Stoker. Thriller psicológico con buenos manejos de cámara.



Antes que nada aclaro que esta película se estrenó hace tres años. En cuanto a su producción el dato interesante es: representa el primer guión escrito por Wenworth Miller (el protagonista de Prison Break). Por lo tanto, seguro las opiniones en torno a si la película gustó o no estarán ya muy elaboradas. A mí me gustó. 

Empecemos un poco con la columna de su trama sin revelar demasiado (inocente de mí): India Stoker es una chica que recientemente ha perdido a su papá (Dermot Mulroney) en un accidente de tráfico, o eso es lo que se nos cuenta. Todo empieza, en buena medida, con el funeral, con ella, su mamá, y otros allegados, llorando la gran pérdida. Es cuando aparece el misterioso hermano del papá, Charlie (un espléndido Matthew Goode) para pasar unos días con la familia y convivir con ellos ahora que el hermano no está. 

Correcto, ésa es la base. No obstante, como es de esperar la historia va mucho más allá. Chan Wook-Park la dirige, y puedo decir que de entre todas las cintas del género (thriller psicológico), ésta es sin duda fascinante. ¿Qué nos aporta? Pues una facilidad narrativa única: el manejo de la cámara es eficiente, poderoso y claro. Con cada plano nos habla de los personajes, nos permite conocerlos con una tibieza, con una sensibilidad, claridad y naturaleza asombrosas. Lo interesante del plano-secuencia utilizado aquí es que convierte con gran habilidad lo mental en físico, consigue que entendamos lo que cada personaje piensa y siente, apoyados con recursos visuales -la fotografía y la música son un excelente acierto que incrementa la tensión en los momentos justos- como la ropa, la forma de caminar, de sentarse, las miradas; las emociones que transmiten la soledad, la desesperación e incluso el lado oscuro de la psicología humana, logrando convertir esta pieza en una verdadera pieza de suspense deliciosa. 

Aunque el filme se centra en India, director y guionista no se olvidan de narrar la construcción y motivación de los demás personajes. De esa forma tenemos a una interesante Nicole Kidman como la mamá, que tras la pérdida se ve envuelta en una especie de catarsis emocional, mismo que es auxiliado por su cuñado. 

Aunque algunos giros no se hacen esperar, e incluso uno que otro resulta predecible por lo visto entre el primer acto y el segundo, lo importante aparece en el tercero. Del mismo modo el director recurre a los flashbacks para mostrar el trasfondo y vicisitudes del presente: la verdad sobre Charlie. Es ahí donde Park se apasiona y nos cuenta la realidad oculta sobre este enigmático personaje y los que le rodean: una mamá inteligente, pero ingenua, una hija con dotes oscuros que la asemejan a su tío, quien tiene un pasado secreto del que su hermano siempre avergonzó y un papá que siempre preparó a India como mujer independiente, además de construir con ella un vínculo especial, un idioma que sólo ellos entendían. Ciertamente podría decirse que la figura paterna es desdibujada en esta película, pero Park sólo expone la oscuridad humana de un modo paciente, silencioso. Goode, a quien recordamos por interpretar a OzMandías en WATCHMEN (2009), es aquí la pieza maestra simbólica de una psicopatía interesante;  en principio, su seguridad, su marisma y su sola mirada bastan para poner la piel de gallina, y muchas escenas -presta atención a las que involucran el piano- se convierten en su escenario personal. 

Los giros que resultan predecibles corresponden a sitios comunes dentro del género, y con esto me refiero a que muchas veces, dentro del camino al que nos lleva Park, nunca nos abandona esa sensación, ese presentimiento de "Esto ya lo viste, pero te lo mostraré de una forma interesante; te atrapará"; aquí son refrescados y explicados de una forma que te impide despegar la mirada de la pantalla, acompasado por una música intrigante y espeluznante. ¡Las sensaciones que causa! Increíble. Es una historia que explica todo rumbo a su clímax, además de que aborda mensajes como los lazos familiares, el lugar que uno ocupa en el mundo, la importancia del vínculo y, más aún, de que cada personaje tiene un lenguaje particular, íntimo y especial. 

Cuando entendemos que India es una chica que ha perdido, en términos emocionales, su único vínculo con el mundo, es que comprendemos la naturaleza de su evolución interna, cuando uno como espectador piensa que sólo hay cabida para las buenas intenciones. Del mismo modo la cinta nos recuerda algo importante: somos seres de afecto, y no todos saben expresarlo. El discurso sobre la naturaleza humana está ahí y podremos o no estar de acuerdo con el planteamiento: la necesidad humana de saber, de querer y de proteger lo que somos. 

Por lo pronto, Stoker o Lazos perversos es una película que te conviene ver. 


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