La mente es un arma poderosa.
Ver a
Ethan Hawke y a Emma Watson en un mismo proyecto causa interés tanto por la
suma de sus talentos, que convencen, como por la temática en sí misma: Regresión aborda el caso de un padre que
violó a su hija, confiesa el crimen, pero no recuerda haberlo hecho. Para desentrañar
el misterio, Almenábar, director, se apoya de Hawke como el oficial a cargo
para descubrir qué oculta el papá y qué pasó con su hija Ángela (Watson).
El
director nos presenta entonces -y supuestamente- un caso de violación que
combina matices satánicos y creencias que se perciben tibios ante la atmósfera
por instantes simbólica, por otros demasiado racional. Hawke, siempre que le veo, luce apresurado,
convincente pero vulnerable, y aunque se lleva la película, el papel de Emma
como Ángela es sorprendente rumbo a su final. David Thewlis sale como el psiquiatra que ayuda a Bruce Kenner (Hawke) a
averiguar la verdad, aun si tiene que arruinar un par de vidas o carreras profesionales en el
camino, encontrarse en cementerios y tener sueños que van más allá de sus
propósitos profesionales. No creo que la cinta escape de las convenciones del
género, tiene que recurrir a ellas para contextualizar en sus mínimas reservas
la película, dotándola de ese aire necesario a las cintas de terror, generando
en esta el esperado toque tétrico y llevándonos hacia su clímax por medio de
una verdad: las apariencias engañan y la mente es un arma poderosa.
¿Qué
ocurrió realmente? ¿Quién es el culpable y por qué? Watson está genial, luce
desesperada y desconfiada de todo aquel que se le acerca, pero Hawke es quien
se lleva el aplauso por su desempeño. Hay otros actores que contribuyen a que
el film llegue a buen puerto, pero queriendo ser una película centrada en casos
con la tesis “hay rituales satánicos peligrosos en el mundo”, terminó siendo
una película como mucha intriga, un pedazo de metraje que le sobra, y
actuaciones cumplidoras.
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