El episodio 1 de Full Metal Alchemist funciona como un preludio, pero adolece de cohesión interna en su estructura narrativa.
Con un guión escueto, este animé comienza narrando la equivocación de Alphonse y Edward Elric al intentar revivir a su mamá usando la alquimia humana. Ahora ambos vagan por la Tierra en busca de la mítica Piedra Filosofal y, para ello, llegarán a un pueblo cuyo sostén radica en la creencia de Dios.
Es así de sencillo, a simple vista. Por lado del entretenimiento la historia tiene un par de momentos y diálogos auténticamente cómicos que funciona para mostrarnos sólo un poco acerca de quiénes son los protagonistas. No obstante, en el tratamiento de la historia la situación es elemental, y aun cuando sea el episodio piloto, tenemos pocos momentos que realmente ofrezcan profundidad a lo que vemos, más allá de la lógica de la ciencia sobre la creencia religiosa. Lo interesante del episodio, entre estos dos polos, son las pocas semillas teóricas, o dicho en otras palabras, las pocas preguntas que invitan a reflexionar la naturaleza de la fe por encima de la evidencia científica, pero que a la hora de desarrollarlos...se queda corta. Ofrece muy poco al respecto.
Además de que el guión escupe personajes, no todos son presentados de una forma aceptable o una en la que al menos den a entender qué relevancia tendrán en la historia. Como un episodio de narrativa propia de los años 80´s funciona, pero a la hora de pensarse en una narrativa moderna, desarrollada con el sustento sólido que se necesita para un planteamiento de este tipo, es insuficiente. No soy un experto en el tema y justamente por esto expongo esto: el capítulo plantea ideas que al final sólo avienta, en lugar de colocarlas como un fundamento que dé pie a algo más.
Por el lado de la animación, ésta es tradicional y cumple al recrear una historia con una estética convencional, además de que el doblaje es adecuado y en ningún momento se siente exagerado o desentonado. El episodio no cuenta con una presentación detallada y con ello invita directamente a la "acción" e interacción entre personajes. Es divertido por momentos, pero a la hora de presentarnos su propia visión de Ciencia vs Religión, al momento de atraparnos, nos deja en suspense...y ése fue su gran error.
Si bien hay muchos argumentos válidos es ésta crítica, hay un factor que puede ser crucial... estamos ante una serie animada, cuyo público objetivo original son adolescentes de entre 12 y 17 años. Creo que la exigencia se saltó la barda.
ResponderBorrarAhora el ánime (yo no sé por qué dicen animé, los japoneses lo pronucian Aín-me), es del 2003 y como muchos de su género —shônen—, se van concretando conforme avanza la historia, dando el espacio apropiado para cada personaje que va apareciendo o incluso aquellos que ya aparecieron desde el día uno.
Pensar en ánimes es como pensar en funciones de circo, de esos circos del siglo XIX que hacián una caravana exhuberante y pomposa a fin de llamar la atención "¿Les gusta lo que ven? Esperen a la función de esta noche, no se la pueden perder". El piloto está por regla de oro, llena de huecos argumentales cuyo objetivo, desde la óptica nipona, es generar curiosidad e invitar al espectador a ver más. A veces funciona, a veces no.
A mi me pasó algo similar con 2 ánimes épicos de fantasía: Record of the Lodoss War y The Vision of Escaflowne. Ambos los vi por la fascinación que causaron sus respectivas bandas sonoras, ¡qué delicias, joder! Y al ver el primer capítulo de cada una de las series fue MUY descepcionante. Pero luego vi el segundo, y el tercero, para el cuarto capítulo ya estaba embarcado.
Normalmente estas historias crecen en uno, o no. Pero sí considero conveniente que dado la naturaleza argumental del medio, o sea animación nipona, hay que verlo si no completa, por lo menos la mitad antes de formarse una idea.
Como dato curioso, ese factor de la dicotomía fe-razón, así como la historia de los personajes se puede apreciar en la canción 'Bratja' de la banda sonora. Digo, para resúmen..