Cujo, de Stephen King, es una historia con una impecable atmósfera y suspense, personajes entrañables, pero un conflicto exagerado.
9.0
|
Tipo de artículo:
Enunciación.
Cuujo, cuuujo, cuuuuujjjjooooo... ¡Oh, sí! Por
fin, al fin. Como en otras ocasiones, logré acabarlo. Me gustó y me molestó. ¿Por qué la ambivalencia? Porque creo que es
el primer libro en que King aprovecha personajes con problemas
interesantísimos, mundanos, coloquiales, reales, debatibles, polémicos y más,
gastando tres cuartos de su historia en presentarlos, mientras me explica, alternando momentos de presente y pasado, qué le ocurrió al perro titular de la historia para
terminar siendo una máquina asesina. Y eso, déjame decirte, es interesante cómo
prólogo, pero un lastre al servicio del conflicto. O mejor, como origen de un
conflicto.
Porque
si bien King NUNCA pierde la conciencia de los eventos que narra ni tampoco de
los acontecimientos que rodean a sus personajes, gana terreno inventando el mal
que aquejará a Cujo hasta enloquecerlo de muerte. Sí, conforme avanzaba en el
clímax pensaba que, cierto o no, es un conflicto verosímil. Es creíble porque,
aunque no necesita confirmación científica en el sentido más estricto, Cujo es
muestra de una imaginación guiada milimétricamente por la lógica a tal punto
que no deja cabos sueltos —al menos no los relevantes para la trama central;
las subtramas, son escasas y sirven para “pausar” lo inmediato y cortar
a lo que sigue— y eso me conduce a los momentos dramáticos más intensos,
jugando con mi conocimiento, con mis emociones y llevándome por un final tan
sensato que literalmente me conmueve, me hace llorar y me provoca odiar a
algunos personajes; King se ha volado la barda.
Cujo relata la
historia de un perro San Bernardo (que en la novela es descrito como un ENORME
perro de 100 kilogramos) bueno, feliz y obediente. Hasta que un día, tras
perseguir inocentemente a un conejo llega a una cueva y termina atorado en
ella. Y comienza a ladrar por todas las posibles razones que se me ocurren.
Pero ¡oh, sorpresa! En dicha cueva hay ocultos un montón de murciélagos vampiro…
y como sabemos tú y yo, estos alados son ciegos, pero HIPER SENSIBLES al
sonido. Sí, adivinaste, se vengan de Cujo; uno de ellos lo muerde en el hocico
hasta hacerlo sangrar…
La
herida, no atendida, se convierte en cicatriz y esta llega al cerebro del perro…
imaginarás el resto. Cujo es la prueba de que King le tiene cariño a los
personajes porque los delinea, los hace sufrir y los cuida, los llena de
matices, de características esperadas, de deseos, inquietudes y una colorida personalidad.
Además de que inunda su historia de asombrosas y tétricas descripciones sin
aburrirme porque rellena los huecos con aquello que puede pasar y las
opciones que tiene cada giro de tuerca para manifestarse.
Si
a Salem´s Lot le acusaba por no construir personajes memorables, pero sí
una historia pletórica de suspense con una atmósfera envidiable e inquietante, Cujo
es (bueno, fue) la reivindicación del talento perteneciente al autor de Maine.
Y eso me parece estupendo porque, aunque no sea regla, si tú me dices que King mantiene
el mismo estilo, ritmo y pasión en sus demás novelas, es una garantía que me
sumergiré por más tiempo en su obra, porque Cujo como novela, es una apuesta
recatada e inteligente, breve en algunos aspectos, pero esencialmente diabólica
y divertida en otros, y eso me basta.
Me
basta porque si bien King admitió hace mucho (está publicado en el prólogo de
su apuesta vampírica) que escribe sin importarle el género, me atrevería a
decir que ofrece más misterio con altas dosis de adrenalina que terror en el
sentido estricto del término.
Conclusión:
Cujo es una novela
absorbente, realista, verosímil que exagera en su conflicto final, pero toca la
llaga y no muestra piedad en ello. Por eso, recomendable.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario