Kill Bill Vol 1.

La joya de Tarantino.

Como lo dije antes. Eventualmente hablaría de Kill Bill, una de las obras maestras de Quentin Tarantino. De modo que espero hacerle justicia a tan preciada obra, que lo es por diversos motivos: la estética, la narrativa, el móvil, las escenas oníricas, la edición y, sobre todo, el fabuloso desempeño de Uma Thurman. 

"La Novia" (Thurman) es una mujer de la que en principio se sabe poco, excepto que fue masacrada sin razón aparente en su boda. Milagrosamente sobrevive y se recupera, entrenando su cuerpo y su mente para cobrar la venganza por la violencia que casi la mata. 

En esencia Kill Bill Vol. 1 es venganza, pero también es diversión, ironía y espectáculo visual. De ahí que cuando el filme muestra las escenas de acción tenga sus puntos de tensión altos. Y aunque las coreografías, vistas desde una perspectiva milimétrica, son un tanto tramposas, no dejan de ser un lujo, un verdadero caramelo visual. No en vano es Tarantino el líder creativo detrás de la película, quien se apoya del indiscutible talento de Thurman para meternos en la piel de la ex novia ahora asesina que tiene que saldar cuentas,y que deseamos que lo haga, ¡gritamos al cielo por ello!, sea frente a niños indefensos, sea frente a pervertidos que sólo buscan sexo o frente a imponentes guerreros samurai. 

Tarantino puede ser un referente de cómo elaborar adecuadas escenas de acción con toque onírico sin perder su ambivalencia: dramatismo y seriedad en ambos lados. Un hecho fuerte que, si se busca desbancar, puede resultar en un callejón sin salida, especialmente porque el realizador sabe lo que quiere contar y cómo hacerlo. El director y escritor de la cinta sabe cuándo mostrar, gracias a la fotografía, una cinta de manera ficcional y a la vez realista (puntos extra al impresionante manejo de la cámara que nos permite disfrutar ángulos de batalla ahora conocidos). Porque enfrentarse a más de cien agentes y acabar con el traje manchado...eso sólo en Matrix Reloaded (aunque la referencia original sea Los Siete Samurais, de Akira Kurosawa) o cualquiera de las miles de cintas asiáticas que utilizan el mismo recurso... 

Pero lejos de las evidentes referencias que abundan en la película, encuentro una fortaleza muy personal y hermética aquí: la honestidad y la crueldad con la que se cuentan los trasfondos, que animados aumentan el dramático pasado de los personajes; en blanco y negro le da ese toque antiguo, épico y nostálgico que solamente las cintas de antaño en el renglón de la venganza pueden ofrecer. 

Más allá del talento actoral y del hecho de que al final del primer acto, el director -quizá como una prueba formulaica- se toma la molestia de pausar la adrenalina de la aventura (siendo honesto, la pelea en la casa se convierte en un formidable momento cinematográfico) para llevarnos por ese "viaje" de preparación (¡pudieron presentarlo de otro modo!), que nos carcome por dentro, que nos estimula a seguir viendo consumarse la venganza de La Novia. 

Como en otras cintas, estimo muy exagerado el sentido gráfico de la sangre a chorros. No es malo en sí, únicamente me parece over reacted. O sea, ¿tiene que parecer bote de catsup? Tal vez. Pero indiscutiblemente entretenida, porque Tarantino tiene la virtud, la gracia y la habilidad de combinar lo épico con lo gracioso, lo visualmente agradable con lo peligroso, lo gráfico con lo satírico, y estas mezclas como un conjunto trascendente que jamás pierden el ritmo. Puede ser que en cuestión de personajes sobre el papel todo luzca sólido, pero sobre la imagen, La Novia parece enfrentar fantasmas del pasado, y en cierta forma lo son, pero lejos de la impulsiva -y merecida, claro- venganza, hasta el propio Bill resulta blando, por no decir plano. 

Ahora bien, antes de terminar hay un elemento por sobre todo que merece calificación especial: la edición creativa. Es delicioso encontrar un filme de este calibre un excelente criterio del realizador, una serie de decisiones que me llevan a distinguir la certeza y la calidad entre escena de acción y música. Si viéramos la cinta en cámara lenta, la elección del director por insuflarle emotividad, con ayuda de la banda sonora, a una cinta de acción, es estupendo. No solamente maneja con destreza los momentos de tensión, sino también los psicológicos. Gozamos entonces de canciones como "Run Fay Run" de Isaac Hayes, "Green Hornet" de Billy May, "Woo Hoo" de The 5.6.7.8's hasta "White Lightning" cortesía de RZA. ¿Mi escena preferida? Cuando degolla a la japonesa, interpretada esperadamente por Lucy Liu. ¡Un aplauso! Esa forma, esa cortada cerebral, la victoria. ¡Exquisito!

Kill Bill Vol. 1 es fenomenal como cinta de acción, gratificante, entusiasta y divertida como un ejercicio fílmico para presumir las dotes de Thurman, pero si quitamos ingredientes como: exageración visual, litros de sangre, las abusivas referencias (porque claro, la cinta se basa en un madral de películas chinas, italianas, japonesas y gringas, entre muchas otras...) y el dudoso manejo del ritmo, la película se convierte en una obra maestra sin queja alguna que se queda a un paso de la perfección (¿o exagero?). Y pues necesita aumentar la adrenalina, la emoción de querer verla enfrentar al famoso Bill. Sé que lo hace en la segunda, pero sinceramente, en los créditos de esta primera parte, salvo por la excelente pieza musical cortesía de la edición (Don't let me be misunderstood de Santa Esmeralda), no me quedo con ganas de permanecer en vela observando a La Novia destripar al proclamado villano. Fuera de eso, lo veo como un film absolutamente interesante.