Con su Volumen 2, Lars Von Trier concluye adecuada y poderosamente la historia de Joe.
Gracias a su primera parte, la segunda arranca de manera más fluida, y aunque conserva sus elementos narrativos con estilo y destreza, aquí Von Trier parece no temer un desenlace más tibio pero igualmente profundo.
Como en su primera parte, acompañamos a Joe en su adicción al sexo, sólo que aquí presenta una variante: parece haber la lección poco a poco administrada de que, además de que una persona debe aceptarse tal cual es, Von Trier lleva este aspecto de la condición humana más allá y decide exponer que todo lo que somos y hacemos tiene un propósito una razón de ser. Además del evidente carácter filosófico, parece que la consecuencia no se hace esperar.
El abandono por lo que nos importa está presente y, en el caso de Joe, se hace más denso. Cada uno de los aspectos de su adicción - o condición, si nos queremos ver eufemistas -, la persigue, la obliga aceptarse tal cual, siendo una escena ilusoria una clave particularmente tétrica la que lo lleva a afrontarlo. Y dicha escena puede resultar anticlimática pero sumamente lógica.
Los elementos narrativos de la primera parte, como decía, permanecen y le dan un toque de familiaridad a la historia principal, pues los flashbacks siguen de un modo distinto. Aquí parece que Joe está lejos de su zona de confort y yo me atrevería a verlo como una prueba personal y respectiva búsqueda de identidad. Lars Von Trier me parece un cineasta con un excepcional toque para delinear a los personajes provocando más profundidad en los diálogos que en las acciones, de manera que el impacto visual viene del efecto y no de la causa; es decir, desde un principio queda clara la adicción de Joe y, por ende, no sorprende descubrirla satisfaciendo su necesidad, pero sí la decisión por efecto.
Y aun con los nuevos personajes, que cada uno sirve a un propósito en la vida de la protagonista, la historia se mantiene clara, y aunque se avecina un final "claro" y definitorio, esto no repercute en lo que Von Trier nos relata, más bien parece poco a poco el personaje acepta su vida, su origen y su destino.
Dos escenas medianamente predecibles, y una de ellas completamente absurda, pueden ser los únicos defectos de este filme psicológicamente complejo. Pero ajeno a ello, Von Trier logra en Joe un personaje lleno de matices, de crecimiento personal y, sobre todo, de una naturaleza filosófica inusual.
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