Hay dos versiones fílmicas sobre el clásico
de Shakespeare, la de 1980 y la de
2004. Sin embargo, vengo a platicar de la versión televisiva española estrenada
en 1967, cuyos actos y puestas en escena no rebasan los 90 minutos de duración.
En esta versión, que para el contexto necesario se ocupó de emplear un lenguaje
propio de la época -s. XVI- y ambiente necesario para dotar de realismo la
trama propuesta por el dramaturgo más famoso del mundo.
La historia nos cuenta que Bassanio está
enamorado de Portia, pero para ganar su mano debe probar su valor, ser digno de
ella. Es entonces que le pide dinero a su amigo Antonio, un exitoso mercader,
pero en ese momento su amigo está corto de recursos. Como no puede prestarle
nada a su amigo, pero tampoco está dispuesto a abandonarlo en semejante
situación, se dispone a pedirle una cantidad determinada a Shylock, sin
percatarse de que éste le hará un trato que podría costarle más de lo que
inicialmente pidió.
Dividida en 4 actos, esta versión
televisiva rinde homenaje en su diseño de vestuario, puesta en escena y
habilidad moralista, pues juega mucho con la cortesía y la “educación”,
elementos valorativos propios de la época. Un momento de la historia donde
había más valor en el trato que en lo que se sacaba de éste, y por eso la
refinación tiene acto de presencia. Si bien podría palidecer ante obras más
dramáticas del autor, es una historia que se interesa más por afinar el trato y
la manera de relacionarse unos con otros que jugar con aspectos psicológicos
del ser humano -más allá del matrimonio o la fidelidad, por ejemplificar-.
En esta versión, se enfatiza mucho la delicadeza de la
mujer y la honradez del hombre, apostando entonces por una perspectiva ideal de
la sociedad, donde las peleas legales rebosan justicia y claridad, entre otras
cosas. Por esto, el Mercader de Venecia,
con dos obras cinematográficas más, se convirtió en un clásico del cine.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario