Crítica a Eyes in the sky


Eyes in the sky, de Gavin Hood, puede tomarse como una reflexión hacia la política y el desarrollo tecnológico armamentista global. 

No es muy necesario tener un bagaje cinematográfico sobre cintas de terrorismo, ni siquiera estar al tanto de la premisa básica que las sustenta: un país -o países- buscan hacerse con el control o la voz necesaria para dar un mensaje a los líderes del mundo acerca del poder y cómo éste corrompe a las sociedades. No, no es necesario estar al tanto de las diversas fórmulas narrativas que han caracterizado este género; quizá pueda ofrecer una sólida referencia la tensión humana ante estos hechos que se plantea y esboza de un modo dramático en Tierra de Nadie (2015). Y esto lo digo porque cuando entré a ver la película enemigo invisible (Eyes in the sky), dirigida por el responsable de la desastrosa X-Men: Orígenes, Wolverine, pensé que estaría ante la típica película donde la sangre y los balazos no sobran y termina habiendo un líder, o sub-líder, que busca hacerse con un arma para darse a respetar en un mundo dominado por la avaricia. Así pues, descubrí otro estilo de cinta. 

Para aquellos que soportan las cintas con largas e intensas secuencias de suspense, tensión y, eso sí, pocos montajes de acción, esta es una película recomendable. Para empezar, hablemos de su temática: Bretaña infiltrándose en zona de Kenia trata de atrapar a un enemigo de los E.U.A. Para echar mano del desarrollo de la premisa, el director mete en el tablero los talentos indiscutibles tanto de Hellen Mirrer como de Alan Rickman (sí, la nostalgia nos pega a los fans de Harry Potter) para desarrollar, al menos desde una perspectiva teórica, cómo se dan las posturas políticas de los líderes del mundo al profundizar en una trama que, de entrada, no presenta mucha "acción"; encontramos tensión, encontramos momentos ridículos donde nos dan ganas de matar a uno u otro personaje, y es que a la vez que esto puede resultar en un aspecto ambivalente (un acierto y un error simultáneamente), la verdad es que el filme se las ingenia, gracias a un adecuado guión, para mantenernos en suspense con sus giros de trama, que dicho esto, están bien pensados. 

Mirrer y Rickman, ambos espléndidos actores -lamenté la muerte de él cuando lo supe-, llevan a buen puerto una cinta que podría haber sido más tediosa, pero cada pieza se las arregla para darnos un mensaje especial: la política, y sus integrantes, puede resultar en un asunto de conveniencia, y más vale tener la menor cantidad de pérdidas en el mundo porque, al final, ellos salen indemnes; tenemos también el aviso, a lo largo de la película sobre el desarrollo y resultados que la tecnología, al aplicarse en contextos bélicos, puede ofrecer, lo increíble de su avance y las serias repercusiones que puede provocar. En el aspecto actoral, Mirrer y Rickman, ya lo dije, junto al resto del reparto, logran darnos una probada al interior de las decisiones políticas, militares, cómo cualquier decisión puede convertirse en un error fatal y que, en ocasiones, el utilitarismo es difícil de obtener. 

En contraparte puede decirse que es más larga para la naturaleza del planteamiento, y la frustración que llega a causar en algunas escenas podrían arruinarla para gusto de algunos, su ritmo es intermitente: sube y baja, juega con nuestros códigos éticos, con nuestra moral colectiva, nos pone a prueba en este sentido, y nos lleva a empatizar con los protagonistas, además de que nos permite lidiar con los pocos y claros matices de los personajes secundarios, entendiendo la presión humana y cómo ésta nos lleva al límite. 

Eyes in the sky, que para nuestro país se tituló como Enemigo invisible, es un acierto discursivo sobre la tecnología y su uso en los conflictos militares, mostrándonos un enfoque diferente de lo que es ir a una misión suicida...o para sobrevivientes. Cumple y salimos con una opinión diferente sobre los "cuarteles de guerra". 

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