Conmovedora, emotiva y trascendente, El Principito, basado en la obra de Antoine de Saint-Exupéry, es una cinta que se sostiene sola.
Una adaptación siempre corre el riesgo de la comparación entre la obra literaria y el producto final en pantalla. Admiradores o no de las historias (en este sentido) tienen la expectativa o el miedo presentes al momento de sentarse en la sala de cine esperando que la cinta refleje con fidelidad la historia que leyeron en su momento con evidente alegría.
Algo muy distinto sucede cuando vemos la nueva adaptación del clásico literario de Saint-Exupéry, donde no sólo nos sentimos maravillados ante la genialidad con que la historia y la tecnología se fusionan para formar el producto sin que éste se sienta artificial o, en dado caso, exagerado. No, estamos ante una espléndida obra de arte donde la imaginación, la aventura, el riesgo y la experiencia de vivir se traducen en contextos sociales y personales llevados a la pantalla grande por medio de un lenguaje sumamente claro y divertido.
Un aspecto esencial y positivo del filme es que el guión (cortesía de Irena Brignull) se vale de dos historias paralelas que complementan el mensaje de lo que significa madurar sin olvidar la curiosidad y espontaneidad de los niños. Por un lado se nos presenta con extraordinaria fidelidad la historia (o aventura) de el principito, y por otro la historia anexada: una niña que busca entrar a una escuela pero un error obliga a su mamá a someterla a un estricto itinerario de aprendizaje para lograr su meta académica. "Lo importante no es crecer, sino no olvidar", dicen en la cinta. Y es cierto. Este factor está muy presente en una sociedad estereotipada y hundida en la rutina, lo que hace que la crítica social del texto cobre mayor relevancia al ser llevado a la pantalla; adquiere un significado complementario.
La tecnología CGI y el llamado stop motion logran hacer de esta película una particularmente interesante, divertida, con giros de trama que son más característicos de la historia de la niña que la del libro en sí. Posiblemente haya quienes no estén conformes con la historia inventada de la niña y su mamá, pero la verdad es que eso contribuye a desarrollar el filme de una manera distinta, sintiéndola parte del tema y no como un agregado que no embona.
Quizá el único "pero" sea la resolución, el agregado y enfático motivo psicológico de los personajes que forman parte de la historia original, que en el 3er acto son desarrollados de una manera inesperada. Es justo parte de este elemento lo que añade profundidad al concepto del crecimiento y la aceptación de la vida que se busca dar en la película, pero en un momento muy específico, la forma como lo presentan luce extraña.
El principito es, con todo, una película que rinde fidelidad al texto, con pequeñas diferencias y agregados, pero que al final ofrece la historia que queremos ver, la de ese principito en busca de reencontrarse con su rosa, el zorro que le regala una lección y demás personajes que encontramos al leer el cuento.
No sabía que existía una película de “El Principito”. Encontrar buenas recomendaciones en tu blog es agradable. Le diste buena calificación, y espero que la trama que añadieron de la niña y su mamá no haya afectado la historia original. Te felicito por escribir acerca de películas interesantes.
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