Una asombrosa y auténtica pieza de terror.
9.0
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Tipo de artículo:
Análisis
Es
un reto para mí ser capaz de expresar en palabras simples lo que esta lectura
de varios meses significó para mí. Es mi primer paso en el universo de
Lovecraft. Y su famosa huella, su herencia literaria, su aportación a la Literatura... me resulta
pasmosa, contundente y profundamente poderosa. Esa
evidencia, tan notable como lo sería el vapor de tetera en una cocina pequeña, me
condujo a una certeza particular, y a la que en parte me acerqué tras un debate
con amigos cuando les conté que empecé a leer a Howard Philips: su terror es un
terror construido a partir de la curiosidad humana.
Por
supuesto la premisa es potentísima. No nada más permitió al autor elaborar más
de 200 relatos, sino que también demostró con creces que su imaginación fue
ilimitada; verdaderamente original. Cada vez que terminaba uno de sus relatos, fuera
pequeño, mediano o muy extenso, pensaba en qué otro universo (relato) podía crear el
autor, quebrar sus propias fronteras y superarse a sí mismo. En cada nuevo
relato logró esta misma hazaña. Cada nueva trama mostró originalidad, y si bien la idea que las alimentó fue, precisamente, absorber al lector en sus páginas, en las reglas del "mal en turno", apresarlo por medio de su curiosidad, de retar su racionalidad, el foco ha sido justamente ese: la curiosidad; Lovecraft, de forma indubitable, no provoca el temor que causa insomnio, más bien el temor que sacude, que hipnotiza, acompañado eso sí de mucha intriga.
Personalmente hubo unos relatos más interesantes que otros (mi culpa por no registrar qué títulos fueron), pero con una idea me quedó: Lovecraft fue, es y será el verdadero maestro del terror; y si escribo poco más arriba que temor no me causaba, no es precisamente una contradicción: no me atemorizó, pero sí me inquietó bastante.
Personalmente hubo unos relatos más interesantes que otros (mi culpa por no registrar qué títulos fueron), pero con una idea me quedó: Lovecraft fue, es y será el verdadero maestro del terror; y si escribo poco más arriba que temor no me causaba, no es precisamente una contradicción: no me atemorizó, pero sí me inquietó bastante.
Sus
relatos, traducidos en centenares de páginas, me intrigaron hasta el punto de
devorar varias de sus propuestas. Hubo historias parecidas también, en las que
el elemento predominante fueron civilizaciones más antiguas que la humanidad
misma, males milenarios que desafiaban toda religión. Hubo, también, historias
más “humanas” y cuyo terror pendulaba hacia una oscuridad emocional, o incluso
más alienígena. H.P. Lovecraft no se contuvo en su obra, y su llamado Ciclo
Onírico es precisamente eso: convertir los sueños en pesadillas, hacer creer que
el límite de lo humano está en creer que lo es, cuando no es así. Tantas
historias de personas pasmadas de asombro, lugares en este planeta imposibles
de creer, de racionalizar y, más aún, de concebir y estudiar.
Es
un reto, como escribía al inicio, porque Lovecraft representa para mí el autor
incansable, el autor que no termina de desplegar su ingenio, que no escatima su
imaginación, que no para de retar al lector en su acercamiento con lo
imposible, y por lo mismo, es EL autor de terror. La secuencia cronológica me
diría que le sigue Allan Poe, cuyo relato del Gato negro es de los más memorables; y a riesgo de que me linches, pienso que King no asusta, pero
indudablemente su estructura narrativa bebe mucho del primero, del gran Howard.
Fueron
meses de inspección literaria, meses de descomponer los elementos más destacados (capacidad del autor para intrigarme, su talento para absorberme y atraparme entre sus páginas, personajes entrañables y enigmáticos, trama, atmósfera, misterio) del autor en cuestión. Lovecraft me dijo una cosa: no hay límites con la
imaginación. Y aunque en las últimas fases del libro alterné el hábito con dos obras más, de la Mary Jeanne y Daniel, ahora sé —respecto a Lovecraft— que su talento es casi inigualable; lo entiendo: su legado es el mejor tesoro que podría
recibir. H.P. Lovecraft, con su Ciclo Onírico, me abrió los ojos de la
literatura más fantástica que pude haber leído jamás y solamente me queda
continuar recorriendo sus propuestas, maravillarme con sus infinitas
posibilidades y aplaudir la magia de los mundos que concibe, analizar y
cuestionar para alimentar mi mente, convencerme de que hay más, y de que
puedo crear más.
Por lo pronto, mientras me sumerjo en su Cíclo Mítico, me quedan todavía otras historias de las que platicarte, entre ellas, la de The Neverending Story...
Por lo pronto, mientras me sumerjo en su Cíclo Mítico, me quedan todavía otras historias de las que platicarte, entre ellas, la de The Neverending Story...
Conclusión:
Una auténtica pieza invaluable que habrá gustado a muchos; a mí me dejó perplejo.
Una auténtica pieza invaluable que habrá gustado a muchos; a mí me dejó perplejo.
Vaya muy buena descripción, me has despertado el interés de leer ese libro. Espero que no se haga pasada la lectura al ser un libro con tantas páginas.
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