiene Roth ese mérito? Tal vez, pese a que su óptica de hombre blanco, judío, acomodado, de los estados unidos del siglo XX dejen un paso demasiado estrecho a la interpretación de más experiencias. Se menciona el tema de la soledad, y sí tiene mérito universal, pero como también lo tienen las baladas pop de amores risueños, son igualmente universales. ¿Para qué habría de oír lo mismo una y otra vez sin cambios? Eso es lo que no alcanzo a discernir, al menos según esta crítica, ¿qué aporta Roth a esa soledad que le de valor a su obra? Peter Finch dijo en los setentas una frase: “Soy un ser humano, mi vida debe valer de algo” y mi postura se postra a medio acuerdo, porque al valor de existir se le debe agregar el de la creación. Ser por ser, hasta las piedras.
Me es muy difícil hablar de cosas en este nivel de desconocimiento, así que partiendo de esta opinión, agrego con total humildad una idea rebuscada en torno a la creación artística: procura probar de todo, pero no quieras saberlo todo, el mundo ya es lo suficientemente vasto para contener en sí mismo millones de mundos como para que una sola vida pueda aprenderlos todos. A veces hay que dejar ir, y a Roth le deseo un buen viaje con zaguán abierto de par en par.
Pues lo voy a leer, solo por curiosidad y porque lo encontré muy barato en Kindle. La verdad no tengo muchas expectativas, no me gusto tanto el de "Me casé con un comunista".
ResponderBorrar- E. Charles White